martes, 3 de diciembre de 2019

SOTOMAYOR: ¿CÓMO VOY A QUERER QUE BATAN MI RÉCORD DEL MUNDO?


JUANMA BELLÓN
AS.com

-Tiene el listón de 2,45, la altura de su plusmarca mundial, en la puerta de casa.
-Esta varilla, el listón, me hace recordar cada día que tengo la mejor marca mundial de la historia. También el Museo del Deporte Cubano lo tiene puesto en la entrada, que por allí también paso con frecuencia, y en el Museo Olímpico de Lausana igualmente está. Así que hay varias cosas que me hacen tener presente ese salto. Aquí en Cuba es una marca reconocida y supone un orgullo.

-Han pasado 26 años de su último récord mundial, el 27 de julio de 1993 en Salamanca, y todavía sigue vigente.
-Así es. Pero no olvide que esa no fue mi primera plusmarca. Todo comenzó con el 2,43 de hace 31 años (en 1988), también en Salamanca (le quitó el tope al sueco Sjöberg). Después llegó el 2,44 en San Juan (Puerto Rico) en 1989, y luego ese día del 2,45 en Salamanca. En los dos últimos récords todo el mundo se abalanzó hacia la colchoneta para celebrar las marcas.

-¿Tiene la sensación de que pudo llegar más lejos? Por algún entrenamiento o algo...
-En entrenamiento nunca salté más de 2,40, así que por ahí no, pero en competición si podría haber llegado más lejos de no haberse muerto mi entrenador (José Godoy) tan temprano. Falleció tras el récord de 2,44, y aunque el 2,45 vino después, ya no era lo mismo.

-¿Le cambió la vida ser el plusmarquista mundial?
-Como atleta, sí, pero como persona, no, porque yo siempre me he sentido igual. Eso sí, acarrea unos compromisos y una responsabilidad con tu familia, tus seguidores, tu gente...

-¿Una medida gráfica del récord mundial?
-Es como saltar un larguero de fútbol, que mide 2,44, y al que le guste el voleibol, la red masculina está en 2,43.

-Siente que con el tiempo su récord ha ganado valor...
-Sí, porque han pasado muchos años. Más hoy en día, con tanta tecnología y la ciencia que se aplica al deporte. Así que, por supuesto, que tiene un valor extra. En Cuba nos ayudó la capacidad de superación y nuestros entrenadores.

-También fue oro en Barcelona 1992.
-Sí, eso como medalla para mí fue lo máximo. El título olímpico es lo que todos anhelamos­­­. Antes podía haber estado en dos Juegos, pero no pude asistir. Así que me hizo una ilusión especial. La recuerdo como una final estratégica y fue uno de los mayores regalos de la vida.

-En Sídney 2000 cazó una plata...
-En Atlanta 1996 me lesioné y la final de Sídney se desarrolló con lluvia, que ahí yo era pésimo, porque me obligaba a cambiar mi técnica. Salté 2,32 y llegó el agua. Cogí una plata, en ese momento no estaba feliz, pero después ya sí.

-Récord mundial en Salamanca, oro en Barcelona... Su vida está conectada a España.
-Sí. Muchísimo. Gané varios títulos, obtuve el Premio Príncipe de Asturias, me preparé mucho en Guadalajara, Alcalá de Henares, Coslada... y todo hace que me sienta muy ligado a España. Además, actualmente tengo la nacionalidad. Me hace mucha ilusión recoger todos los premios, pero los cubanos y españoles son un orgullo mayor.

¿Pensaba que su récord mundial duraría tanto?
-Cuando lo hice por primera vez en 1988 nunca pensé que 31 años después sería el plusmarquista. Tanto no.

-¿Quiere que caiga su récord?
-No (se ríe). ¿Cómo voy a querer? Convencido estoy de que se batirá, pero no es que anhele que se haga rápido. Cuando toque. Es una marca sin fecha de caducidad, como los productos. Los puedes consumir en un mes, en un año, en dos, en tres... No sabes cuándo se lo va a tomar alguien.

-Sabe que también tiene el Premio AS Barshim, que saltó 2,43, ¿le ve candidato?
-De momento, es el único que puede hacer la plusmarca. No veo a otro saltador con posibilidades.

-¿Qué diferencias hay entre Barshim y usted?
-Cada cual tiene sus características. Él es bien técnico y buen competidor y yo dependía de mi potencia y mi fuerza.

-Tiene buena relación con Iván Pedroso, que ahora triunfa como entrenador en España (Yulimar Rojas, Peleteiro...).
-Sí, somos muy buenos amigos. Iván fue grande, pero también hubo atletas espectaculares como Juantorena, Quirot, Quesada... A que haya tanto talento ayuda el sistema deportivo de Cuba, que tenemos grandes entrenadores que saben detectar figuras.

-¿Qué es lo que más le apasiona del salto de altura?
-La elegancia y la técnica. Y la forma de competir, que se disfruta. Porque cada atleta que intenta un salto sabe lo que representa. El público goza y los deportistas se tensan a medida que la varilla sube.

-¿Cómo vivió la retirada? Estuvo en una banda de música.
-A mí siempre me gustó la música y su mundo. Y, en 2001, cuando no había dado mis últimos saltos, tenía mi banda: Salsa Mayor. El ritmo es importante para la música, pero también para el salto de altura. En mi vida paro por La Habana, que tengo mis hijos.
-Y está muy vinculado al equipo cubano de atletismo.
-Fui mánager de la selección por ocho temporadas y ahora soy el secretario general de la Federación. También entreno a dos atletas.

-¿Son saltadoras de altura?
-Claro, hombre. No voy a entrenarlas en vallas (ríe).

-¿Cómo ve el atletismo cubano? Tienen talentazos como Juan Miguel Echevarría.
-Creo que en Tokio 2020 los resultados serán mejores que los de Doha, que tuvimos tres medallas. Juan Miguel es el candidato que puede llegar a los nueve metros en longitud. Tiene el talento para hacerlo.

-Y hablando de límites, ¿cuál será el del salto de altura?
-Es muy difícil decir eso. Creo que el tope del ser humano es 2,50, pero ya no estaré yo en vida. Lo saltará, pero en los próximos 50 años no sucederá.

No hay comentarios: