TOMÁS CAMPOS
Marca.com
Zancada larga y verbo fácil. Adel Mechaal (Tetuán, 1990)
toma una manzanilla antes de irse a dormir en la víspera del Cross de Atapuerca
y sonríe entre sorbo y sorbo. Una sonrisa que le define. Recela de la prensa
tras un año complicado en el que tuvo que combatir una infundada acusación de
dopaje así que siempre resulta complicado sentarle en un sillón. Cada
entrevista con él es una carrera de 1.500, táctica y agotadora, pero cuando al
fin baja la guardia muestra al hombre que se esconde tras el atleta.
En el Mundial de Londres se quedó a 18 centésimas del
bronce. ¿Uno duerme bien esa noche?
La verdad es que cuando llegué al hotel me pegué una ducha
de agua fría y no paraba de darle vueltas porque nunca en mi vida había atacado
por dentro. No sé si vi tan claro el hueco o es que llegué a la última recta
con dudas sobre las fuerzas que me quedaban. Luego resultó que estábamos muy
parejos y que el adelantamiento fue como cuando se ponen dos camiones en
paralelo en una autopista, que se pasan muy lentamente. (Filip) Ingebrigtsen me
vio venir y me cerró, pero visto con perspectiva fue una reacción natural y yo
hubiera hecho lo mismo.
Pero cuando la Federación no quiso presentar una
reclamación, se enfadó ¿no?
Sí, pero mis abogados lo estudiaron y llegamos a la
conclusión de que la Federación tenía razón porque nos arriesgábamos a que me
descalificaran y es mejor un cuarto puesto que nada. La Federación noruega
podría haber presentado a su vez una reclamación asegurando que yo le había
empujado en la línea de meta.
Pensando en el Europeo de Berlín del próximo verano, ¿le
tiene ganas a Ingebrigtsen?
No hará falta esperar tanto porque me encuentro a los dos
hermanos mayores (son tres, Filip, Henrik y Jakob) en el Europeo de Cross de
Samorin. Creo que allí debería ganarles porque el recorrido, que es un
hipódromo, se adapta más a mis cualidades. Además, a Henrik ya le superé con
facilidad en el Europeo de Hyères en 2015, donde fui bronce. Otra cosa es que
ellos no sean muy competitivos en el campo a través porque realmente lo
utilizan como preparación de la pista cubierta así que tampoco me serviría para
sacarme la espina. Eso hay que hacerlo en un Mundial y el próximo es en
Birmingham, en marzo. Los dos mayores preparan el 3.000 y yo también correré
esa prueba.
¿Y con qué objetivo llegará al Mundial Indoor?
Muy claro. Quiero ser campeón del mundo con independencia de
a quien me tenga que enfrentar. Para que se entienda, si quedo segundo y me
gana un keniata me va a dar la misma rabia. Va a ser quitarme una espina para
meterme otra. No es cuestión de rencor o rabia es un asunto de rivalidad
deportiva y les quiero ganar, a los Ingebrigtsen y a todos. Ahora bien, ¿me
hace especial ilusión ganarles a ellos? Pues sí.
¿En el Europeo de Berlín va a doblar 1.500 y 5.000?
Correré 5.000 y 10.000 metros . Ya lo
estoy preparando con mi entrenador (Antonio Serrano).
Al final del Mundial de Londres dijo que quería ocupar el
trono de Farah ahora que se había pasado a la carretera. O sea, que va en
serio.
Por supuesto que voy en serio pero también es por un tema de
calendario, que en Berlín no permite doblar 1.500 y 5.000. El miércoles es la
semifinal de 1.500, el jueves descansaría, el viernes es la final de 1.500 y el
sábado es la final directa de 5.000. No hay ni un día de recuperación entre una
final y otra. La final de 10.000 es el martes y tienes cuatro días para
recuperar hasta la siguiente final. Esa es la razón. En el 10.000 voy a ser
competitivo aunque haya rivales con mejores marcas porque un campeonato no es
lo mismo que un meeting. Si hace un día ventoso o con lluvia, nadie saldrá a
tirar porque supondría un suicidio así que voy a tener opciones de medalla
porque en las carreras tácticas soy de los mejores de Europa.
