DIEGO TORRES
La
final de los 200 metros libre del campeonato del mundo de natación, celebrada
en la ciudad de Gwangju este martes, registró tres hechos irrefutables.
Primero, que al sonido de la bocina que declara el inicio de la prueba todos
los nadadores estaban de pie en sus poyetes. Ninguno saltó al agua antes de
tiempo. Segundo, que al cabo de recorrer la distancia, el primero en tocar la
placa del último muro fue el lituano Danas Rapsys con un tiempo de 1m 44,69s
seguido por el chino Sun Yang (1m 44,93s), célebre sujeto de una investigación
por incumplir con la normativa contra el dopaje en un proceso impulsado por la
Asociación Mundial contra el Dopaje (AMA) ante el Tribunal de Arbitraje del
Deporte (TAD) después de que la federación internacional de natación (FINA) le
diera la razón al investigado. Tercero, que los jueces descalificaron a Rapsys
y Sun Yang, primer campeón olímpico de natación en la historia de China, ganó
su segundo oro mundial consecutivo en 200.
La
prueba discurrió sin incidentes. Rapsys salió entre los últimos. Solo se colocó
entre los tres primeros al pasar por la pared de los 100 metros. Sun Yang
lideraba la final en el parcial de los 150 pero Rapsys volteó con más fuerza y
se puso en cabeza en el último largo. El lituano conservó la ventaja hasta
tocar la placa. Se giró y al verse primero en el marcador en primer lugar con
1,44s, un segundo por debajo de su mejor marca, expresó toda su perplejidad con
una expresión inglesa: “What the fuck”.
La
sorpresa de Rapsys se multiplicó instantes después, cuando la megafonía de la
piscina declaró que había sido descalificado. A falta de una explicación de la
FINA, solo se puede constatar que Rapsys se movió en el poyete de salida,
circunstancia de dudosa legalidad cuyo efecto sobre el resultado de la prueba
es irrelevante.
El
hombre abandonó la piscina conturbado mientras Sun Yang lo celebró subiéndose a
horcajadas en la corchera, ufano, y golpeando el agua como si quisiera vengarse
del hidrógeno en medio de un clamor que sonó como uno de esos alaridos de
espanto que emiten los adolescentes en el cine durante las películas de terror.
Solo la delegación de China aclamaba a su héroe, verdadero ídolo de masas en su
país, mientras la multitud clamaba contra la decisión desde las gradas. Sun
Yang permaneció solo en la piscina durante unos instantes, saboreando el éxito.
Siempre fue un muchacho proclive a meterse en líos, pero en este Mundial, a sus
27 años, estaba superando sus propios estándares.
El
Mundial de Sun Yang habría transcurrido sin sobresaltos de no ser porque el
sábado pasado el ‘Daily Telegraph’ publicó que en septiembre de 2018 se había
resistido con violencia a pasar un control antidoping rompiendo a martillazos
el frasco con la sangre que le acababan de extraer. Tras abrirle un expediente,
la FINA le dio la razón bajo el argumento de que el control no había cumplido
con todos los formalismos reglamentarios, a lo que la AMA replicó llevando el
caso al TAD. Las protestas de distintos representantes de los equipos que
compiten en Gwangju ante la evidencia anormal de que el chino participara de
las carreras incluso estando investigado, culminaron en la ceremonia de
premiación de los 400 metros libre. Allí el australiano Marck Horton, que fue
plata, se negó a subirse al podio y dar la mano al chino, que fue oro.
Este
lunes la FINA se apresuró a amonestar a Horton públicamente en un comunicado.
“La FINA respeta el principio de libertad de expresión”, dijo la nota, “pero
debe conducirse en el contexto adecuado (…). Los atletas y su entorno son
conscientes de que deben respetar las regulaciones de la FINA y no usar la
organización para realizar declaraciones o gestos personales. La cuestión por
la que presumiblemente Mack Horton protestó está en estos momentos sujeta a una
investigación por el TAD y no es apropiado que la FINA prejuzgue la vista”
La
ceremonia de premiación de Sun Yang este martes tras la final de 200 se inició
bajo los pitos del público, indignado ante la actitud retadora del campeón. Al
parecer molesto con la flema del británico Duncan Scott, que fue bronce, el
chino comenzó a gritarle cosas al oído. Una vez que sonaron los himnos, Sun
Yang llamó a los otros premiados para que se hicieran una foto con él pero
Scott permaneció en el extremo opuesto del podio mirando hacia otro lado. El
gesto enfureció a Sun Yang, que comenzó a increpar al inglés y a burlarse de él
mientras se retiraba haciendo aspavientos.
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