domingo, 1 de agosto de 2010

Nuria y Natalia, ¡qué grandes!


ÁNGEL CRUZ


La jornada final de los Europeos empezó con la plata de Chema Martínez en el maratón y terminó con el oro y el bronce de Nuria Fernández y Natalia Rodríguez en los 1.500 metros. Y, en medio, el bronce de José Luis Blanco en los obstáculos. El punto culminante del domingo estuvo, claro, en ese kilómetro y medio vertiginoso de las dos mamás atletas. Confieso que mi favorita en la final era la rusa Anna Alminova, que pensé que Natalia podía ser plata y que Nuria podría pelear por el bronce. Vamos, que no doy una a derechas: ganó Nuria, fue bronce Natalia y Alminova se hundió en la sexta plaza después de llevar la voz cantante durante toda la carrera.
Nuestras mamás atletas fueron un bello colofón al Europeo. Dieron un espectáculo bello. Bellísimo. Protagonizaron una de esas carreras que da gusto saborear. Como habían hecho antes los chicos del 1.500. A lo largo de la historia, sólo la ya extinta República Democrática Alemana había conseguido en los continentales vencer en 1.500 metros tanto en hombres como en mujeres: vencieron Klaus-Peter Justus y Gunhild Hoffmeister.
De la plata de Chema Martínez en maratón ya escribí en el post anterior. Y del bronce conseguido por José Luis Blanco en 3.000 metros obstáculos sólo se puede decir que es lo máximo a lo que podía aspirar, porque los franceses Bouabdelah Tahri y Mahiedine Mekhissi-Benabbad eran muy superiores al resto, quizá se pusieron de acuerdo en avivar el ritmo desde el principio y los demás se conformaron con la lucha por el bronce. Blanco, hombre locuaz donde los haya, ya había sido plata hace cuatro años en Gotemburgo.
Pero no sólo de medallas hay que vivir, aunque ya sé que los medios informativos nos centramos casi exclusivamente en los deportistas que suben al podio. Me dio mucha pena que Ruth Beitia no se colgara una medalla al aire libre, por fin. Me impresionó su gesto, con las lágrimas listas para desbordarse, cuando hizo el tercer nulo en 1,95. "Dan ganas de abrazar a esta chica", dijo alguien a mi lado. Ruth es una atleta maravillosa, al que el destino deportivo ha golpeado de vez en cuando. Pero estoy seguro de que seguirá peleando y de que al final tendrá al aire libre alguna recompensa similar a la que ha tenido en pista cubierta. ¡Ánimo, Ruth!
En cuanto a Eusebio Cáceres, opino que debemos dejarle crecer. A todos nos ilusionaba una medalla suya en estos Europeos, después de que batiese el récord continental júnior. Eusebio hubiera quedado segundo con los 8.27 que hizo en la calificación, pero hay que saltar lo necesario en el momento justo. Cáceres, además, se resintió de una lesión y no pudo competir a tope. Tenemos un diamante entre las manos. Nos dará muchas alegrías.
En cuanto a la actuación global del equipo, nos quedamos en ocho medallas y 27 finalistas. Menos que hace cuatro años en Gotemburgo y lejos de las quince medallas de Múnich 2002, donde la actual generación alcanzó su máximo nivel. La media de edad de los finalistas fue de 30,42 años y la media de los medallistas, de 32 años justos. Veteranos de lujo, pero veteranos con su vida deportiva, gloriosa, cada vez más cerca del final. Arturo Casado y Manuel Olmedo (ambos con 27 años) son los medallistas más jóvenes, y Eusebio Cáceres (18) y Kevin López (20) los finalistas de menor edad.
Y volviendo al principio y a los 1.500 metros femeninos. Me gusta la camaradería entre Nuria y Natalia, rivales muy duras en la pista, pero amigas fuera de ella. "Mami, campeona", decía en la grada de Montjuïc un cartel escrito por alguien en nombre de Guadalupe, la hija de Natalia, casi de la misma edad que Candela, la niña de Nuria. Lástima que ellas no sean aún conscientes de las mamis tan fantásticas que tienen.

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