jueves, 29 de enero de 2015

SE ACABARON LAS VACACIONES, MR. BOLT



CARLOS ARRIBAS
El País.com
Siempre que habla de los años en blanco, y en atletismo eso significa uno de cada cuatro, los del ecuador olímpico, Usain Bolt habla de la felicidad, que para él, como para muchos, consiste en no hacer nada. Y a nadie le extraña, claro, pese a que lo que hace de Bolt un personaje interesante no sea precisamente la inacción.
El año que acaba de terminar, 2014, fue uno de esos, un año soso, sin Mundiales ni Juegos, los dos únicos escenarios a los que el hombre más rápido de la historia considera de cierta importancia (aparte, claro, de los platos de DJ que gira en sus noches locas, o las pistas de baile de las discotecas, o las playas), por lo que Bolt, como hizo en 2010, lo dedicó a descansar, bailar y ser feliz (corrió un 100m en un campo de fútbol en Polonia, un 150m en la playa de Copacabana, ¿dónde mejor?, y los relevos de los Juegos de la Commonwealth: trabajó en total tres días en agosto) y a visitar a su médico en Múnich para que le reforzara la espalda, pero 2015 es impar, preolímpico y con Mundial (en Pekín, nada menos, en agosto, cuando Bolt ya habrá cumplido 29 años de edad y siete como recordman mundial de los 100 y los 200 metros), lo que significa para el gigante jamaicano que si quiere brillar en verano tiene que sudar en invierno.
Como en 2014 Lavillenie con su pértiga derribó el récord de 21 años de Serguéi Bubka sería de lo más normal que en 2015, con su levedad de pajarito, Mutaz Barshim hiciera lo mismo con los 2,45m de Javier Sotomayor, altura que ya cumple 22 años como récord. Pero el gran movimiento de masas camino no de un récord sino de una barrera es el que lleva al fondo hacia un maratón en menos de dos horas. Después de Kimetto en Berlín, quedan por limar 2m y 58s, y no acabará 2015, seguramente, sin que algún segundo más haya sido raspado.
Lo que significa para el resto de especialidades, para los maratonianos que avanzan a grandes pasos hacia la barrera imposible de las dos horas, para los saltarines como Lavillenie, Barshim o Bondarenko, sobre todo, que tras un año de protagonismo (el récord del mundo del pertiguista francés, el cerco a los 2,45m de Sotomayor por parte del qatarí y el ucraniano), que en 2015 regresarán a la sombra tan alargada del ídolo de la velocidad. Y también Justin Gatlin, el sprinter renacido a los 32 años en el 14 después de su sanción de cuatro años por dopaje, que aprovechó para brillar las ausencias del Bolt sabático y de los sancionados Gay y Powell. Será, la que se viva en el atletismo de 2015 bajo el brillo del sol Bolt, una realidad que para muchos aficionados tendrá mucho de injusto, una realidad trucada por los intereses mediáticos, por el tirón popular de Bolt, que vive de su leyenda de invencibilidad: en una gran competición, Mundial o Juegos, solo ha sido derrotado una vez, por él mismo, una salida nula en los 100m de Daegu 2011 que impide el pleno de oros desde su gran entrada en la grandeza en los Juegos de Pekín 2008. Desde entonces, seis oros olímpicos y ocho mundiales cuelgan de su sólido cuello, y cuatro récords mundiales (dos de 100m y dos de 200m) batidos en sendas grandes finales. Desde el último, los 19,19s de los 200m de la final del Mundial de Berlín, no ha habido más récords, y aquello ocurrió en agosto de 2009, hace casi seis años. Eso puede significar dos cosas: o que Bolt, envejeciente, está en declive y nunca volverá a ser más rápido de lo que fue o que se puso a sí mismo la barra tan alto, tan magníficas fueron sus marcas-récord, tan adelantadas a su tiempo (con sus 9,58s de 2009 en los 100m dejó al segundo en discordia a casi dos décimas, un salto gigante), que están aquí para durar 20 años por lo menos. O ambas cosas a la vez.

