JUANMA BELLÓN
AS.com
Jordi Llopart ha conocido el cielo y el infierno. El catalán
fue, en los años 70 y 80, el pionero del deporte español al que puso en el mapa
con su oro europeo en 50 km
marcha (Praga 1978) y con la plata en los Juegos de Moscú (“Se nos empezó a
tomar en serio”, decía). Pero la vida le dio un revés en 2012, cuando un cambio
político en México acabó con su trabajo como asesor de marcha en el país
azteca.
Llopart regresó a España y “como una víctima más de la
crisis” fue condenado al paro. Tuvo que vivir con los 426 euros de la ayuda a
parados de larga duración... “Fueron dos años de llamar a todas las puertas y
nada de nada”. Algún medio se hizo eco de su situación... y ahora, con 62 años,
vuelve a ver la luz. La empresa americana Bluebonnet, de nutrición y
complementos, le ha contratado “como responsable del área deportiva, para dar
charlas, escribir en el blog” y esporádicamente aconsejará a la selección
japonesa de marcha en técnica (“pienso que algo sé”, cuenta).
Feliz. “Me gusta porque sigo relacionado con el deporte.
Siempre digo que no me jubilaría ni aunque tuviese una cotización digna, que no
tengo la suficiente... Pero no hay ganas, peso 61 kilos, hago deporte a diario
y me mantengo en forma”, cuenta Jordi, casado con la exmarchadora lituana
Sonata, que también hace de padrazo con sus hijas Karina (cuatro años) y
Victoria (10 meses). De otro matrimonio tiene dos hijas más (33 y 39 años) y
tres nietos. “Los sobrinos son mayores que las tías”, sonríe.
El héroe de Moscú 1980 rezuma optimismo, pero confiesa que
los dos años en blanco fueron “terribles”. Pese a sus diplomaturas (Enfermería
y Turismo), haber sido entrenador, y hablar varios idiomas, nadie le encontraba
hueco. Y sintió la decepción de algunas personas cercanas: “Mucha gente que
antes quería salir junto a mí en las fotos me falló. Algunos me prometieron el
oro y el moro, y no me dieron nada”. Cayó en una depresión. “Sufría estrés,
angustia...”. Y contactó con el psicólogo del CAR de Sant Cugat, Pep Marí, que
le ayudó. “A cada paso me repetía, yo puedo, venga Jordi, que puedes... Nunca
dejé de luchar”. También el COE le asistió. Y encontró “gente nueva” que le
apoyó: “Es renovarte o morir”. Pero revela: “Aún tengo deudas y pagos por
realizar. En mi fuero interno quiero devolverlo todo”.
A sus medallas y a sus días olímpicos les tiene “cariño”,
pero no mira atrás: “No vivo de recuerdos, aunque sigo manteniendo una gran
amistad con José Marín (el otro pionero de la marcha). Es cierto que la gente
me reconoce y se dice siempre ‘desde que Llopart fue medalla...”. Recién
llegado de Kobe, donde presenció los nacionales nipones, a Jordi se le ve
pasear haciendo fit-walking (híbrido entre caminar y marcha) en Canet de Mar,
donde cada día lleva al cole a Karina y Victoria. Va con alegría... Vuelve a
ser un currante.
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