martes, 13 de agosto de 2024

MO FARAH: "NO FUE FÁCIL CONTAR LA VERDADERA HISTORIA DE MI VIDA"

 

Lucas Sáez-Bravo

En la terraza de uno de los museos de arte moderno más importantes del mundo, Mo Farah y Alex Roca, el atleta español con parálisis cerebral, intercambian canastas y bromas. En el Centro Pompidou, donde Nike ha establecido su cuartel general durante estos Juegos, la leyenda británica recibe a EL MUNDO para explicar con pasión su historia vital, mucho más impresionante todavía que una carrera deportiva única. Ese niño que una red ilegal de trata llevó al Reino Unido con nueve años desde Somalilandia iba a ganar cuatro oros olímpicos.

¿Siente nostalgia al ver los Juegos?

He visto todas las carreras. Claro que lo extraño, porque me encantaba representar a mi país ganando medallas. Pero lo que no echo de menos es el trabajo duro, los cientos de kilómetros de entrenamiento, cada semana, las concentraciones estando lejos de la familia... Eso no. Pero sí añoro colocarme en la línea de salida y la competición contra otros atletas. Viendo, por ejemplo, la carrera de 1.500 masculina. Fue tan emocionante y espectacular. Y los que alguna vez hemos sido los protagonistas, lo echamos de menos.

¿Cuántos kilómetros corre ahora a la semana?

Estoy disfrutando de la jubilación, ya no corro tanto. Sólo trato de mantenerme activo. Sigo moviéndome, esa es la clave. Tengo cuatro estupendos hijos y con ellos hago mucho deporte. Los animo, corro con ellos. Y hago carreras suaves para despejar mi mente. He tenido una larga y emocionante carrera y ahora es el momento de sentarme, mirar a otros deportistas y estar involucrado en el atletismo que es el deporte que amo.

Hace dos años, en un documental en la BBC, impactó al mundo desvelando que en realidad no era Mo Farah, sino Hussein Abdi Kahin. Que le separaron de su madre, que llegó al Reino Unido en una red ilegal de trata, que le obligaron a trabajar de niño...

Sinceramente, no fue sencillo para mi contar la verdadera historia de mi vida. Pero esa era mi vida y se trataba de saber quién soy yo. Lo que me llevó a convertirme en un gran deportista. Desde el tráfico ilegal infantil de un niño llevado hasta el Reino Unido y los problemas por los que pasé después. Si no fuera por un profesor de deportes del colegio yo no estaría aquí. Y el deporte fue una salida para ser libre. Y cuando me visteis correr con esa energía, esa determinación para cruzar la línea de meta, peleando, eso era la historia de mi vida. Si no fuera por el deporte y por la gente que me ayudó, nunca hubiera estado en esa posición.

Fue su salvación.

Es importante para todos, no importa quién seas, tener una vida propia. Si no fuera por el deporte, no estaría aquí. Salvó mi vida. Fue una salida para ser libre.

Y, como pudisteis ver en mi carrera deportiva, lo hice divirtiéndome, fui muy feliz.

Su historia ha inspirado a muchas personas. ¿Qué mensaje les daría?

Cada ser humano merece ser un ser humano. Y yo sólo era un niño en ese momento. Pero, repito, el deporte fue lo que me salvó. Me dio algo en la vida que hubiera sido muy difícil de lograr. Y hay muchas personas con sus propias historias y problemas. Sólo le digo a la gente: "Cree en ti mismo. Eres fuerte, sigue adelante. Muchas veces dudo de mí mismo, no puedo hacerlo. Pero luego me levanto y voy al siguiente objetivo". Si estamos pasando por un problema de salud mental o de otro tipo, podemos superarlos. Hay que tratar de creer en ti mismo, ser fuerte, hablar con las personas adecuadas. Todos somos humanos y lo merecemos.

¿Guarda recuerdos de su infancia en África?

Sí, muchos. Cuando llegué de niño al Reino Unido fue un gran shock. Pero tengo grandes recuerdos de la gente, de ir creciendo. Cuando hice mi documental se trataba de llegar al fondo de todo eso, a cómo sucedió mi historia, por qué estaba aquí. Me alivió y me dio muchas respuestas sobre mí mismo. Descubrí nuevas cosas. Como mis hijos ahora, que crecen y te hacen más preguntas, eso me ocurría a mí. ¿Dónde estaba mi madre? ¿Dónde estaba mi padre? Se trata sólo de ser honesto. Siento alivio. Mucha gente de mi país me ayudó, me mostró valentía y apoyo. Sin mi familia no creo que lo hubiera podido hacer. Me siento feliz, relajado después de todo esto. Probablemente tú estás hablando con un nuevo Mo.

Alan Watkinson, el profesor de educación física que le acogió y le introdujo en el atletismo, fue su ángel.

Sin él hubiera sido muy difícil para mí unirme al club de atletismo. Descubrió mi talento, me dio los consejos adecuados y me guio hasta el club de corredores. Siempre me animó y nunca se rindió conmigo. En nuestras vidas necesitamos a personas en las que apoyarnos, que nos guíen, ayudarnos con esas millas extras que nos pone la vida por delante.

Llamó a su hijo Hussein.

Sí, quería mantener mis orígenes. Le llamé así porque era mi nombre de nacimiento, el que me dieron mis padres. Y después nunca nadie me llamó así, porque, obviamente se olvidó cuando me trajeron al Reino Unido. Cuando iba a nacer nuestro primer hijo, hablando con mi esposa, ella me dijo. "¿Por qué no le ponemos el nombre por el que nunca te han llamado?" Y por eso le llamé Hussein. Y su segundo nombre es Mo. Eso lo identificó con quién soy yo. Y eso demuestra lo importantes que son las personas y la familia en mi vida.

