DIEGO TORRES
El País.com
Alexander Popov (Sverdlovsk, Unión Soviética, 1971) es un
hombre tan distinguido y gentil que puede llevar unos zapatos de pitón beis sin
que desentonen con unos pantalones negros y un polo violeta. Sus nueve medallas
olímpicas en 100 y 50
metros libres le convirtieron en el rey indiscutible de
la velocidad. Es miembro del comité de evaluación de los Juegos de Río. También
es la perenne imagen de marca de Omega. Nos recibe en su despacho del estadio
del Rubin Kazán y todo discurre con exquisita suavidad hasta que un colega
alemán le pregunta por su hermoso paisano, Paul Biedermann, cuyo apogeo
coincidió con la explosión de los bañadores impermeables.
Pregunta. ¿Descubre nuevas tendencias en la natación, a
través de estos Mundiales?
Respuesta. La tendencia para la natación rusa es una sola:
retroceder. Mientras todos los demás van hacia adelante. Vemos grandes
evoluciones en el equipo británico, en Japón, y en Francia. También hemos visto
buenas actuaciones de nadadores australianos. Aparentemente, Estados Unidos no
está nadando bien, pero los americanos siguen siendo mejores que los demás.
P. ¿Qué pasa con Rusia?
R. Que la gestión de la federación es muy mala. Aquí tenemos
nadadores muy talentosos. Pero no tenemos ni entrenadores ni personal de apoyo
para prepararlos.
P. ¿Le ha entusiasmado la técnica de algún nadador?
R. Yo no admiro la técnica. Porque cada nadador tiene la
suya. Es personal. Hablemos del estilo libre: todos los libristas nadan el
mismo estilo pero su técnica nunca coincide. Cada uno nada como le viene mejor
a su cuerpo. Lo que puede ser bueno para unos no es bueno para otros. Cada uno
camina, se sienta, come, mastica… de distinto modo. Comparar técnicas
individuales en natación en un ejercicio ingrato. Hay que respetarlos y aceptar
a cada uno con su modo de actuar en el agua porque cada organismo, cuando lleva
años en el agua, instintivamente actúa de la forma más eficiente posible.
P. ¿Paltrineri es el menos ortodoxo?
R. Pero se mueve, y lo hace rápido. En algún lugar debe
haber eficiencia. Habría que analizarlo. Mirar no es suficiente.
P. Tiene dos hijos nadadores: uno de 14 y otro de 17…
R. Mis hijos no nadan para grandes resultados todavía. El
mayor, Vladimir, vino hace dos años y nos dijo, a mí y a mi mujer, que quería
entrenar para ser profesional. Está viviendo en Suiza, entrenándose en un club
de Bellinzone. Y tiene tiempos un poquito más rápidos que los míos con su edad
[Vladimir nada el 100 libre en 51s].
P. ¿Qué opina del caso de Alzain Tareq, la niña de Bharein
que participa en los Mundiales con diez años?
R. Está preparándose para los Mundiales Juveniles de
Singapur. ¿Por qué no darle una oportunidad aquí? Es de Bahrein, un país donde
puede que haya una cultura que no promueve el desarrollo del deporte femenino.
Pienso que el ejemplo de esta niña puede suponer un punto de inflexión en niñas
deportistas. No creo que su presencia en Kazán haga daño a nadie y mucho menos
a la práctica de la natación en Bharein. Que no esté al nivel deportivo de un
Mundial no es relevante si el sentido de su participación es más profundo en la
medida en que supone un estímulo para los niños de países como Bharein.
P. Su récord del mundo de 100 libre, esos 48,21s de 1994, ha sido recortado en
un segundo y tres décimas. Hasta ocho veces. ¿No le ha resultado doloroso?
R. Me pregunto una cosa: ¿han mejorado las marcas desde que
Peter van den Hoogenband hizo 47,84s en la final de los Juegos de Sydney? Yo
creo que no. Mejoraron únicamente gracias a los bañadores prohibidos.