miércoles, 14 de enero de 2015

BOLT Y POWELL CALIENTAN LA VELOCIDAD


ÁNGEL CRUZ
AS.com
No sé si responde a una táctica, pero en los últimos tiempos tanto Usain Bolt como el también jamaicano Asafa Powell se han dedicado a lo que podríamos llamar calentar la velocidad en la temporada mundialista. El Relámpago insistió recientemente en que puede romper la barrera de los 19 segundos en los 200 metros y ahora uno de sus grandes rivales, Asafa Powell, declara que se siente capaz de rebajar su marca personal en los 100 metros (9.72, nada menos), pero no sólo de eso, sino de ganar la medalla de oro en los próximos Campeonatos Mundiales, que tendrán a Pekín por ciudad sede y al Nido como el recinto de los sueños.
Me vais a perdonar si os digo que no me creo que Bolt consiga esa hazaña y que tampoco espero que Powell se corone como el más rápido en la capital china. Creo que Usain ya no está para internarse en esos territorios desconocidos y que Asafa tampoco se encuentra listo para conseguir lo que no alcanzó cuando su condición física era mucho mejor. Lo que no quita que ambos sean capaces de correr muy rápido.
En todo caso, no me negaréis que sería bonito ver a Bolt romper esa barrera colosal de los 19 segundos y a Powell subiendo por fin a lo más alto de un podio de altísima calidad, que jamás ha escalado, a pesar de sus marcas fascinantes y de su colección impresionante de registros no sólo por debajo de los diez segundos, que supone un récord histórico, sino de los 9.80: ocho veces ha quebrado esa medida, sólo tres menos que Bolt, pero una más que Tyson Gay. Por cierto, otro hombre de altísima calidad, número dos de las listas, por detrás de Bolt y empatado con Yohan Blake... y enfangado también en un caso de dopaje. La colaboración con la justicia deportiva acortó su pena.
Pero sí, consciente o inconscientemente se empieza a hablar de grandes cosas en la velocidad. Este 2015 estoy seguro de que va a ser mejor que el año pasado, donde se unieron las lesiones de Bolt y de Yohan Blake, las consecuencias de los positivos de Tyson Gay y de Asafa Powell… Sólo Justin Gatlin, otro hombre que regresa del dopaje, estuvo a su mejor nivel. Y es que el dopaje, no lo olvidemos, ha castigado duramente a los 100 metros.
Un nivel que Gatlin querrá mantener en esta temporada. También  aspira, legítimamente a encaramarse a lo más alto del podio en los 100 metros de los Mundiales de Pekín. Si algo así sucede, estaremos ante un hecho histórico y de valor incalculable, porque el velocista de Brooklyn se coronaría diez años después de hacerlo en Helsinki.  
Presiento que 2015 va a ser un año extraordinario para el atletismo, porque estamos en temporada mundialista y las cosas se ven con más ambición por los atletas que no son europeos. Y, además, una temporada mundialista que precede a un año olímpico, el de 2016.
Justin Gatlin fue el líder mundial de los 100 en 2014.
 
ESTOS SON LOS LÍDERES DE LOS 100 METROS, AÑO A AÑO, DESDE EL AÑO 2000
2000 Maurice Greene (Estados Unidos), 9.86
2001 Maurice Greene (Estados Unidos), 9.82
2002 Maurice Greene (Estados Unidos), 9.89
2003 Patrick Johnson (Australia) 9.93
2004 Justin Gatlin (Estados Unidos) 9.85
2005 Asafa Powell (Jamaica) 9.77
2006 Asafa Powell (Jamaica) 9.77
2007 Asafa Powell (Jamaica) 9.74
2008 Usain Bolt (Jamaica) 9.69
2009 Usain Bolt (Jamaica) 9.58

