Montserrate Hernández
AS.com
—¿Qué le trae de vuelta por España?
—Es la segunda vez que estoy en su país. Competí en el
meeting de Madrid en 2011, donde gané. Me encanta. Si tuviera que irme de
Estados Unidos, este es uno de los lugares que me gustaría para quedarme a
vivir. Y quiero ayudar a crecer a mi marca. (XTEP, la firma de ropa deportiva
que luce el Villarreal, le invitó a una serie de actos promocionales).
—¿En qué momento de su vida deportiva se encuentra a sus 32
años?
—Diría que estoy en el mejor momento físico de mi carrera.
Mentalmente estoy preparándome para afinar más aún.
—Los atletas atraviesan por un año de transición, sin Juegos
Olímpicos ni Mundiales al aire libre. ¿Qué citas aparecen en las primeras hojas
de su calendario?
—Es un año extraño, pero hay que entrenarse igual para
mantenerse al máximo nivel. Empezaré la temporada el 3 de mayo, en Jamaica. A
partir de ahí, el 11 participaré en Tokio; el 18, en Shanghai; y el 21, en
Pekín.
—No es habitual para un velocista permanecer tantos años en
la élite. En su caso, con una interrupción de cuatro años por dopaje. ¿Cuál es
el secreto para estar, pasada la treintena, a este nivel?
—Siempre me entreno para mejorar. Así, quiero ganar al Justin
de 2013, y el Justin de 2013 quiso ganar al Justin de 2012. Es mi gran
objetivo.
—Hemos hablado de sus próximas competiciones. ¿Pero cuál es
su próximo gran objetivo?
—Esta temporada quiero romper el récord americano (9.68) y
ganarme un puesto para los Mundiales de 2015. Pienso en los Juegos Olímpicos de
Brasil, en 2016, donde aún no he estado; y en el Mundial de Londres, en 2017.
—Ha sido el único velocista capaz de superar a Usain Bolt,
al que ganó en junio pasado. ¿Cree que es el mejor de la historia?
—Es un gran atleta, capaz de correr a nueve-cinco. Tenemos
una rivalidad de caballeros. Somos competidores en la pista y amigos fuera de
ella. Nos llevamos bien. Respeto a todos los rivales, porque también hay gente
joven muy buena.
—¿Es posible bajar de 9.58?
—Sí. Y espero ser yo quien lo consiga.
—¿Cómo prepara los Trials (pruebas de selección) en Estados
Unidos?
—(Risas) Yo diría que estoy hasta más nervioso en esas
pruebas. Los Trials son más laboriosos, incluso, que un Mundial o unos Juegos Olímpicos.
Para superar a tantos atletas buenos debo estar siempre preparado al máximo.
—España atraviesa por un momento dulce en deporte. ¿A qué
deportista admira o quién le parece un ejemplo?
—Diría que Pau o Marc Gasol, a los que tengo cerca en
Estados Unidos. Sin embargo, me gusta mucho Cristiano Ronaldo. Es un jugador
físico, con una gran estatura. Cristiano puede saltar muy alto y es
tremendamente rápido. Trabaja muy duro, como un verdadero atleta.
¿Sería Cristiano bueno en el atletismo?
—Sí, por supuesto. Es un gran atleta. ¿Por qué no? Creo que
él es muy completo. No solo físicamente, sino que también es un hombre guapo
(risas). Podría ser muy comercial en Estados Unidos.
—En España el dopaje es un tema sensible. Desde Estados
Unidos, ¿cómo se ve a España en este sentido?
—El dopaje es una parte de todos los deportes en general.
Algo que sabes que va a suceder. Es como si tienes sol, también sabes que vas a
tener lluvia. Y en este aspecto, en absoluto creo que España esté manchada por
el dopaje. De hecho, en los últimos años los deportistas españoles están muy
arriba en todo el mundo y sin más problemas que en otros países.
—Si hablamos de dopaje, usted cumplió una sanción de cuatro
años que podría haberle retirado del atletismo. ¿Al final le hizo más fuerte?
—Creo que esa sanción fue una bendición disfrazada. Tal vez,
si quieres llamarlo así, fue un regalo y una maldición. Un regalo envenenado
para después rendir con más fuerza. Demostré lo que había pasado y colaboré con
la justicia. Es muy difícil para un atleta saber lo que ocurre a su alrededor y
mantenerse al día con todo lo que sucede y con las personas que le rodean. Los
atletas también podemos ser víctimas en estas situaciones.
—¿Considera un error el haberse dopado?
—Por un lado, fue un error por mi parte por rodearme de las
personas equivocadas, a las que no tuve que darles mi confianza. Pero también
fue una injusticia ver que otras situaciones no fueron tratadas igual.
—¿Qué parte asume de aquel error?
—¿Mi error? Me reafirmo en lo que dije. Fue cosa de un
fisioterapeuta. La lección que aprendí es que debes tener un círculo de amigos
y preparadores más cercano, de más confianza. Aquello me enseñó a ser un hombre
y mejor deportista.
—¿Qué fue lo más duro de esos cuatro años?
—Lo peor fue no poder correr. Amo competir. Soy un fanático
de mi deporte y me dolió no poder defender mis tiempos en la pista.
—¿En qué espejo se ha mirado como atleta?
—Hay una gran colección de estrellas de mi deporte, como Ben
Johnson, Maurice Greene… De los deportistas americanos, admiro a Bo Jackson.
Jugó en las grandes ligas en béisbol y en fútbol americano durante varios años
a la vez. Y lo hizo muy bien. Él es el único que ha conseguido participar en un
juego de estrellas en dos deportes diferentes. Me gustan los deportistas
completos.
—Usted también lo intentó en el fútbol americano durante su
sanción de cuatro años. ¿Cómo le fue?
—(Se ríe). Sí, lo hice. Ahora le tengo mucho respeto a ese
deporte después de estar en el campo y ser parte de un equipo. Llegué a
realizar la pretemporada, pero no jugué. Me sentía como un pez fuera del agua.
Sentí que el atletismo era mi casa, así que le dije a mi agente: ‘Voy a volver
al atletismo’.
—¿Cuál es el mejor momento de su carrera deportiva: el oro
de los Juegos de Atenas o el día que venció a Usain Bolt?
—Ganar el oro en Atenas en 2004, sin duda. Eso implica ser
el mejor del mundo. No hay nada superior a eso.
—Por último, con 32 años, ¿ve en el horizonte el final de su
carrera?
—No. Un verdadero campeón sabe cuándo debe dejarlo. A veces
he pensado en 2017 como fecha de mi adiós, pero tuve un sueño hace poco en el
que me encontraba corriendo en los Juegos Olímpicos de 2020. En la actualidad,
soy el hombre viejo más rápido del mundo, así que ¿por qué debería parar?