P. ¿Y no le pareció injusto?
R. No. Mi época es otra. Este es otro tiempo para otros
nadadores. No tengo remordimientos. No tengo sentimientos. Soy realista. No me
lo tomo como algo personal. Hice mi parte y ahora disfruto.
P. ¿Si tuviera 15 años para intentarlo de nuevo, cómo se
prepararía?
R. ¡No, gracias!
P. Los nadadores de 100 parecen más musculosos que usted en
su tiempo. Usted era más elegante y más flaco.
R. Hay distintas maneras de aproximarse al mismo objetivo.
No veo a Laszlo Cseh muy fuerte que digamos y ganó los 200 mariposa y se
clasificó primero para el 100 mariposa. Es increíble. Nada 400 estilos, 200
estilos, espalda, mariposa… La gente está experimentando.
P. Usted fue el nadador más elegante de su tiempo. ¿Cuál es
el más elegante ahora?
R. No miro estas cosas. No elijo la elegancia. Miro el
comportamiento en el agua. La elegancia es para el podio y para las pasarelas.
P. Pero responda, ¿si naciera de nuevo haría algo distinto
en sus entrenamientos?
R. Es demasiado filosófico para planteármelo. Pero
honestamente, no. No me gustaría nacer de nuevo. Estoy satisfecho con lo que
conseguí. Cuando me recuerdo con 20 años, solo el hecho de pensarlo me genera
rechazo. No, no, gracias. Demasiado entrenamiento.
P. Ahora dicen que los entrenamientos son más cortos, y que
los nadadores no hacen tantos kilómetros como hace 20 o 30 años.
R. Yo propongo otra cuestión. ¿No es más corta la vida de
los nadadores ahora cuando están en el máximo nivel? Son como chispas que se
apagan. Eso es lo que veo: que la vida de los sprinters se ha acortado. No
pueden tolerar mantenerse arriba. No soportan sostener los buenos resultados.
Suben y bajan.
P. Lochte es campeón de los 200 estilos con 31 años.
R. Sí, pero siempre hizo muchos kilómetros en los
entrenamientos. Otra prueba. Los entrenamientos largos alargan la vida útil del
nadador.
P. ¿Advierte un nuevo fenotipo en los velocistas? ¿Cree que
en futuro los mejores serán flacos y fibrosos como Magnussen y McEvoy o estarán
cuadrados como Manaudou?
R. ¡Estas proyecciones no sirven de nada! Cada velocista
posee una supercualidad que produce el gran resultado. Esta cualidad no se
advierte superficialmente. Habría que examinar lo que hacen bajo del agua. Lo
que no se ve. Lo importante siempre está oculto.
P. En 2011 Zetao dio positivo por clenbuterol y el jueves
ganó el oro en los 100 libres. ¿No es un atropello para el resto de los
nadadores permitir que compita alguien que se benefició de los efectos de una
droga prohibida durante sus entrenamientos?
R. Cambiemos de ángulo. Dio positivo y lo descalificaron
casi por dos años. Pagó sus penas y volvió a entrenarse. Cambiemos otra vez de
ángulo: Yefimova. Me duele decirlo porque es rusa, pero la historia de Yefimova
es exactamente la misma que la de Zetao. ¿Por qué no cuestionamos su oro aquí?
Otro ángulo más: en el pasado hubo positivos por los que nadie fue
descalificado. ¿Por qué cuestionamos a un nadador chino?
P. ¿Cree que hay un prejuicio sobre los chinos?
R. Han tenido malas experiencias en los 90. Pero han
evolucionado. Sun Yang entrenó en Australia durante mucho tiempo con Denis
Cottrell. Los chinos se han entrenado en Australia durante la última década. Y
no solo Sun. Había tres equipos completos siguiendo un calendario de rotaciones
con los mismos entrenadores australianos, por un período de dos semanas cada
uno, de modo que cada seis semanas completaban un ciclo. Ding-ding-ding. Sun
Yang es el líder y está en condiciones de empujar a la manada. Y los nadadores
chinos lo siguen. Eso genera resultados. Los chinos, evidentemente, quieren
mejorar y están haciendo todo lo necesario para conseguirlo.
