JUANMA BELLÓN
AS.com
-Tiene
el listón de 2,45, la altura de su plusmarca mundial, en la puerta de casa.
-Esta
varilla, el listón, me hace recordar cada día que tengo la mejor marca mundial
de la historia. También el Museo del Deporte Cubano lo tiene puesto en la
entrada, que por allí también paso con frecuencia, y en el Museo Olímpico de
Lausana igualmente está. Así que hay varias cosas que me hacen tener presente
ese salto. Aquí en Cuba es una marca reconocida y supone un orgullo.
-Han
pasado 26 años de su último récord mundial, el 27 de julio de 1993 en Salamanca,
y todavía sigue vigente.
-Así
es. Pero no olvide que esa no fue mi primera plusmarca. Todo comenzó con el
2,43 de hace 31 años (en 1988), también en Salamanca (le quitó el tope al sueco
Sjöberg). Después llegó el 2,44 en San Juan (Puerto Rico) en 1989, y luego ese
día del 2,45 en Salamanca. En los dos últimos récords todo el mundo se abalanzó
hacia la colchoneta para celebrar las marcas.
-¿Tiene
la sensación de que pudo llegar más lejos? Por algún entrenamiento o algo...
-En
entrenamiento nunca salté más de 2,40, así que por ahí no, pero en competición
si podría haber llegado más lejos de no haberse muerto mi entrenador (José
Godoy) tan temprano. Falleció tras el récord de 2,44, y aunque el 2,45 vino
después, ya no era lo mismo.
-¿Le
cambió la vida ser el plusmarquista mundial?
-Como
atleta, sí, pero como persona, no, porque yo siempre me he sentido igual. Eso
sí, acarrea unos compromisos y una responsabilidad con tu familia, tus
seguidores, tu gente...
-¿Una
medida gráfica del récord mundial?
-Es
como saltar un larguero de fútbol, que mide 2,44, y al que le guste el
voleibol, la red masculina está en 2,43.
-Siente
que con el tiempo su récord ha ganado valor...
-Sí,
porque han pasado muchos años. Más hoy en día, con tanta tecnología y la
ciencia que se aplica al deporte. Así que, por supuesto, que tiene un valor
extra. En Cuba nos ayudó la capacidad de superación y nuestros entrenadores.
-También
fue oro en Barcelona 1992.
-Sí,
eso como medalla para mí fue lo máximo. El título olímpico es lo que todos
anhelamos. Antes podía haber estado en dos Juegos, pero no pude asistir. Así
que me hizo una ilusión especial. La recuerdo como una final estratégica y fue
uno de los mayores regalos de la vida.
-En
Sídney 2000 cazó una plata...
-En
Atlanta 1996 me lesioné y la final de Sídney se desarrolló con lluvia, que ahí
yo era pésimo, porque me obligaba a cambiar mi técnica. Salté 2,32 y llegó el
agua. Cogí una plata, en ese momento no estaba feliz, pero después ya sí.
-Récord
mundial en Salamanca, oro en Barcelona... Su vida está conectada a España.
-Sí.
Muchísimo. Gané varios títulos, obtuve el Premio Príncipe de Asturias, me
preparé mucho en Guadalajara, Alcalá de Henares, Coslada... y todo hace que me
sienta muy ligado a España. Además, actualmente tengo la nacionalidad. Me hace
mucha ilusión recoger todos los premios, pero los cubanos y españoles son un
orgullo mayor.
¿Pensaba
que su récord mundial duraría tanto?
-Cuando
lo hice por primera vez en 1988 nunca pensé que 31 años después sería el
plusmarquista. Tanto no.
-¿Quiere
que caiga su récord?
-No
(se ríe). ¿Cómo voy a querer? Convencido estoy de que se batirá, pero no es que
anhele que se haga rápido. Cuando toque. Es una marca sin fecha de caducidad,
como los productos. Los puedes consumir en un mes, en un año, en dos, en
tres... No sabes cuándo se lo va a tomar alguien.
-Sabe
que también tiene el Premio AS Barshim, que saltó 2,43, ¿le ve candidato?
-De
momento, es el único que puede hacer la plusmarca. No veo a otro saltador con
posibilidades.
-¿Qué
diferencias hay entre Barshim y usted?
-Cada
cual tiene sus características. Él es bien técnico y buen competidor y yo
dependía de mi potencia y mi fuerza.
-Tiene
buena relación con Iván Pedroso, que ahora triunfa como entrenador en España
(Yulimar Rojas, Peleteiro...).
-Sí,
somos muy buenos amigos. Iván fue grande, pero también hubo atletas
espectaculares como Juantorena, Quirot, Quesada... A que haya tanto talento
ayuda el sistema deportivo de Cuba, que tenemos grandes entrenadores que saben
detectar figuras.
-¿Qué
es lo que más le apasiona del salto de altura?
-La
elegancia y la técnica. Y la forma de competir, que se disfruta. Porque cada
atleta que intenta un salto sabe lo que representa. El público goza y los
deportistas se tensan a medida que la varilla sube.
-¿Cómo
vivió la retirada? Estuvo en una banda de música.
-A
mí siempre me gustó la música y su mundo. Y, en 2001, cuando no había dado mis
últimos saltos, tenía mi banda: Salsa Mayor. El ritmo es importante para la
música, pero también para el salto de altura. En mi vida paro por La Habana,
que tengo mis hijos.
-Y
está muy vinculado al equipo cubano de atletismo.
-Fui
mánager de la selección por ocho temporadas y ahora soy el secretario general
de la Federación. También entreno a dos atletas.
-¿Son
saltadoras de altura?
-Claro,
hombre. No voy a entrenarlas en vallas (ríe).
-¿Cómo
ve el atletismo cubano? Tienen talentazos como Juan Miguel Echevarría.
-Creo
que en Tokio 2020 los resultados serán mejores que los de Doha, que tuvimos
tres medallas. Juan Miguel es el candidato que puede llegar a los nueve metros
en longitud. Tiene el talento para hacerlo.
-Y
hablando de límites, ¿cuál será el del salto de altura?
-Es
muy difícil decir eso. Creo que el tope del ser humano es 2,50, pero ya no
estaré yo en vida. Lo saltará, pero en los próximos 50 años no sucederá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario