viernes, 12 de febrero de 2010

¡Qué decepción, Paquillo!


Ángel Cruz As.com

Paquillo Fernández ha confesado que tenía sustancias dopantes en su domicilio de Guadix. Las informaciones que este periódico ha venido ofreciendo sobre este escabroso asunto son, pues, ciertas, aunque haya personas que hayan dudado de que lo fueran. Paquillo dice que tenía esos productos prohibidos, pero que nunca se ha dopado, aunque pensaba hacerlo. ¡Qué casualidad! Te pilla la Guardia Civil con las manos en la masa justo cuando estabas dispuesto a cruzar esa línea roja que nunca debe traspasarse, una línea que a veces separa la vida de la muerte. Literalmente. Dice Paquillo que nunca se ha dopado. Yo no tengo motivos para creerle.
El marchador está asesorado por abogados cercanos al mundo del ciclismo, donde esta añagaza se utiliza a menudo en casos de dopaje: confieso que me iba a dopar, pero digo que nunca lo he hecho, con lo cual no tengo que devolver a la IAAF (en el caso del atletismo) el dinero ganado en sus competiciones ni pierdo los títulos y marcas logrados anteriormente. Y, a lo mejor, hasta obtengo alguna rebajilla en la sanción por haber confesado. Una confesión, claro, que se hace cuando ya te han pillado in fraganti. Yo creo que la Federación debe iniciar ya un procedimiento sancionardor y, desde luego, prohibirle cautelarmente competir.
La normativa de la Agencia Mundial Antidopaje y la de la Federación Internacional de Atletismo, a la que se debe la Federación Española, castiga con sanción el simple hecho de tener material dopante, con independencia de que lo haytas utilizado o no. Paquillo debe ser sancionado de inmediato, respetando todos sus derechos, por supuesto. ¿Qué más dudas puede haber, si él mismo confiesa el delito?
He sido siempre un admirador total de Paquillo Fernández, he tenido una espléndida relación profesional con él y por eso me duele especialmente que haya caído en el lado oscuro del deporte. Es cierto que sobre sus grandes rivales actuales, los rusos, pesan más que sombras de duda. Pero eso no justifica que haya que emplear los métodos que probablemente ellos utilizan. Hay que ser honrado, con independencia de que haya otros que no lo sean. Y a esos otros, por cierto, hay que 'cazarlos' y apartarlos del deporte.

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