lunes, 2 de noviembre de 2009

Bragado bate a Armstrong


E. RODRIGÁLVAREZ

Jesús García Bragado tenía un sueño. Y lo uno lleva a lo otro, lo otro a lo demás y, finalmente, el sueño se cumplió. Seguramente un sueño para un marchador, por muy laureado que sea (cuatro medallas en Mundiales y dos en Europeos), es poder correr sin la mirada aviesa de un juez que vigila el despegue de las zapatillas del suelo para mandarte a casa por infringir el reglamento. "Pero había más. Cumplí 40 años el pasado 1 de octubre y una forma de celebrarlo era realizar un viaje. Y resulta que, a pesar de haber viajado tanto, por razones profesionales, jamás había estado en Nueva York. Así que era un destino apetecible. Si resulta que además se celebra un maratón, la ilusión es completa".
Libre para correr, por fin; para celebrar la huida del dulce pájaro de la juventud y la venida de, digamos, la madurez; para conocer la mítica ciudad de los rascacielos y probarse en una prueba exigente, con continuos repechos e indudable prestigio. "Estaba claro que desde el principio todo se basaba en un disfrute de índole personal", afirmaba Jesús García Bragado durante su entrenamiento en el CAR de Fadura (Vizcaya), "pero, como la cabra tira al monte, siempre he tenido claro que debía involucrarme al máximo. Así que pregunté cuánto tiempo había hecho Armstrong en 2006, 2h 59m 37s, y me planteé que ése era un objetivo a mi alcance. Y a trabajar". Dicho y hecho. García Bragado consiguió un tiempo oficioso de 2h 47m 40s, prácticamente 12 minutos por debajo del mítico Armstrong, el deportista señalado como polivalente por su capacidad de consumo de oxígeno.
Para conseguirlo, el marchador madrileño se puso primero en manos del marido de la atleta Mayte Martínez, Juan Carlos Granados, quien le diseñó un plan de entrenamiento, y después de Xavier Leibar, el director del CAR de Fadura, donde realizó las pruebas de esfuerzo hasta pocos días antes de viajar a la ciudad estadounidense. "Con sus 40 años a cuestas, es un portento físico", reconoce Leibar, que sólo tenía miedo al daño muscular. "Está perfecto para aguantar el maratón. Sus niveles son más que adecuados y, metabólicamente, 2h 50m es un tiempo que no le supondría ningún esfuerzo, pero teníamos que cuidar su masa muscular, trabajada para otro deporte y que podía llevarle a una rotura", explica. Eso sería "convertir el sueño en pesadilla", reconoce García Bragado, que sabía las dificultades que conlleva enfrentarse a un maratón después de tanto tiempo con los pies pegados al suelo.
"Creo que al final me he pasado un pelo", le reconocía el atleta madrileño, al término del maratón, a Leibar, "y, como estaba previsto, he acabado con el cuádriceps castigado". Pero el músculo aguantó. En cualquier caso, había un plan B. Si la cosa se complicaba muscularmente, Leibar y Bragado habían decidido que, de no ser imposible, hiciera los kilómetros finales marchando en vez de corriendo "porque él tiene la musculatura de esa disciplina e incluso se nota en cómo carga su pierna derecha al correr, como un marchador", recuerda Leibar que también trabajó con él esa pisada en el CAR de Fadura.
García Bragado cumplió su sueño, consiguió todo lo que quería y festejó su 40º cumpleaños de la manera que había imaginado. La pareja Bragado-Leibar tiene mucho que ver con la lluvia. "Le conocí cuando preparaba Helsinki en 2006. Yo soy un hombre de secano, que gestiona muy mal la humedad y él es un especialista en estos temas, entre otros. Así que me puse en sus manos", recuerda García Bragado, que funciona sin entrenador, "pero, como no lo tengo todo claro, busco ayuda y consulta en los que saben".
Para él, la figura del entrenador permanente tiene más que ver "con la necesidad de algunos atletas de tener alguien al lado": "Yo no lo necesito. Voy con mi nevera, con mi alimentación, a todos los sitios, y tengo muy claro lo que quiero hacer". Todo, previsto. Incluso el dolor de pies. Por algo es podólogo.

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