domingo, 25 de abril de 2010
LA ÚLTIMA DISCULPA: LA IMPOTENCIA
C. ARRIBAS EL PAÍS.com
Tal y como los teóricos proponen, y como Tiger Woods y Ribéry y sus amigos futbolistas parecen demostrar, el consumo alto de sexo es una constante en los deportistas, jóvenes en el esplendor de la vida para los que Príapo es dios y la testosterona, que les sale por las orejas, su fluido vital. Y, tal y como los aficionados, forzosamente cada vez más cínicos, sospechan, y como atletas, ciclistas, futbolistas, tenistas se empeñan en demostrar, ante el dopaje, la mentira es la norma.
Y en este mundo, tal y como la historia de LaShawn Merritt muestra, todo es posible, hasta que por miedo a pasar por dopado, un atleta prefiera presentarse al mundo como impotente, se reniegue antes de Príapo y sus placeres que de Nike y sus poderes.
A los 18 años, Merritt -de Virginia, Estados Unidos, una roca de músculos, duros y brillantes como el acero azul, 1,88 metros, 1,82 kilos, cuello corto, espaldas anchas-, bajó de los 45s en unos 400 metros en pista cubierta. Hacía nueve años que ningún otro atleta lo había conseguido: el anterior y único era un tal Michael Johnson. Era 2005 y reinaba en los 400 Jeremy Wariner, blanco, espigado, estrábico, un talento criado en los mismos establos que Johnson, Baylor, Tejas. Si alguien puede acercarse a Johnson, a sus marcas imposibles, a la barrera de los 43s, se decía, ese es Wariner, campeón olímpico en Atenas 2004, campeón del mundo luego, mientras Merritt crecía, en 2005 y 2007. Y a ese tal Wariner, Merritt lo ridiculizó en la final de Pekín. Por 99 centésimas, casi 10 metros, le ganó en la final, y un año después volvió a ganarle en la final del Mundial de Berlín.
Y el jueves, para responder a tres análisis positivos por DHEA -una sustancia prohibida que tiene por efecto aumentar la producción interna de testosterona- el abogado de Merritt escribió en un comunicado en el que informaba de una suspensión provisional: "El consumo de un producto para aumentar su vigor sexual [venta por internet: se llama Extenze, y la publicidad promete dureza y longitud sin límites gracias a la DHEA] no estaba en absoluto ligado al atletismo". Un par de párrafos más abajo, Merritt, 23 años, se sonrojaba: "Cualquier castigo que reciba por mi acción no podrá ser superior a la vergüenza y a la humillación que siento ahora".
Si, perdida la pasión del aficionado, Merritt esperaba ganar su compasión, probablemente erró el tiro. Basta con leer la reacción del presidente de la federación de atletismo de EE UU: "Merritt ha nublado su carrera y, al mismo tiempo, se ha convertido en objeto de bromas. Un deportista profesional debería tener más conocimiento. Estoy muy enfadado".
También será muy complicado que encuentre compasión en una sociedad norteamericana que ha vivido los últimos años la caída en desgracia de sus mentirosas estrellas: Montgomery, Gatlin y, sobre todo, Marion Jones.
El abogado de Merritt es Howard Jacobs, un especialista que también defendió a Jones, Montgomery, Floyd Landis y Tyler Hamilton. Este ciclista también dio positivo por DHEA. "No sabía que la contenía unas hierbas que tomaba para la depresión", fue su disculpa, menos dura de vocear, al menos, que la de la impotencia, pero inútil.
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