CARLOS ARRIBAS
Mientras habla Yulimar Rojas, incontenible en la pista, un torrente de voz sin límites en la zona mixta, más de una hora hablando sin parar con televisiones, radios y periodistas de todo el mundo, arrobados, el Mundial sigue. Son las finales de los 200m. Los campeones de los 100m, otra mujer que va para reina del atletismo, la tejana Sha’Carri Richardson, y un hombre que ya se ve como rey, Noah Lyles, de Florida, buscan la segunda victoria, el segundo oro que los haga indiscutibles. Richardson, por la calle nueve, una mala calle para los 200m, una mala curva para ella, corre más rápida que nunca, en 21,92s, pero tal es el nivel de sus rivales, que esa marca, lograda remontando en la recta con su magnífico ciclo circular, su progresión única, solo le vale para ser tercera. Se impone la jamaicana Shericka Jackson, tercera en los 100m, con 21,41s, récord de los campeonatos y segunda mejor marca de la historia, a solo siete centésimas del récord del mundo imposible de Florence Griffith. La plata es para la norteamericana Gaby Thomas (21,81s). Lyles, maestro de los 200m, triple campeón del mundo de la distancia ya después de su victoria (19,52s: una mala curva, 10,26s, tres décimas más que Usain Bolt cuando su récord de 19,19s), alcanza su velocidad máxima a los 50 metros (39,88 kilómetros por hora) y es capaz de mantenerla más que nadie, más que los dos adolescentes que le empujan y que con él dominarán la velocidad los próximos años. Son dos talentos prodigiosos. Erriyon Knighton, norteamericano de 19 años, es segundo (19,75s: cinco décimas menos que los 19,80s con los que fue tercero hace un año) y el botsuano Letsile Tebogo, de 20, fue tercero (19,81s).
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