Son casi fotos de mi vida. Bueno, y sin el casi. Mis primeros Juegos Olímpicos. La percepción infantil de que aquello era lo más grande del mundo. La imcomprensión del terrorismo, del que tanto sabíamos en nuestro país. Inolvidable la "americanada" de los velocistas Eddie Hart y Reynaud Robinson de llegar tarde a sus series de cuartos de final de los 100 metros, y privarnos del esperado duelo Borzov-Hart. La revancha de los americanos en la final de los relevos 4 x 100. La astracanada de Mathews y Collett en el podio de los 400 metros, mala copia del lustre del Black Power de Smith y Carlos en Mexico, lo que les valió su expulsión de la Villa Olímpica y la ausencia de Estados Unidos en el relevo largo. La fenomenal prestación de nuestro Mariano Haro, cuarto en 10.000 metros por delante de Frank Shorter (estadounidense nacido en Münich) que ganaría en "casa" días después la mítica carrera de la maratón. La caída del favorito Jim Ryun en las series de 1.500 metros. Steve Prefontaine, 4º en 5.000 metros, pero un mito para la eternidad. Milburn, el Aries Merritt de entonces. Y Keino, el exponente del poder negro, o keniata, que se nos vino encima años más tarde. Y Bob Seagren, campeón cuatro años antes en México, y que fue superado por el alemán oriental Nordwig... y unos jueces que le impidieron saltar con una pértiga, la suya, la más moderna, validada supuestamete días antes de la celebración de la cita olímpica. Unos Juegos maravillosos. ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?´Todo es mejor cuando se disfruta de niño... Y yo sigo disfrutando como si fuera un niño de medio siglo con el extraordinario atletismo actual.
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