Ángel Cruz As.com
Quizá os sorprenda lo que voy a decir, pero lo explicaré enseguida: Me alegro de que Usain Bolt haya decidido poner fin a la temporada. Y ahora la explicación: prefiero verlo en 2011, y en años siguientes, en todo su esplendor, a lamentar cómo se lesiona ahora, en una temporada que para él es de transición entre dos Campeonatos Mundiales. Estoy seguro de que estáis de acuerdo conmigo. Verlo correr como en Estocolmo produce melancolía. Ahora sabemos que físicamente estaba mal.
Bolt tiene graves problemas de lesiones. Su tendón de Aquiles parece que está curado, pero ahora tiene fuertes dolores en la parte baja de la espalda. Y con la posibilidad de que se le produzcan lesiones musculares en las piernas. Bolt ha sido prudente y ha echado el freno. ¿Qué gana arriesgándose a sufrir un percance grave que le impida volver a ser quien es? Hay que tener en cuenta que la musculatura de un velocista es un órgano poderoso, pero tremendamente delicado, que hay que cuidar exquisitamente, como si fuera un jarrón de la dinastía Ming: valiosísimo, pero frágil hasta el extremo. Bolt pierde dinero, mucho dinero, pero no creo que eso le importe especialmente al jamaicano, que nunca me ha parecido un atleta pesetero. Si lo fuera se prodigaría más y hubiera abandonado Puma para atender ofertas mucho más lucrativas.
Perdemos nosotros, también, porque ese triple duelo previsto para Bruselas entre los tres velocistas que lideran el ránking mundial de todos los tiempos se queda en enfrentamiento a dos, y falta el número uno. Pero no pensemos en eso. Pensemos en el Bolt de 2011, para empezar. Pensemos en el futuro y no en exprimir de forma peligrosa el presente.
Por cierto, siento haber acertado en el post posterior a la derrota de Bolt en Estocolmo. Me pareció que ese iba a ser su punto final a la temporada. Lo siento... pero me alegro. Hay que ser prudentes. Y estoy seguro de que lo mejor de Usain está por llegar, a pesar de lo que ha hecho hasta ahora.
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