martes, 19 de febrero de 2019

JOANNA HARPER: "CASTER SEMENYA ESTÁ COMPITIENDO CON CASI TODAS LAS VENTAJAS DE UN HOMBRE"


PACO ROCHE
Marca.com

Cuando Joanna Harper tomó la decisión de empezar su proceso de transición para convertirse físicamente en una mujer, su terapeuta le pidió que elaborara una lista con las que cosas que iba a perder por el camino. En primer lugar puso su matrimonio. En segundo, que ya nunca más podría competir en una carrera oficial.Había destacado como fondista en la universidad y participaba de forma habitual en carreras de categoría Master. Pero en febrero de 2004, cuando tomó la decisión, la normativa entonces prohibía a las mujeres transexuales competir. No podía competir, pero siguió entrenando con su club. A las tres semanas de iniciar el tratamiento hormonal, tanto ella como sus compañeros se dieron cuenta de que su rendimiento había descendido. A los nueve meses, sus marcas habían bajado un 12 por ciento, que es más o menos la diferencia que existe entre los registros de hombres y mujeres en las pruebas de fondo. Harper, médico especialista en investigación contra el cáncer, empezó a estudiar los efectos de los tratamientos hormonales sobre el rendimiento físico.
Ese mismo año, el Comité Olímpico Internacional introdujo la primera normativa al respecto. Las mujeres trans podrían competir siempre que estuvieran operadas y llevaran dos años en tratamiento hormonal. Para entonces, Harper había completado ya un estudio con diferentes atletas que concluía que un año era suficiente para que las ventajas de esas mujeres que habían nacido hombres se disiparan. Después de ese periodo, siete de las ocho atletas que estudió eran igual de competitivas -con respecto a sus rivales- de lo que habían sido como hombres. "Escribí a la Federación Estadounidense para que me ayudaran a ponerme en contacto con el COI. ¡Se habían equivocado y yo podía demostrarlo!", explicaba Harper la semana pasada en Madrid, donde participó en el Primer Congreso Deporte y Diversidad organizado por la Comunidad de Madrid. Le costó que le hicieran caso, pero 11 años después, en 2016, el COI rectificó y bajó el periodo mínimo a un año. Hoy Harper es la única mujer trans que asesora al COI y su opinión será una de las 30 que el Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAS) valore antes de emitir su veredicto en el caso Semenya.
La atleta sudafricana ha buscado amparo ante la decisión de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) de limitar la cantidad de testosterona con la que una mujer puede competir en determinadas pruebas -incluida la de 800 metros, de la que Semenya es doble campeona olímpica y y triple campeona mundial- a 5 nanomoles por litro. Semenya, que nació con hiperandrogenismo (y produce mucha más testosterona que la media de las mujeres), tendría que medicarse para estar por debajo de ese umbral. El informe que Harper ha remitido al TAS recomienda aplicar la normativa de la IAAF. "Apoyo absolutamente el límite de 5 nanomoles. Más del 95 por ciento de mujeres están por debajo de 1.7. Las mujeres trans suelen bajar de 2 cuando se someten a tratamiento. Tener 10 es mucha ventaja", reconoce la doctora, que asegura que las tres integrantes del podio de los 800 metros -Semenya, Niyonsaba y Wambui- tienen hiperandrogenismo.
"A nivel juvenil hay que dejar a las deportistas competir en la categoría con la que se sientan identificadas, pero en la élite hay que procurar que todas las mujeres compitan en igualdad y si dejas a una mujer trans o a algunas intersexuales participar sin hormonas estás pervirtiendo la competición. Semenya, en este momento, compite con casi todas las ventajas de un hombre", asegura Harper, que sin embargo cree que por debajo de cinco nmol/litro no hay ventaja significativa. O, mejor dicho, las ventajas se compensan con las desventajas: "Las mujeres trans pierden mucha masa muscular en el proceso mientras que su esqueleto sigue siendo muy grande. De alguna forma es como un coche al que le pusieran un motor de menos potencia y eso compensa la ventaja del mayor tamaño".Hacia una normativa específica para cada deporteHarper trabaja ahora con el COI en la elaboración de una regulación específica para cada deporte, pues en algunos la altura, que no se reduce con el tratamiento hormonal, es decisiva. Es el caso del baloncesto o el voleibol, en el que la brasileña Tiffany Abreu aspira a ser olímpica. En estos casos, la doctora sería partidaria de introducir cuotas que limitaran el número de mujeres trans por equipo. Abreu, a la que Brasil no parece dispuesto a conviocar por ahora, y la halterófila neozelandesa Laurel Hubbard son las únicas mujeres trans que tienen opciones de llegar a Tokio 2020. "Sería algo maravilloso, un hito, porque nunca ha habido una atleta abiertamente trans en unos Juegos Olímpicos".

No hay comentarios: