miércoles, 11 de abril de 2012

EATON Y WEBB, CARA Y CRUZ DEL ATLETISMO



Juan Manuel Botella FOROATLETISMO.COM

Los norteamericanos Ashton Eaton y Alan Webb son la cara y cruz de un deporte sin piedad, el atletismo, que encierra grandes historias de éxitos y fracasos.
Eaton representa el triunfo, la pujanza, el viento a favor. Es un atleta de combinadas en la cresta de la ola. Todo le sale bien. El graderío guarda silencio cuando asoma por la pista y hay expectación por verle.
Viene de batir su propio récord del mundo de heptatlon en los Mundiales de Estambul (6.645 puntos) y, con toda la prudencia que hay que decir estas cosas, parece predestinado al oro en los Juegos de Londres. Por si quedara alguna duda, hace una semana rebajó su plusmarca personal en los 400 metros hasta 45.68 (tenía 46.28). Nada raro para un tipo que posee 10.26 en 100 y 6.66 en 60 metros, dirá alguien. Vale, sí, de acuerdo. Pero lo insólito es que compagine estas prestaciones con 13.35 en 110 vallas, 5,26 metros en pértiga u 8,16 metros en longitud. Vamos, una auténtica barbaridad de atleta cuyo talón de Aquiles son los lanzamientos, que no los 1.500, donde se defiende dignamente (4:18.94).
De hecho, sería interesante verle en un milqui con su compatriota Curtis Beach, el decatleta que Alberto Pozas analiza en su artículo del fin de semana. Seguramente ganaría Beach, pero arrastraría a Eaton, en estado de gracia, a una marca imponente.
Con ese crono de 45.68, Eaton podría ser -por ejemplo- campeón de España desde hace muchas temporadas. Un dato alucinante para un no especialista. Sólo el combinero Bill Toomey, ayudado por la altitud de México, alcanzó durante los Juegos Olímpicos de 1968 un logro comparable: 45.6 manual reconvertido, curiosamente, a 45.68. Toomey ganó el oro con 8.193 puntos y su proeza, cabe añadir, es mayor al haberse obtenido en el transcurso de un decatlon.

La cruz, decíamos, es Alan Webb. Webb destronó al mítico Jim Ryan como el millero más rápido en edad colegial (3:53.43 a los 18 años). Además, su comportamiento agresivo en carrera levantaba pasiones en Estados Unidos, un país que tiende a sacralizar a sus mejores fondistas y mediofondistas: Prefontaine, Wottle, Shorter, el propio Ryan.
Webb, encima, añadió más dulce al pastel en verano de 2007, cuando se fue a 1.43:84, 3.30:54 y 3:46.91 en 800, 1.500 y la milla. Y por añadidura acreditaba 27:34.72 en 10.000 metros, una versatilidad que no se veía desde tiempos de Said Aouita.
Pero en 2008, exactamente a los 25 años, se acabó todo para él. A partir de ahí, ha sido una sombra de sí mismo, un barco a la deriva. Su etapa en el grupo de Alberto Salazar se saldó con un portazo. Empezó a correr más lento, a perderlo todo. Y así le va, malviviendo de este deporte.
La semana pasada se le vio con algún kilo de más compitiendo dos veces en el lapso de 40 minutos: un 800 en 1:54 y un 1.500 en 3:54. De hecho, en los últimos dos años no ha parado de salir en mítines de tercera o cuarta fila, siempre con resultados impropios de su categoría, siempre dejando una triste sensación de impotencia. Él asegura que sigue entrenándose para Londres, que volverá a ser el que era. Quién sabe. Pero sus excéntricas declaraciones, que antes inspiraban a una generación entera de mediofondistas, encarnan hoy la perfecta definición del juguete roto.
Por eso Ashton Eaton y Alan Webb, Alan Webb y Ashton Eaton son casos opuestos que retratan la metafórica naturaleza del atletismo, réplica en miniatura de la vida misma, donde se gana, se pierde o simplemente, cuando no queda otro remedio, se sobrevive.

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