martes, 23 de septiembre de 2008

A veinte años de la "gran trampa"


El escándalo de doping del velocista canadiense Ben Johnson en la "carrera del siglo", el 24 de septiembre de 1988 en los Juegos Olímpicos de Seúl, sacudió y cambió los cimientos del deporte mundial.

"Creo que sobre todo el COI tras el caso fue más activo en la lucha contra el doping", dice Helmut Digel, miembro del consejo de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) sobre el doping de Johnson, cuyo vigésimo aniversario se cumple mañana.

A iniciativa del Comité Olímpico Internacional (COI) se estableció entonces la Agencia Mundial Antidoping (AMA) y el código mundial antidoping como piedras angulares de la lucha internacional.

Para Digel, sin embargo, queda aún mucho por hacer: "Pasamos de un escándalo a otro. Se olvida rápidamente un escándalo y se sigue con el orden del día. Con esta estrategia el deporte ha ido bien y ha podido crecer y seguir ganando dinero. En los próximos grandes casos se reaccionará con mejores métodos de análisis y sanciones más duras, pero los tramposos afinarán sus sistemas de engaño".

Los sucesores de Johnson no aprendieron la lección y los 100 metros, la prueba reina de la velocidad, han generado continuos positivos por doping: Dennis Mitchell en 1998, Dwain Chambers y el ex plusmarquista del mundo Tim Montgomery en 2005, y Justin Gatlin -ex campeón del mundo y olímpico- en 2006 fueron cazados. Tampoco corrieron limpio Katrin Krabbe (1992), Kelli White (2003) ni Torri Edwards (2004).

Y el último ejemplo de que muchas cosas siguen igual fue el de la estadounidense Marion Jones: pasó cerca de 160 controles antidoping y todos fueron negativos. Sólo su confesión hizo que fuera sancionada.

Hace dos décadas Johnson pudo disfrutar durante dos días de su increíble triunfo por delante del "hijo del viento", el estadounidense Carl Lewis, con un tiempo de 9,78 segundos. Luego fue desposeído de su medalla de oro, se marchó a casa y Lewis se coronó.

"Paso revista a Seúl como un capítulo de mi vida", dijo hoy a dpa Johnson, que ahora tiene 46 años. "Veinte años después he comprendido lo que me pasó exactamente en Seúl y por qué", agregó.

Johnson se gana ahora la vida como entrenador de atletas y de futbolistas en Ontario y con su propia colección de ropa deportiva.

Hace dos años acusó a Lewis de sabotaje en los Juegos de Seúl. Posiblemente ahondará en las teorías de la conspiración en su autobiografía "Seoul to Soul" ("De Seúl al alma"), de próxima aparición.

Su página web ya calienta el ambiente y promete "confesiones y informaciones nuevas y explosivas".

Una vez que cumplió su sanción por doping, regresó en 1991, pero nunca alcanzó su rendimiento anterior. Cuando en 1993 volvió a dar positivo por doping fue sancionado de por vida.

"No se trata de lamentar lo que hice, sino de comprender más las circusntancias de entonces", dijo Johnson, que lleva bien su pasado. "Por el momento, disfruto mucho de mi vida".

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