¿Qué le dice el corazón en el asunto de Ilias Fifa?
Yo he tenido un año muy complicado porque se me ha acusado
injustamente y quiero pensar que a él le ha pasado lo mismo. No es un amigo,
pero sí un compañero y le mandé un mensaje para darle ánimos porque a mí me
hubiera gustado que lo hubieran hecho cuando lo estaba pasando muy mal. Hay que
respetar siempre la presunción de inocencia y él ha negado que hubieran
encontrado EPO en su casa. Yo no me pongo en la piel de Fifa sino en la de sus
familiares porque he visto a los míos sufrir. Es muy doloroso que todo el mundo
te diga que tu hijo es un dopado aunque él te jure que no ha hecho nada malo.
Volviendo al Europeo de Cross, ¿cómo llega a Samorin?
Estoy mucho más fuerte que el año pasado a estas alturas. Y
mejor que cuando fui bronce en 2015. Voy mucho más rápido en los
entrenamientos.
Tiene 26 años así que le queda su mejor época como atleta.
Me queda mi apogeo. Mo Farah explotó a los 27 años.
¿Cree entonces que el año de su consagración pueder ser
2018?
No, creo que será 2019 en el Mundial de Doha. Si el
calendario lo permite, me gustaría doblar 1.500 y 5.000. Esa es mi idea hasta
los Juegos de Tokio 2020. El plan que tengo hablado con Antonio (Serrano) es
correr esas dos pruebas en la capital japonesa, 5.000 y 10.000 en París 2024 y
el maratón en Los Angeles 2028 con 37 años para cerrar mi carrera deportiva.
Vaya, es impresionante que lo tenga todo tan estudiado.
Pues sí. Tengo mi vida muy planificada. Hasta el 15 de
septiembre de 2020 tengo excedencia como funcionario en el Ayuntamiento de
Calonge (Girona). La pillé después del Mundial de Pekín en 2015 para preparar
Río y Tokio y cuando pase la cita nipona será el momento de evaluar hasta dónde
he llegado y si me quiero dedicar más profesionalmente al atletismo o vuelvo a
mi puesto de trabajo, en el que entré con 18 años. Tienes que haber trabajado
al menos cinco años para pedir la excedencia y yo estuve seis en mi puesto.
Empezó muy joven, ¿no?
A esas edad no sabía si me iba a dedicar al atletismo o al
fútbol pero el cuerpo, que es sabio, tomó su propia decisión porque me lesioné.
Jugaba de lateral derecho en el Palamós, en Tercera división, pero tuve que
elegir y me decanté por el atletismo, entre otras cosas porque ganaba dinero
con las carreras populares. Además, llegué a la conclusión que disfrutaba más
corriendo que subiendo la banda. Yo era muy sacrificado jugando al fútbol y me
enervaba que hubiera compañeros que no tuvieran el mismo compromiso.
¿Cuánto tiempo lleva viviendo en Madrid?
Un año y dos meses.
¿Le ha cambiado la vida?
Lo primero y decisivo es la comodidad en el entrenamiento.
Madrid ofrece lo fundamental para un atleta de élite. Tengo Navacerrada para
dormir en altura (1.900
metros ), tienes la Casa de Campo que es brutal y tienes
las instalaciones del CSD que son impresionantes.
¿Y le gusta para vivir?
Bueno, lo que noto que me falta a veces es el mar. Por lo
demás, me he adaptado muy bien y estoy muy a gusto. Hasta 2020 me quedaré en
Madrid si no cambia mucho la cosa.
¿El hecho de vivir en Madrid le ha cambiado su perspectiva
de la situación catalana?
No es tan sencillo. En Cataluña hay un problema, una
fractura social, y hay que buscar una solución, y no se va a solucionar
encarcelando a la gente. Hay que dialogar para salir de este callejón buscando
un acuerdo que beneficie a todos. La gente está harta de que cada dos por tres
corten carreteras y vías del tren, de que los niños se queden en casa porque no
pueden ir al cole. Esto no lo quiere nadie, ni los independentistas ni los no
independentistas. España es un país precioso y plural con diferentes culturas,
diferentes lenguas y diferentes tradiciones y hay que aprender a valorarlas.
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