miércoles, 12 de julio de 2017

FERMÍN CACHO: "UN AÑO ANTES YA ME VEÍA CAMPEÓN OLÍMPICO EN BARCELONA"

ALMUDENA RIVERA
Marca.com

Fermín Cacho se sabe de memoria la final olímpica de Barcelona'92, la ha visto tantas veces que ha perdido la cuenta. "Sé cómo termina pero me sigo poniendo nervioso, sigo empujando", dice riendo. Bromea también al decir que la medalla pasa casi más tiempo en su bolsillo que en casa porque la lleva a las charlas que da en los colegios. Se había entrenado para aquel oro, por eso estaba convencido de que iba a conseguirlo incluso un año antes.

¿Cuál es el primer recuerdo que le viene a la cabeza cuando escucha Barcelona?92?
Mi primer recuerdo es del año que eligieron a Barcelona como sede olímpica. Ese día, me enteré cuando salía del instituto y pensé que quería estar ahí.

Todos los deportistas que sueñan con ir a unos Juegos también lo hacen con estar en la ceremonia inaugural. No es su caso...
He estado en dos (Barcelona 92 y Atlanta 96) y en los dos no fui a la ceremonia inaugural. Pedí permiso para viajar más tarde porque el atletismo es la última semana. Había que estar el 23 de julio en Barcelona pero yo prefería ir cuatro días antes del 3 de agosto, que era mi primera eliminatoria. En Atlanta hice lo mismo. Prefería abstraerme de todo, no quería perder la concentración. Preferí quedarme en casa y mantener mi rutina.

Y como llegó el último, le dejaron la peor habitación...
Fueron muy solidarios y me dejaron la mejor (bromea). A Tomás de Teresa y a mí nos tocó la que tenía el motor del aire acondicionado, pero no puse pegas. En realidad íbamos a ducharnos y a dormir.

En un deportista es tan necesario el descanso como el entrenamiento y con el ruido del motor complicado descansar...
Me daba igual. En mi vida deportiva en activo siempre viajaba en servicios públicos, en tren o autobús, porque no tenía el carnet de conducir. Aprendí a dormir en cualquier sitio y con ruido. De hecho, cuando era junior, en el 88, me quedé dormido antes de correr el Campeonato del el Mundo de Canadá (risas).

Ahora todos los deportistas sueñan con cruzarse en la Villa con Nadal, Pau Gasol, Bolt o Phelps. ¿Había alguien a quién le hiciese especial ilusión ver?
Para mí la mayor ilusión fue coincidir con otros deportistas españoles porque los sigues por la prensa y por la televisión pero no tienes la posibilidad de hablar con ellos, desearles suerte... Eso fue lo mejor.

Pasa las eliminatorias, las semis y llega el 8 de agosto. Cuenta en el libro Barcelona 92: 25 años del gran cambio del deporte español que ese día le dijo a su entrenador antes de la final que iba a ser campeón olímpico. ¿Tan convencido estaba?
Estaba muy convencido pero no sólo se lo dije entonces, ya en los días previos le decía: "No te preocupes, que voy a ganar los Juegos". Ese día en la pista olímpica le dije: "Esta tarde soy campeón olímpico". Pero ya en el 91, cuando gané el Campeonato de España en Montjuic pensé: "Me queda un año para volver a estar aquí en los más alto. Entonces ya me vi campeón olímpico".

Estaba tan convencido que hasta se echó la siesta.
Sí, porque siempre he dicho que cuando entrenas bien y todo lo que puedes controlar lo tienes controlado, tiene que salir bien. Hay cosas que no puedes controlar: caídas, viento, un codazo... Pero lo que yo podía entrenar ya estaba hecho. Había entrenado para la medalla de oro y con ese convencimiento me eché la siesta. Después hice el protocolo normal antes de ir a la pista.

¿Cómo recuerda la carrera?
Fue diferente a como la imaginé. Salí con la idea de que iba a ser rápida y que Morceli era el rival a batir porque había sido el campeón del mundo el año anterior. La sorpresa fue que el primer 400 fue muy lento y me di cuenta de que iba a tener que estar bien colocado. Veía detrás a Morceli y pensaba que no iba a dejarle pasar. En los últimos 300 metros hubo otro cambio de ritmo, vi el hueco y no me lo pensé. En los últimos 100 metros cambié de ritmo y cuando pasé a la altura del podio sabía que iba a ser campeón olímpico.

¿En qué consistía ese protocolo?
Los días de finales siempre llevo todo nuevo, desde la camiseta hasta las zapatillas, aunque no lo recomiendan. Y en vez de el chándal del calentamiento, llevaba el de las medallas. Normalmente la eliminatoria y la semifinal las corría con las mimas zapatillas, camiseta y pantalón y las finales siempre con todo a estrenar y el chándal de ceremonia. Eso lo hacía siempre.

