Jeremy Wariner, el campeón olímpico y mundial de los 400 metros, y su entrenador Clyde Hart han roto. Un cambio pretendido por el segundo en las cláusulas económicas del contrato que les une ha puesto fin a una relación de cinco años, a seis meses de los Juegos Olímpicos, y siembra de dudas las pretensiones del atleta de convertirse en el hombre más rápido del planeta en los 400 metros, superando al mítico Michael Johnson.
Para tal fin, la colaboración de Hart se antojaba imprescindible. No en vano había dirigido la carrera deportiva de Johnson hasta llevarle a los 43.18 que marcó en la final del Mundial de Sevilla en 1999 y que desde entonces figuran en el primer puesto del ranking de la prueba.
Hart hizo de Wariner el verano pasado el tercer hombre más rápido de la historia, gracias a los 43.45 que marcó en el Mundial de Osaka, únicamente superados por el crono mencionado de Michael Johnson y por los 43.29 de Harry Reynolds en el 88. No está mal ser el tercero del mundo con 24 años si se tiene en cuenta que Johnson alcanzó su cima como cuatrocentista a los 31 años. Y que cuando tenía los 24 que ahora tiene Wariner sólo había corrido en un tiempo de 45.23.
El método Hart
Entrenador de campeones -entrenador-jefe en la Universidad de Baylor durante 42 años-, Clyde Hart es un experto en el arte de la preparación. Michael Johnson, Jeremy Wariner y Sanya Richards son sus alumnos más laureados. Su método de trabajo no es como el de la mayoría de los técnicos de lograr que sus pupilos alcancen un pico de forma en un momento determinado, «sino que mis atletas sean capaces de correr rápido en todas las grandes competiciones de la temporada, no sólo en un Mundial o en unos Juegos. Si programo el trabajo para que tenga un pico de forma un día concreto significa que no podrá correr rápido en otras pruebas».
En esta forma de trabajar, Hart ha tenido siempre una obsesión, la regularidad. Así, de las tres veces que Wariner bajó de 44.6 en 2005 pasó a las diez que lo hizo en 2006 y en 2007. De las cuales, por dos veces bajó de 44 segundos el año pasado. «Para él, correr en 44 segundos ya es un hábito. Incluso parece que va parado cuando otros están en el momento de máximo esfuerzo. El siguiente paso era hacer habitual que corriese en 43 segundos. Cuando lo hubiésemos logrado, el récord de Michael ya estaría al alcance de la mano», manifestó Hart.
Otra de las costumbres de Clyde Hart es que sus pupilos comiencen la temporada más tarde que el resto de los atletas de elite. Wariner estaba acostumbrado a entrar en competición en las pequeñas reuniones universitarias de finales de marzo. Fiel a trabajar en Texas, en abril solía sufrir otro parón porque en esa época las condiciones meteorológicas allí son extremas y se puede pasar del calor al frío en pocas horas. El primer cambio es que Wariner se irá en febrero a entrenarse a Australia
En la despedida, anunciada por el propio Hart, no se quiso pronunciar sobre la posibilidad de que Wariner supere el récord del mundo. «Pensaba que lo podía haber batido la temporada pasada», dijo. Wariner -no tiene ningún rival en activo y su carrera va contra los mitos- marcó un tiempo el año pasado de 43.45, a 27 centésimas de segundo del récord de Johnson (43.18).
Para tal fin, la colaboración de Hart se antojaba imprescindible. No en vano había dirigido la carrera deportiva de Johnson hasta llevarle a los 43.18 que marcó en la final del Mundial de Sevilla en 1999 y que desde entonces figuran en el primer puesto del ranking de la prueba.
Hart hizo de Wariner el verano pasado el tercer hombre más rápido de la historia, gracias a los 43.45 que marcó en el Mundial de Osaka, únicamente superados por el crono mencionado de Michael Johnson y por los 43.29 de Harry Reynolds en el 88. No está mal ser el tercero del mundo con 24 años si se tiene en cuenta que Johnson alcanzó su cima como cuatrocentista a los 31 años. Y que cuando tenía los 24 que ahora tiene Wariner sólo había corrido en un tiempo de 45.23.
El método Hart
Entrenador de campeones -entrenador-jefe en la Universidad de Baylor durante 42 años-, Clyde Hart es un experto en el arte de la preparación. Michael Johnson, Jeremy Wariner y Sanya Richards son sus alumnos más laureados. Su método de trabajo no es como el de la mayoría de los técnicos de lograr que sus pupilos alcancen un pico de forma en un momento determinado, «sino que mis atletas sean capaces de correr rápido en todas las grandes competiciones de la temporada, no sólo en un Mundial o en unos Juegos. Si programo el trabajo para que tenga un pico de forma un día concreto significa que no podrá correr rápido en otras pruebas».
En esta forma de trabajar, Hart ha tenido siempre una obsesión, la regularidad. Así, de las tres veces que Wariner bajó de 44.6 en 2005 pasó a las diez que lo hizo en 2006 y en 2007. De las cuales, por dos veces bajó de 44 segundos el año pasado. «Para él, correr en 44 segundos ya es un hábito. Incluso parece que va parado cuando otros están en el momento de máximo esfuerzo. El siguiente paso era hacer habitual que corriese en 43 segundos. Cuando lo hubiésemos logrado, el récord de Michael ya estaría al alcance de la mano», manifestó Hart.
Otra de las costumbres de Clyde Hart es que sus pupilos comiencen la temporada más tarde que el resto de los atletas de elite. Wariner estaba acostumbrado a entrar en competición en las pequeñas reuniones universitarias de finales de marzo. Fiel a trabajar en Texas, en abril solía sufrir otro parón porque en esa época las condiciones meteorológicas allí son extremas y se puede pasar del calor al frío en pocas horas. El primer cambio es que Wariner se irá en febrero a entrenarse a Australia
En la despedida, anunciada por el propio Hart, no se quiso pronunciar sobre la posibilidad de que Wariner supere el récord del mundo. «Pensaba que lo podía haber batido la temporada pasada», dijo. Wariner -no tiene ningún rival en activo y su carrera va contra los mitos- marcó un tiempo el año pasado de 43.45, a 27 centésimas de segundo del récord de Johnson (43.18).