TOMÁS CAMPOS
MARCA.com
“Las grandes caídas cambian a la gente”. Es más que evidente que Salman Rushdie no pensaba en Quique Llopis (Bellreguart, 2000) cuando en 1988 publicó su polémico libro ‘Los versos satánicos’ pero su reflexión viene a colación ahora que el vallista valenciano regresa por la puerta grande a un Europeo indoor, el campeonato donde empezó todo en Glasgow 2019, cuando sólo tenía 18 años.
Aquel fue su debut como internacional absoluto y no pasó de semifinales, en una competición marcada por su terrible caída en Estambul cuatro años después, cuando tropezó con la última valla y quedó tendido e inmóvil sobre el tartán gris del Ataköy Arena. Llopis represa ahora a la principal cita continental de pista cubierta como subcampeón de Europa al aire libre y cuarto clasificado en los pasados Juegos de París.
Tuvo que ser atendido por los servicios médicos, que le colocaron un collarín.
“Estoy en un gran estado de forma así que hay que aprovecharlo y salir a darlo todo. Me iría satisfecho de Apeldoorn si soy competitivo y estoy en mis mejores marcas. Si hago eso pero otros son mejores que yo sólo me quedará darles la enhorabuena y no me podré reprochar nada porque habré dado mi cien por cien sin cometer errores”, reflexiona el ‘jefe’ de las vallas altas en España.
Un reto que pasa “muy posiblemente” por un nuevo récord nacional: “A ver, es verdad que al final las marcas son sólo números y luego hay que correr así de rápido en el propio campeonato, pero no tengo ninguna duda de que los favoritos van a rendir bien y que gente que está por detrás en el ranking nos va a sorprender. Lo que también tengo claro es que estoy para correr por debajo del récord de España –una marca, 7.48, que Llopis igualó por dos veces el pasado viernes en el World Indoor Tour Madrid–”.
Una mejora que ha implicado un cambio técnico. Llopis lo explica así: “Lo que hago ahora es atacar la valla desde un poco más lejos para no perder tanta velocidad. El reto es mantener una mejor velocidad media sin que acuse un cierto cansancio físico. Es un cambio que se va a notar sobre todo al aire libre, que es mi principal objetivo cada temporada”.
Quique Llopis alucina con la evolución de Abel Jordán, la gran esperanza de la velocidad española: “No somos conscientes de lo que hizo en el Campeonato de España porque correr los 60 lisos en 6.54 y los 60 vallas en 7.53 es una barbaridad. Es un chaval que rinde extremadamente bien en ambas pruebas y no me sorprendería que bajase de los 10 segundos en los 100 metros este mismo año”.
Y es que el vallista valenciano valora la posibilidad de bajar por fin de los 7.45 en los 60 vallas pero tiene claro cuál es su gran reto: “Sin duda bajar de los 13 segundos. Ese es el sueño de todo gran vallista junto a ser campeón olímpico. Es una barrera tanto física como psicológica pero yo no me pongo ningún límite y si seguimos trabajando como hasta ahora, podemos estar dando un rendimiento muy cercano a esa barrera si me sale la carrera perfecta”.
Hace dos años, la plata europea en Roma vivió la cara más amarga del deporte pero él saca la parte positiva de lo acontecido en aquel Europeo: “Si a día de hoy estoy dando este rendimiento es gracias en parte a la caída de Estambul porque me hizo aprender muchísimo. Pagué la novatada porque fue el primer campeonato en el que estaba a un nivel como para luchar por las medallas y esa tensión me pasó factura por querer correr más de lo que realmente podía”.
Pagué la novatada porque fue el primer campeonato en el que estaba a un nivel como para luchar por las medallas y esa tensión me pasó factura por querer correr más de lo que realmente podía
“Hace más de un año que no veo el vídeo de esa carrera pero en su momento sí que lo hice varias veces, más que nada para apreciar los errores que había cometido. No recuerdo esa caída como una pesadilla porque al final la recuperación fue más rápida de lo esperado y sólo estuve un mes o poco más de baja por una pequeña hemorragia en el tímpano que me impedía hacer grandes esfuerzos hasta que se reabsorbiera”, añade.
Una historia bien distinta es su recuerdo de París: “Es verdad que cuando acabé la carrera no estaba satisfecho y pensé ‘joder, cuarto’, algo de lo que no estoy orgulloso porque era toda una final olímpica y además me quedé a más de una décima de las medallas, que en los 110 vallas es un mundo. Sabía que no había hecho mi mejor carrera y eso me daba rabia pero a día de hoy sí que estoy plenamente satisfecho con mi rendimiento en París porque iba como noveno o décimo del ranking y mejoré muchas posiciones en la competición más importante”.
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