Y antes de ir a la cámara de salida subió a las gradas del estadio. ¿Por qué?
Siempre que corría llegaba unas dos horas y media o tres antes y en vez de ir al calentamiento me gustaba ir a ver el estadio para hacer una visualización. Cuando quedaba una hora y media. me iba a la pista de calentamiento y después a la cámara de llamada.
Cuando estás en la línea de salida piensas de todo: tienes ganas de ir al baño, es lo que llamo la meadilla del miedo, piensas qué estás haciendo allí..."

¿Qué se le pasó por la cabeza cuando estaba en la línea de salida esperando a que diesen el pistoletazo de salida?
Cuando estás en la línea de salida piensas de todo. Tienes ganas de ir al baño, es lo que llamo la meadilla del miedo, piensas: "¿qué hago aquí?... Pero se pasa en cuanto escuchas el disparo y ya te concentras. Aunque estés concentrado, se escucha al público. Se oye todo.

Y no paraba de mirar hacia atrás...
Desde pequeño siempre miraba hacia atrás y al marcador de la recta de llegada, hay que controlar por detrás y por delante. Miraba para atrás para ver la distancia que les llevaba.

Y cuando ya se le habían pasado los nervios, le dicen que los Reyes quieren saludarle...
Para mí eso fue peor. Cuando me lo dijeron me quedé planchado. Estaba en la habitación de ceremonias, ya estaba cambiado pero seguía un poco sudado y cuando iba por las escaleras hacia el palco pensaba cómo debía saludarle si con una genuflexión, estrechándole la mano... Me puse más nervioso entonces que en la final. Me dio la mano, un abrazo, me preguntó que cómo lo había hecho y ya se rompieron los protocolos. Me presentó a la Reina y me salió de forma natural darle dos besos. Después he coincidido mucho con ellos. Recuerdo que hubo un acto en el que el protocolo decía que había que ir con traje oscuro, a mí no me dio tiempo a cambiarme y llevé uno claro, muy parecido al suyo (risas).

¿Cómo celebró el oro ese día?
Antes de la entrega de medallas tuve que pasar el control antidoping, después la ceremonia, luego a la tele... Al salir era la 1:30 de la madrugada y me fui con mis padres, mi entrenador y mis amigos a cenar a un sitio que estaba aún abierto. Fue en plan tranquilo, de ahí a la Villa Olímpica. Lo gracioso es que al día siguiente tenía que acudir a una rueda de prensa de Joma por ser medallista y no encontraba taxis, al final nos llevó a Tomás de Teresa y a mí en coche de la Policía Nacional hasta el Hotel Calderón, que era donde daba la rueda de prensa.
 
¿Aquel oro olímpico le cambió la vida?
Fui campeón olímpico, que es lo que todo deportista sueña, con 23 años y después pensé: ¿Ahora qué hago? Había que seguir luchando y buscar nuevos retos. Te cambia la vida en el sentido en que que el año anterior fui 5º y entonces era campeón pero había que buscar un nuevo sueño. En Soria el recibimiento fue apoteósico y eso lo tengo grabado en el corazón.

¿A día de hoy aún le siguen reconociendo por la calle?
Mucha gente todavía me dice: "Hombre, Fermín, nos hiciste llorar y levantarnos del sillón".

¿Dónde tiene guardada la medalla?
La llevo de un sitio a otro, está más en el bolsillo del pantalón que en casa (risas). Voy por colegios dando conferencias bajo el título 'Entrenando un sueño' con 'GO fit' y la medalla es fruto de ese sueño. La han visto muchos niños que no habían nacido entonces. En casa, está junto al resto de recuerdos de mi carrera deportiva.

¿Le echa un vistazo de vez en cuando?
Mucho, tanto a ella como al resto de los recuerdos.

¿Cuántas veces ha visto la final olímpica?
No te lo puedo decir cuantas porque he perdido la cuenta. La veo siempre en las conferencias. Me la sé de memoria, sé lo que hice en todo momento y cuando la vuelvo a ver hasta yo mismo, que sé como va a terminar, estoy empujando. Mis hijas se ponen más nerviosas que yo (tiene 4).

Usted marcó una época en el atletismo español. En menos de un mes hay Mundiales en Londres. ¿Cómo ve al equipo nacional?

España quedó quinta hace poco en el Europeo de selecciones. Hay gente nueva a un grandísimo nivel en pruebas en las que antes no estábamos. Los años 90 fueron la mejor época de nuestro atletismo en mediofondo y fondo. Llevamos un tiempo cojillos Mundiales espero que España haga un gran campeonato. Las medallas no son fáciles y opciones tenemos bastantes, lo que hay que hacer es apoyarles y convencerles de que pueden estar ahí luchando por subir al podio.

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