Inocencio Arias
Estos días en Estados Unidos se habla mucho de la ley del embudo. Los republicanos se regodean mencionándola y ha producido varias víctimas, entre otras la del antiguo senador Tom Daschle, que ha debido retirar su candidatura al puesto de ministro de Sanidad. El descubrimiento de que hasta hace días no había pagado 148.000 dólares de impuestos ha suscitado comentarios agrios sobre el doble rasero que se aplica a una persona importante o al Joe Smith de la calle a la hora de tratar con el Fisco. Un senador republicano decía: "No es raro que los demócratas quieran subir los impuestos. Ellos no piensan pagarlos". El affair Daschle es un buen quebradero de cabeza para Obama.
Otro parecido tiene Leon Lott, el Sherriff del condado de Carolina del Sur, en que se encuentra la Universidad donde, según testimonios gráficos, Michael Phelps se estaba poniendo ciego con marihuana. Lott tiene que decidir si lo manda ante el juez.
No es muy edificante que el atleta ejemplar que ha logrado ocho medallas olímpicas sea sorprendido fumando marihuana. Y fotografiado. Los críos y los jovencitos, que lo ven como un modelo, estarán tentados de imitarlo. Hay que apartar a los críos de cualquier droga, por supuesto, pero el tema, con todo, tiene su dosis de hipocresía y doble rasero. En un país en que el 42% de los varones admiten haber tomado esta droga blanda, donde el flamante presidente Obama, algún magistrado del Tribunal Supremo, etc., confiesan que ellos la fumaron, puede resultar curioso que su consumo esté aún penalizado. Para algunos la situación tiene algo de farsa. Se comenta que en las admoniciones sobre la droga impartidas desde un departamento de la Presidencia y dirigidas a los jóvenes se concluye diciendo que "no hay muchos empleos esperándote si le pegas al porro". Cierto, si no incluimos el del presidente de Estados Unidos. El porro no lo frenó.
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