¿Recuerda el sentimiento de la primera carrera que ganó en su vida?

De niño recuerdo un cross que gané para mi escuela. Y a partir de ahí fue como, wow. Luego viajé al condado de Middlesex. Y tampoco olvidaré nunca la primera carrera internacional que gané, en la pista de Gotemburgo, Suecia, en un Europeo sub 20. Fue increíble. Después, en mi primer cross como sénior en Italia...

De todos sus oros, ¿cuál es el preferido?

Honestamente, Londres fue especial. Esos Juegos fueron increíbles en su conjunto. En mi ciudad, donde crecí. Ganar las dos medallas allí (5.000 y 10.000, lo iba a repetir en Río), fue inolvidable, con todo el país apoyándome. Todos detrás de mí. Ese sentimiento que tuve allí me empujó a querer ser todavía mejor deportista en los siguientes años.

¿Quién sería ahora si no fuera por el atletismo?

Es difícil saber cómo sería mi vida ahora o qué estaría haciendo. Probablemente lucharía, porque soy una de esas personas que tiene mucha energía. Y es importante usar esa energía de una manera positiva. Y el deporte me ayudó a sacar lo mejor de mí mismo. Y seguir adelante.

¿Quién es su atleta favorito actual?

Si miro todo el panorama actual y lo que ha ocurrido en los Juegos, sin duda Keely Hodgkinson. Ha estado increíble. Mostró valentía, coraje, compromiso... Y trabaja muy duro. Viendo su carrera de 800 con mis hijos, fue inspirador. Si ella puede hacerlo, con lo joven que es, yo quiero ser como ella. Y creo que para todos es importante tener un modelo a seguir. O alguien en nuestras vidas que pueda darnos esa energía positiva, e influenciarnos. Y mostrarnos que, si él o ella puede hacerlo, yo también puedo.


¿Y en la historia?

Uf, es difícil. Usain Bolt es probablemente uno de mis favoritos. Por la forma en cómo llevó su carrera deportiva, lo que hizo una y otra vez. Pero hay otros ejemplos maravillosos. Paula Radcliffe, Sebastian Coe... tantos grandes atletas que hemos tenido en el pasado. Es difícil elegir sólo uno.

La última. ¿Qué espera de la temporada del Arsenal?

¡Vamos! Lo hicimos muy bien la temporada pasada, segundos por detrás del City. Acabamos de hacer un gran fichaje (Riccardo Calafiori) y tenemos esperanzas. Ya tengo todos los abonos de la temporada para toda la familia.

martes, 6 de agosto de 2024

MI AMOR POR LOS 100 METROS Y LOS JUEGOS OLÍMPICOS

JOSÉ MANUEL MORENO

La extraordinaria final de los 100 metros del pasado domingo en París, me retrotrajo a mi amor por el atletismo, por los Juegos Olímpicos, (no Olimpiadas, por favor) y, especialmente, por la velocidad.

Este amor y devoción me viene nada menos que de 1972 y los Juegos de Múnich. Tenía yo 10 años, era ya futbolero a muerte pero comprendí que esos 15 días mágicos eran lo que más me gustaba del mundo del deporte. Aquella victoria del entonces soviético Valery Borzov, principalmente motivada porque dos de los grandes favoritos estadounidenses, Hart y Robinson, llegaron tarde a las series de calificación y dejaron expedito el camino al fenómeno ucraniano. Eso sí, para imagen de aquellos Juegos, la de los terroristas del comando palestino "Septiembre Negro" y su matanza sobre atletas israelíes. Aquella carrera de 800 metros con un americano (Wottle) provisto de una gorra que ganó, cuando a falta de cien metros, iba el último. El cuarto puesto de un españolito en los 10.000 metros llamado Mariano Haro, que nos acaba de dejar. 

Aquel americano llamado Mark Spitz y sus siete oros en la piscina muniquesa. Aquella controvertida final USA-URSS de baloncesto que aún hoy en día no es reconocida por los americanos. En definitiva, queridos amigos, que me enamoré de los Juegos Olímpicos. Y hasta nuestro días. Y dentro de ellos, los 100 metros lisos lo son todo para mi. En cierta ocasión, un querido compañero de los medios de aquí de Vélez-Málaga me preguntó por el evento que más me gustaba del mundo del deporte, si una final de Champions o un Campeonato del Mundo de boxeo, y mi respuesta rápida le sorprendió: la final de los 100 metros. He visto ganar a un triniteño (Hasely Crawford) por la calle 1 en Montreal 1976. He visto ganar con la gorra a Carl Lewis en Los Ángeles y, gracias al doping de Ben Johnson, en Seúl 88. He presenciado victorias de Linford Christie, Donovan Bailey, Maurice Greene, por tres veces del mejor de todos los tiempos, el inigualable Usain Bolt, y hasta de un italiano, Marcell Jacobs, en los Juegos de la pandemia, en Tokio 2020.Y hace 48 horas volví a experimentar la emoción de los prolegómenos que se hicieron largos a a algunos, pero que a mi me vinieron bien para disfrutar más de algo tan efímero que solo dura menos de 10 segundos. ¡Qué maravillosa final! No sabía ni quién había ganado. ¿Thompson? ¿Lyles? Finalmente fue el estadounidense de Florida, Noah Lyles, el extravagante e histriónico fan de Goku, cuya victoria vaticiné en Twitter. ¡Por 5 milésimas! 

Queridos amigos, hasta que muera, seré un fan incondicional de los Juegos Olímpicos, especialmente de mi deporte favorito, el atletismo y, por encima de todo y todos, de los insuperables 100 metros.

¡Larga vida a los Juegos Olímpicos!