CARLOS ARRIBAS
El País.com
Atleta libre de toda sospecha hasta entonces, el orgullo del deporte español incluso, la mejor de la historia, la serie negra de Marta Domínguez comenzó en diciembre de 2010, cuando la Guardia Civil registró su domicilio en Palencia y la imputó por un presunto delito de dopaje en la Operación Galgo. Aunque la juez archivó la causa, no sin reflejar en un auto que consideraba que Marta Domínguez había sido sujeto pasivo en una trama de dopaje en la que figuraba su entrenador, César Pérez, la Operación Galgo pemitió también que la Guardia Civil concluyera que Urco, uno de los nombres en clave de los clientes de Eufemiano Fuentes en la Operación Puerto (un nombre que figuraba en varias bolsas de sangre confiscadas) correspondía a Domínguez, dueña en su tiempo de un perro con el mismo nombre.
Pese a todo, Marta
Domínguez consiguió una rehabilitación social plena, plasmada en su elección
por Palencia como senadora por el PP en noviembre de 2011. Tras su maternidad
regresó también al atletismo con el objetivo de los Juegos de Londres, en los
que compitió lesionada, y como figura promocionada por la federación española,
de la que había sido vicepresidenta. Apoyo que ella devolvió manifestando
públicamente su respaldo al candidato José María Odriozola, el presidente de
los últimos 25 años. Después de amagar con pasarse al maratón, apenas ha
competido los últimos meses.
Su presunta implicación en
la Operación Puerto se reforzó durante el reciente juicio y cuando este diario
publicó varios documentos que establecían que su relación como cliente de
Eufemiano Fuentes databa de finales de los años 90, en los primeros años de su
carrera.
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