martes, 17 de agosto de 2010

No es extraño que muriera el soldado



Abel Antón As.com


Recuerdo con gran agrado mi triunfo en el maratón de los Campeonatos Mundiales de Atenas 1997, que se disputó sobre el mismo recorrido que siguió el soldado griego Feidípides. No me extraña que se muriese inmediatamente después de dar la noticia de la victoria a los atenienses, porque el recorrido es durísimo. Salimos a las ocho de la mañana de Marathon, con 29 grados de temperatura y muchísima humedad, porque estábamos cerca del mar. Entre Marathon y Atenas hay una colina, que hay que ascender durante 25 kilómetros, y cada vez con más calor. Martín Fiz tiró todo lo que pudo para dejarme atrás, porque sabía que yo era más rápido al final, pero no pudo despegarme y le vencí. Cuando entramos en el estadio Panathinaikón, en el que se celebraron los primeros Juegos Olímpicos modernos, los de 1896, había ya 35 grados de temperatura.
Yo gané, Martín quedó segundo y Fabián Roncero sexto, y ganamos la Copa del Mundo por equipos. Fue una demostración de lo que era el maratón español. Fabián llegó muy mal, le tuvieron que poner suero, pero peleó admirablemente. Entrar en el estadio fue muy especial. Me sorprendió lo bien conservado que está y lo grande que es, con capacidad para 100.000 personas. Ahora se cumplen 2.500 años de la batalla de Marathon y los organizadores de la carrera que hay todas las temporadas en Atenas me han invitado a presenciarla, con ese motivo. Estaré allí el 31 de octubre y me acordaré de cuando fui campeón.

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