miércoles, 24 de febrero de 2010
Conmoción en Canadá por la derrota ante sus vecinos
Moisés Molina AS.com
Independientemente del escenario, un duelo de hockey hielo entre los dos gigantes norteamericanos, es siempre un espectáculo. Si ese choque se enmarca en el entorno de unos Juegos Olímpicos de Invierno, mucho más. Pero si encima se juega en una ciudad como Vancouver, que lleva desde el pasado 12 de febrero atratapada por un fervor patriótico que a veces puede resultar hasta exagerado, por no decir excesivo, este enfrentamiento llegaba con todos los condicionantes para que viéramos un partido de altos vuelos.
Mejor no podía empezar el partido para los estadounidense, que salieron con sus camisetas blancas "retro", en honor de los campeones olímpicos de los Juegos Olímpicos de Squaw Valley 1960. Abrieron el marcador por medio de Brian Rafalski a los 41 segundos del saque inicial, gracias a la inestimable colaboración del patin de Sidney Crosby-el no quería-, que despistó a Brodeur, desvíando el puck al fondo de la porteria para el 0-1. Los canadiense no encajaron bien el tempranero golpe y Ryan Getzlaf, confundiendo la agresividad con la violencia, cometió interferencia sobre Ryan Miller, portero rival. Los locales se encontraban por debajo en el marcador y obligados a defender con uno menos durante dos minutos.
Los canadienses jugaron bien la inferioridad e instantes después, serían ellos los que jugarían con el power-play por un stick en alto de Joe Pavelski. Inspirados por la imagen de Wayne Gretzky en las pantallas de video, los de la hoja de arce se volcaron sobre el marco de Miller, pero el portero de los Buffalo Sabres capeó el temporal como pudo hasta que ya con cinco en pista, un envió desde la línea azul de Seabrook, fue desviado de preciso toque por Eric Staal para el empate a uno.
Poco duró la alegria. Instantes después Rafalski volvió a anotar -su segundo-, para poner de nuevo por delante a los vecinos sureños.
Parecía como si Martin Brodeur estuviera sufriendo más de lo es habitual en él, para ver la pastilla en los disparos de media distancia. Mientras que los canadienses no salían de su asombro, Sidney Crosby lo hacía todo una marcha por encima del resto de sus compañeros.
No lo digo de manera peyorativa, el problema es que sus compañeros no podían seguir el ritmo del capitán de los Pittsburgh Penguins.
Al primer intermedio se llegaría con ventaja en el marcador por 2 a 1 para los EEUU, pero con Canadá habiendo martilleado el marco de Miller con 19 disparos por 6 del conjunto de Ron Wilson.
Los chicos de las barras y estrellas parecieron salir muy bien en el segundo, mientras que Canadá daba la impresión de desincronización y poca química. Hasta que a los 3 minutos y medio, en una jugada aislada, Dany Heatley iba aprovechar un rechace de Miller tras disparo previo de Toews, en la que hay que dar mérito a Morrow que se llevó a dos defensas para dejar libre de marcaje al autor del gol. Ahora la prioridad de los locales residía en no dejarse marcar tan pronto.
Así fueron transcurriendo los minutos del segundo sin que los americanos se acercaran mucho por el marco de Brodeur y anduvieran más preocupados por ralentizar la velocidad canadiense y que a sus defensas no les cogieran la espalda. Tampoco es que Canadá mantuviera una presión sostenida sobre la zona defensiva de la porteria de Miller, pero lograban poner siempre mucho tráfico delante del portero de Michigan State.
En una acometida de los de Wilson, éstos volverían a adelantarse gracias a Chris Drury, que se aprovechó de una indecisión de Brodeur, en tierra de nadie y sin stick, y con su defensa Danny Boyle intentando hacer de portero. La actuación que de momento estaba firmando Brodeur, ni mucho menos era la esperada por un portero de su categoría. A falta de dos minutos para llegar al segundo descanso, ambos bandos intercambiaron clarísimas ocasiones de gol, en las que ahora sí, Brodeur se haría enorme ante dos mano-a-mano consecutivos que no pudieron transformar ni Dustin Brown, ni Bobby Ryan. Con ventaja de nuevo para los Estados Unidos por 3 a 2, se llegaría al segundo periodo.
El tercer periodo comenzó con Crosby en el banquillo de expulsado por stick elevado sobre su compañero de los Penguins Brooks Orpik, permitiendo a los estadounidenses jugar con uno más durante dos minutos. No aprovecharon los de Wilson el power-play y a los canadienses ya se les notaba jugando con cierta ansiedad en su juego.
Fruto de esa anticipación, Cory Perry volvería a dejar a los locales con uno menos en pista. Ahora sí que nofallarían los estadounidenses.
De nuevo con Brian Rafalski de protagonista -en esta ocasión como asistente-, un disparo del defensa de los Red Wings fue desviado por el capitán Jamie Langenbrunner, batiendo entre las piernas a Brodeur y ampliando la diferencia a 4 - 2.
En las filas canadienses comenzó a cundir el pánico. Tenían diez minutos por delante para arreglar el lío en el que se habían metido.
Patrick Kane les empezó haciendo un favor al cometer un enganchón y ser penalizado con dos minutos. Pero los canadienses tiraron más de corazón que de juego y así les fue. Tampoco ayudó la errática gestión de banquillo que realizó Mike Babcock a lo largo de todo el encuentro, cambiando constantemente sus jugadores de línea. Tendría una superioridad más Canadá por penalización de Eric Johnson, pero una y otra vez se encontraron con un muro llamado Ryan Miller, hasta que a falta de seis segundos de recuperar su excluido los EEUU, Nash entregó en bandeja de plata a Sidney Crosby para que éste lograra el tercer gol canadiense, recortando el marcador 4-3, a falta de tres minutos de juego.
Los últimos dos minutos fueron de infarto para los estadounidenses que a duras penas pudieron contener la presión de los anfitriones. A falta de 58 segundos, Babcock quitó a Brodeur para meter a un sexto patinador y en una carrera entre Kesler y Perry, el que más fé mostró llegando a la pastilla, fue el americano que se lanzó por delante para impactar y marcar el definitivo 5 a 3 a puerta vacía.
Un encuentro lleno de emoción que terminó ganando el conjunto que hoy se mostró más eficaz de cara a porteria contraria y por supuesto, el que mejor portero tuvo a lo largo de los 60 minutos.
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