JUANMA BELLÓN
AS.com
Los 1.500
metros pasan horas bajas en España, pero un persistente
balear está empeñado en que la distancia icono del país vuelva a la cima. Es
David Bustos, que cazó en Amsterdam la plata europea de milqui, en una carrera
muy táctica, en esas situaciones que esta disciplina se vuelve farragosa y
Bustos emerge. Sólo le ganó el noruego Filip Ingebrigtsen. Es la segunda vez
que el de Calviá sale al rescate, porque ya fue bronce continental en Helsinki
2012. Desde ahí, ningún hombre subió al podio en 1.500.
Una carrera tan lenta en esta distancia es una guerra de
resultado impredecible. Más si se pasa el 1.000 en torno a 2:40, ritmo
bajísimo. Todo el mundo tiene opciones y el más listo en gestión de fuerzas y
espacio suele ser el vencedor. El galardón al más inteligente en Amsterdam
recayó sobre Filip Ingebrigtsen (3:46.65), que ganó la carrera contra
pronóstico (el favorito era su hermano Henrik, encerrado y bronce). Y el
segundo premio fue para Bustos, el intrépido de Calviá que emergió como un rayo
en los últimos 60 metros
de un pelotón de candidatos de relumbrón (Carvalho, Tesfaye, Amdouni...).
Bustos había demostrado esta temporada estar en forma
(3:36.14, mínima para los Juegos), pero lo hizo fiel a su carácter. Tranquilo,
algo tímido, pero con una disciplina de trabajo descomunal y un talento
conocido desde su adolescencia, cuando batía récords y ganaba títulos
continentales júniors. Pasó en semifinales justo, en una serie complicada. Eso
le apartaba de las quinielas. Pero este sábado reseteó su mente para la final y
se puso manos a la obra en el tartán del Olímpico de Amsterdam. Sonó el disparo
y la carrera salió lenta, lentísima. 1:03 los 400 y Bustos pegado a la cabeza.
En el segundo puesto. Bien. Llegaron los 800 (2:10), más lentos todavía. Y
seguía bien. Pasó el 1.000 y sonó la corneta. Había ataques por todos las
flancos... Guerra sin cuartel.
Y ahí Bustos se quedó encerrado en el centro de un pelotón
que iba desbocado. En la contrarrecta, el de Calviá parecía descartado. Incluso
a falta de 100 metros ,
cuando estaba en el centro del grupo. Encerrado. Pero se abrió un hueco
milagroso. Bustos veía la luz. Y progresó, progresó y progresó... Hasta llegar
al segundo puesto. Como en Helsinki 2012, era medallista de nuevo. Tras el
menor de los Ingebrigtsen, el outsider de la prueba, Bustos vio el resultado de
las horas de trabajo de punta de velocidad con su nuevo técnico Toni Roig, con
el que se ha puesto en máxima forma esta temporada en Ibiza.
Esta quinta medalla de España se une a los oros de Beitia
(altura) y Hortelano (200), la plata de Sergio Fernández (400 vallas) y el
bronce de Toni Abadía (10.000). Acompañada de la eterna Ruth, la nueva
generación del atletismo español se está convirtiendo en realidad en estos
Europeos de Amsterdam. Y queda un día...
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