viernes, 4 de diciembre de 2009
Los Estados Unidos, el agujero más negro de la AMA
FERNANDO CARREÑO Marca.com
La Agencia Mundial Antidopaje se creó en 1999 pero su historia arranca mucho antes. En 1967, tras el fallecimiento del ciclista Tom Simpson, el Comité Olímpico Internacional había establecido la primera lista de sustancias prohibidas y los controles. Pero más de veinte años después encendieron de nuevo la alarma tanto el positivo de Ben Johnson en la final de los 100 metros de los Juegos de Seúl 88 como los métodos de preparación de deportistas en la RDA y en general el antiguo Bloque del Este.
Johnson fue sancionado y los sistemas ex soviéticos oficialmente desmantelados, pero en 1999 llegó el ‘Caso Festina’. Fue la prueba de que el dopaje no sólo seguía existiendo, sino que crecía. Por lo tanto, para enfrentarse al fraude, un enemigo que podía destruir la esencia misma del deporte, hacía falta una estructura fuerte y global. De ahí la rapidez desusada en la creación de la AMA y lo excepcional de su estructura, La AMA: una organización respaldada por el COI, pero independiente. coordinada y reconocida por los gobiernos, y financiada a partes iguales por unos y otros. El objetivo era que el Código Mundial Antidopaje que estableciera fuera reconocido y aceptado por todos para una actuación mundial armonizada.
Las listas de productos prohibidos de las Ligas Profesionales son mucho más reducidas que la de la AMA
Sin embargo, hay algunos lugares a los que o bien la AMA no llega, o bien no lo hace con fuerza. Curiosamente, uno de ellos es un país que hace bandera del Juego Limpio, pero al que siempre le ha costado horrores asumir que en algún caso puede estar colocado bajo un poder externo y sancionador, ya sea la ONU o el Tribunal de La Haya: los Estados Unidos.
Para comprenderlo hay también que analizar la estructura del deporte estadounidense, separado entre el deporte ‘amateur’, controlado por las Federaciones y el USOC (Comité Olímpico) y las Ligas Profesionales, con estructura completamente empresarial, y que no reconocen más reglas que las suyas propias y, a veces, las federales de Estados Unidos. Y estas Ligas son, en general, un agujero negro para la AMA.
Valga como ejemplo el caso del baloncesto. Los programas antidopaje están regulados por el convenio colectivo de la NBA que incluye, también, la lista de sustancias prohibidas, muchísimo más reducida que la de la AMA. Los esteroides anabolizantes no fueron incluidos hasta 1999, y no están EPO, enmascarantes… También hay un máximo de controles al año, pero ninguno fuera de temporada.
Un punto espinoso es qué sucede con estos jugadores cuando forman ‘Dream Teams’ para participar en competiciones internacionales. Siempre se ha sospechado que parte del acuerdo entre el COI, la FIBA, la NBA y US Basketball es que no hubiera controles, o bien no incluyeran las sustancias prohibidas por la AMA pero permitidas por la NBA.
Las Grandes Ligas de Beisbol iniciaron sus controles antidopaje en 2004 y la NHL en 2006
Esta, por su parte, se muestra refractaria al cambio. El comisionado David Stern se mostró contrario en 2008 a una legislación unificada y federal sobre dopaje en una comparecencia ante el Congreso de Estados Unidos, al igual que Bud Selig, de las Grandes Ligas de Béisbol, y Roger Godell, de la NFL. Rashard Lewis, positivo por esteroides, ha sido suspendido por… diez partidos.
Pero la situación es bastante peor en el caso del béisbol, hasta el punto de que ha pesado bastante en la exclusión del mismo del programa olímpico. El béisbol estadounidense ha vivido unos años sumido en un gran escándalo por la generalización en el consumo de esteroides anabolizantes. Estrellas como Barry Bonds, poseedor del récord de home runs, Álex Rodríguez, Roger Clemens, Jason Giambi, José Canseco, Miguel Tejada o Eric Gagne aparecieron complicados en el mismo, y también estrellas de los 90 como Mark McGwire y Sammy Sosa. A diferencia de en el baloncesto, la posición del béisbol como ‘Juego de América’ ha hecho difícil obviar los indicios de prácticas poco éticas.
