lunes, 20 de junio de 2011
DUELO EN EL HIPERESPACIO
C. A. El País.com
La gran rivalidad del atletismo en realidad no existe.
No, por lo menos, en las pistas. Sí, en la distancia; también en el hiperespacio, lo que genera más frustración que satisfacción.
Desde que Bolt es Bolt, es decir, desde que batió por primera vez el récord mundial de los 100 metros, el 31 de mayo de 2008, solo se ha enfrentado tres veces al segundo hombre más rápido, Tyson Gay. Una por año (en 2011 aún no se ha producido el evento, habrá que esperar, si no se lesiona ninguno, al 28 de agosto, al Mundial de Daegu) y nada más: dos victorias para el fenómeno jamaicano, de 24 años; una para el espartano estadounidense, cuatro años mayor.
Este fin de semana el duelo continuará a distancia si Usain Bolt decide finalmente participar en los trials de su país para el Mundial. Lo haría fuera de concurso, pues como campeón saliente está clasificado de oficio, mientras que Gay sí que debe ganarse una plaza en las pruebas estadounidenses. Pese a que Gay, que ha llegado a correr en 9,79s (Bolt no ha bajado de 9,91s), domina el enfrentamiento a distancia en lo que va de temporada, aún no ha podido liberarse de la semilla de la ponzoña que plantó en él Bolt el día que le derrotó en Nueva York en 2008. Aquel día, él, que se veía el número uno de cara a los Juegos de Pekín, comprendió que su carrera cambiaría para siempre (y no para bien) por culpa de Bolt. Decidió entonces que para ganar al jamaicano debería correr por debajo de 9,7 (y ha llegado a 9,69s, pero Bolt ya está en 9,58s), decidió que dedicaría su vida a prepararse para ganarlo. Se fue a Clermont (Florida), un agujero que parece un horno donde se entrena, duerme, le da a la PlayStation y al twitter, y come en restaurantes de comida rápida alitas de pollo, pizzas y sándwich de queso. "Y no para de pensar en Bolt", dice su entrenador, Lance Brauman. Y no para de hablar de Bolt, comprueban todos los lectores de prensa y piensa también el mismo Bolt. Y lo escribe en el hiperespacio. En su twitter, para que se entere todo el mundo, con la desfachatez del joven que puede hasta reírse de sí mismo (y por tanto puede provocar a los demás) y con cierta crueldad (acrecentada al no citarlo expresamente). "Creo que algún atleta necesita echarse una chica para dejar de pensar en mí ya, porque yo pienso en la pista, en la vida y, por supuesto, en las chicas".
No tenía por qué restregarlo, claro. Como todo el mundo sabe, si Gay podría pasar por un monje (y también es religioso extremadamente), Bolt podría ganar el título de rey de las discotecas jamaicanas.
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