miércoles, 25 de mayo de 2011

VUELVE BOLT



AMAYA IRÍBAR El País.com

Estadio Olímpico de Roma. Mañana, a las 21.45. Cualquier aficionado al atletismo sabe que es una fecha importante, el día, la hora y el lugar, en los que Usain Bolt, el hombre más rápido del mundo, vuelve al tartán. Un suspiro de 100m y 10s después se sabrá si el jamaicano sigue siendo el hombre que vuela sobre la pista -el rayo amarillo, le llamaron-, que humilla a sus rivales, que cuenta sus carreras por victorias y plusmarcas Mundiales. Así fue durante dos años, desde los Juegos de Pekín en 2008, donde asombró al mundo, y los Mundiales de Berlín del año siguiente, donde demostró que aún era capaz de más. O si se ha vuelto humano, vulnerable.
El estado en el que llega Bolt a la tercera cita de la Diamond League es una incógnita. "He estado entrenándome bien, pero no sé hasta qué punto estoy al nivel", reconoció ayer a los periodistas; "por primera vez estoy un poco nervioso, no sé qué tiempo tengo en las piernas, aunque me siento muy en forma".
El jamaicano, de 24 años, lleva casi un año sin correr. El curso pasado puso fin a la temporada en agosto, de forma apresurada. Su agente aludió entonces a una lesión de espalda, antes fue una tendinitis, que le impedía entrenarse con normalidad. Cinco días antes, Bolt, el chico de oro, el novio de Jamaica, había sufrido su primera derrota en dos años ante el estadounidense Tyson Gay. Fue en Estocolmo y muchos se preguntaron entonces si Bolt, que rozó los 10s, una marca humillante para un genio como él, estaba para correr o había decidido hacerlo para no renunciar a un suculento contrato.
"No fue mi mejor temporada", ha reconocido el campeón en Roma; "fue como un periodo de mantenimiento. Pero he vuelto al tajo".
Según las crónicas de los periodistas que le han visto en Roma, sigue luciendo un físico portentoso (más de 1,90m y 76 kilos, según su ficha oficial). Quizá incluso más musculado que antes. Se lo preguntaron ayer en la capital italiana y el jamaicano, siempre bromista, contestó: "Sí, tal vez tengo más músculos y además me quedan bien". Sus bíceps son el resultado de un trabajo específico en el gimnasio, supervisado por un especialista de la espalda para contrarrestar la escoliosis que sufre.
Bolt es la gran atracción de la Diamond League en Roma. Ayer se vistió con la camiseta azul de la selección italiana de fútbol y mantuvo una charla con el mítico Pietro Mennea, el último gran velocista blanco, para la Gazzetta. Hoy, correrá ante varios miles de espectadores -el estadio tiene capacidad para más de 80.000- y su sola presencia ha oscurecido a algunos de sus rivales. Como a su compatriota Asafa Powell, que acaba de correr los 100m en 9,95s (segunda mejor marca del año, por detrás del 9,9s de Steve Mullings, también jamaicano, aunque aún muy lejos del estratosférico 9,58s de Bolt en Berlín). O Christophe Lemaitre, la sensación francesa, el Bolt blanco. "No me he puesto objetivos", ha dicho el prodigio; "solo saldré ahí para ver dónde estoy y ver qué necesito hacer para los Mundiales". Los Mundiales de Daegu (Corea del Sur), a finales de agosto, son el gran torneo del año para los atletas. Antes, Bolt, declarado futbolero, fanático del Manchester United y que tontea con dedicarse al fútbol profesionalmente "después de los Juegos de Río" en 2016, tiene otra gran cita, aunque esta vez desde la tribuna: animar a su equipo en la final de Champions el próximo sábado en Wembley.

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