En el año 2007 el senador demócrata George Mitchel publicó los resultados de un informe que arrojó la conclusión de que en el béisbol había una verdadera “cultura del dopaje”. Es una opinión común en el mundo que en el béisbol se tomó la decisión de mirar hacia otro lado sobre el uso de esteroides, que aumentan la capacidad muscular, capital en los bateadores, para tratar de que el juego ganase en vistosidad y recuperase el terreno que estaba perdiendo ante deportes más espectaculares. No hubo en las Grandes Ligas controles antidopaje hasta el año 2004, de tal forma que los sucesos ocurridos antes no podrán ser sancionados aunque algunos jugadores podrían verse en dificultades por haber mentido ante comités cuando declaraban bajo juramento.
Las sanciones tampoco tiene que ver con las usuales: un primer positivo se sanciona sólo con una advertencia y una terapia. Cinco positivos se sancionan con un año de suspensión. Entre medias, diversos periodos más cortos, contados por partidos o por tiempo.
Sin embargo, la reprobación social hacia estas prácticas no es grande, pese a que el convencimiento de que eran conocidas y toleradas es general. La deportiva es casi inexistente. El informe Mitchel fue calificado de “dañino” por representantes de las Grandes Ligas y el sindicato de jugadores declaró que ellos no tenían nada de que arrepentirse. Pero desde la publicación del informe Mitchel las cifras de home runs se han redujeron en 2008 en un 15%. A los niveles de 1993.
El Caso Balco evidenció la falta de costumbre en Estados Unidos en la lucha contra el dopaje
El béisbol, además, está conectado con el gran escándalo de dopaje del deporte estadounidense: el Caso Balco, que fue lo que ayudó al mundo de la potencia más importante del mundo del deporte a abrir los ojos a la realidad. En 2004 Trevor Graham, ex entrenador de los velocistas Marion Jones, estrella de los Juegos de Sydney, y Tim Montgomery, envió a la USADA, la organización antidopaje de Estados Unidos, una jeringuilla que contenía THG (Tetrahidrogestrinona), el primer esteroide creado específicamente para el dopaje, que habría sido desarrollado por el laboratorio BALCO, en California, y que estaría siendo usado para tratar a varios atletas de primer nivel. Hasta 2003 había sido indetectable.
A raíz de esta evidencia comenzó una cadena de investigaciones e inculpaciones que llevó a la suspensión, sobre todo, a Marion Jones y Montgomerie, entre los atletas, y a Víctor Conte, el jefe de los laboratorios, a prisión. Un colaborador de Conte, Greg Anderson, era el entrenador personal de la estrella del béisbol Barry Bonds, y éste reconoció que había empleado sustancias que éste le dio, pero sin saber qué eran.
La reacción del deporte USA evidenció la falta de costumbre en tratar con estos asuntos. Desde la Federación Estadounidense de Atletismo se proponía la sanción a perpetuidad, pero la misma IAAF lo desaconsejó al ser una medida fácilmente anulable por un tribunal. Finalmente la cosa quedó en las usuales sanciones de dos años.
Sólo el USOC pudo controlar a sus deportistas antes de los Juegos de Pekín
Sobre el hockey sobre hielo, baste señalar que la NHL no estableció controles antidopaje hasta 2006 y que entonces se dio a conocer que en los 1.406 realizados no había ningún positivo. Dick Pound dijo entonces, literalmente, que la NHL “engaña". Entre otras cosas, alegaba que la lista de sustancias prohibidas no es transparente, que omite muchas sustancias, y que hace las pruebas en periodos cuando es mínima la posibilidad de detectarlas.
En la actualidad, el caballo de batalla son los controles por sorpresa. Estos pueden ser realizados por las Federaciones Nacionales e Internacionales, correspondiendo a la AMA la creación y armonización de los reglamentos. Sin embargo, antes de los Juegos de Pekín la delegación olímpica estadounidense estuvo ‘protegida’ de controles internacionales al establecer el USOC la exclusividad de controles a sus atletas. Ningún agente externo tuvo acceso a ellos hasta el encendido de la llama olímpica. Sólo entonces tuvo acceso a ellos el COI.
Se hace camino al andar. Muy recientemente el USOC y la USADA, con la colaboración de las grandes ligas, han iniciado la lucha contra fabricantes de complementos alimenticios que incluían esteroides en su composición. Pero estos hechos muestran que aún queda mucho camino por recorrer en el autoproclamado paraíso del Juego Limpio.
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