martes, 6 de enero de 2015

EL SUEÑO OLÍMPICO SE AHOGÓ EN UNA PATERA


ÁNGEL CRUZ
AS.com

El 19 de agosto de 2008, a las diez y 28 minutos, Samia Yusuf Omar compitió en la quinta serie de 200 metros de los Juegos Olímpicos de Pekín y terminó última. Samia, de 17 años (velocista en un país de fondistas), había llegado al Nido desde el coraje, desde las ganas de correr. Desde el infierno que era Somalia. Su historia, con final trágico, la cuenta ahora el italiano Giuseppe Catozzella en un estremecedor libro que ya ha llegado traducido a España: Correr hacia un sueño. O correr hacia la muerte.
Samia se había entrenado por intuición “manchada hasta las cejas del polvo blanco y fino que se levanta en las calles de Mogadiscio”, bajo un sol abrasador. En camiseta y pantalón corto, primero, o sepultada en un burka, de noche, después, en pleno toque de queda. Había nacido el 25 de marzo de 1991 y desde pequeña quiso ser la más rápida.
Penurias. En su casa, hecha de barro y ramas, compartía habitación con seis hermanos. No había electricidad ni agua corriente. En el patio construían una especie de pista de atletismo. Los tacos de salida los fabricó su padre, con una caja de sandías.
Corría por las calles de Mogadiscio, heridas con agujeros de proyectiles. Guerra, siempre guerra. Algunos la criticaban: “No es una buena musulmana, porque no lleva velo”.
Ahorró dinero para competir en Hargeysa, a un día de viaje en autobús. Y ganó. Luego, desplazamiento a Yibuti, ya representando a Somalia, pagada por el Comité Olímpico de ese país. Durmió en un hotel “ni bonito ni limpio”, pero con agua corriente, bañera con ducha, inodoro… La seleccionan para los Juegos de Pekín.
Su hermana mayor, Hodan, emprendió el viaje a Europa, como tantos otros jóvenes de un país moribundo. Samia compite en El Nido y queda última en su serie. El público la aplaude más que a la vencedora.
El Viaje. Cuando regresa a Somalia las cosas han empeorado. La Ley islámica impera en su grado más extremista. Sigue entrenándose, sigue soñando con competir en Londres 2012. Decide marcharse a Europa, como su hermana, que le paga El Viaje, como llaman los somalíes, con mayúsculas, a esa fuga del infierno.
Una odisea atravesando África de sur a norte durante un año, entre todo tipo de calamidades. Llega a Libia, donde es encarcelada un tiempo, sin que se conozca la causa. Trípoli es el punto de partida hacia Italia y allí embarca.
Pero el Paraíso está protegido por fuerzas policiales. La patera en la que navega es interceptada. Las costas de Lampedusa están a la vista. Muchos se arrojan al agua, para alcanzarlas. Samia también. En su locura olvida que no sabe nadar. Y se ahoga, pensando en su familia y en los Juegos Olímpicos de Londres. Era abril de 2012 y tenía sólo 21 años.
Giuseppe Catozzela ha rescatado la historia en Correr hacia un sueño, que en italiano se titula Non dirmi che hai paura: ‘No me digas que tienes miedo’.

LA FELIZ VIDA DE MAMÁ ISINBAYEVA



ÁNGEL CRUZ
AS.com

Una pequeña de seis meses llamada Eva llena en Mónaco la vida feliz de Yelena Isinbayeva, la zarina de la pértiga, una madre feliz, dedicada en exclusividad a cuidar de su hija. Eva nació el 28 de junio en el Hospital Princesa Grace, en el pequeño país mediterráneo. El padre es un discreto jabalinista ruso, llamado Nikita Petinov, de 24 años, ocho menos que ella.
Celebró su boda con Nikita el 12 de diciembre pasado, pero, según ha confesado, estaba casada con él desde seis meses antes. Casi en secreto y sin festejos.
Yelena Isinbayeva pasa el tiempo entre los cuidados a su hija, a la que amamanta, la limpieza de la casa (“todo tiene que estar muy pulcro cuando hay un bebé”) y los largos paseos por el puerto de Mónaco atestado de veleros deportivos y de yates. Suele estar acompañada por su marido y por algunos familiares que viajan desde Rusia “en turnos, porque sólo les conceden  visados por 90 días”.
La reina de la pértiga, una de las deportistas más carismáticas de los últimos tiempos, asegura que se mantiene en forma, aunque no ha comenzado aún los entrenamientos.
Pero ya tiene proyectos, según ha confesado en la página web rusathletic.com. “Muy pronto nos iremos a vivir a Volgogrado y Evgeny Trofimov, mi entrenador, ha hecho ya planes para Río 2016. ¡Me gustaría ser campeona olímpica por tercera vez!”, dice la plusmarquista mundial (5,06 metros). Ya tiene el oro de Atenas 2004 y Pekín 2008 y el bronce de Londres 2012.