P. ¿Cree que el problema del dopaje en China se ha superado?
R. Todos los deportistas de elite toman suplementos,
vitaminas... Es imposible hacer este trabajo sin vitaminas. ¿Son un dopaje las
vitaminas? ¡Si hasta para ir a la oficina la gente compra vitaminas en la
farmacia! Los deportistas necesitan el mismo respaldo químico. Haces un
desgaste energético tan grande que necesitas suplementos para mantenerte
saludable. Luego hay factores en nuestra vida que desconocemos y que se deben
aprovechar.
P. ¿A qué se refiere?
R. Recuerdo que una vez estuve en una concentración en el
Norte de Australia. Creo que fue en Cairns. Hicimos muchos kilómetros, mucho
volumen, mucha intensidad, grandes cantidades de todo. Corríamos en la playa
descalzos sobre la arena, durante media hora, y luego hacíamos gimnasia durante
una hora, con nuestro propio peso, saltando, haciendo dominadas… Después de una
hora y media estaba semimuerto. No me podía mover. Y entonces recuerdo que el
entrenador nos dijo: ‘Meteos al mar, solo para flotar, diez minutos’. Caminamos
hasta que tuvimos el agua por las rodillas, nos dejamos caer y flotamos como
elefantes marinos. A los tres minutos ya empezamos a movernos. Y a los seis
minutos el entrenador nos dijo: ‘¡Ahora vamos a hacer surf!’. Hicimos media
hora de surf. Y al salir del mar estábamos listos para volver a entrenarnos.
Porque el efecto recuperador del mar es mucho mayor que el de cualquier
sustancia dopante. La naturaleza ofrece posibilidades de entrenamiento y
recuperación que están ahí para todos, pero no las utilizamos. Por supuesto que
son vías muchísimo más dolorosas que las vías prohibidas. Pero son bellas.
P. ¿Qué piensa del entrenamiento en altura?
R. Yo entrené en Colorado Springs. En 2000. Sentí que era
como si un dentista me sacara las muelas. Una por una. En la piscina había tres
calles para nosotros y cinco calles para el equipo de la Universidad de Auburn.
Recuerdo que estaba Bill Pilczuk, que ganó el oro en los 50 libre de los
Mundiales del 98, y uno de los entrenadores era Dave Salo. Los volúmenes de los
entrenamientos eran de casi siete kilómetros por sesión, pero lo que lo hacía
todo tan difícil era la intensidad. Así es que un día le dije a mi entrenador:
‘Gennadi [Touretski], ¿puedo salir de la piscina?’. A él no le entusiasmaba la
idea pero me dijo, ‘ok, pero antes tienes que nadar 50 metros por debajo de
22 segundos’. Así es que nadé los 50. Gennadi tomaba los tiempos en un rincón y
me dijo: ‘¿Cómo te sientes?’. ‘Bien, rápido, por debajo de los 22 pero no sé
cuánto…’. Entonces me mostró el cronómetro: había hecho 21,4. ¡En un entrenamiento!
Los americanos me cronometraron en 21,6 segundos. Bill Pilczuk salió de la
piscina y se marchó. ¡Esto es el entrenamiento en altitud!
P. ¿Quién cree que será el campeón de 200 libre en Río?
R. Uff… El británico está nadando rápido. James Guy se
llama.
P. ¿Y Biedermann?
R. ¿Peter?
P. Biedermann… Su nombre es Paul...
R. ¡Ah, sí! ¡Paul! Es verdad. Esperemos que tenga más éxito
en Río del que tuvo aquí.
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