TOMÁS CAMPOS
Marca.com
Que Óscar Husillos fue la gran estrella española de la pista
cubierta en 2018 no admite discusión. El palentino logró los récords de España
de 200, 300 y 400 metros
y se mantuvo invicto todo el invierno hasta su recordada descalificación en la
final del Mundial de Birmingham. El próximo viernes repite presencia en el 400
del Villa de Madrid, en una de las pruebas más esperadas de la reunión.
Esta temporada empezó los entrenamientos un mes más tarde
por unas molestias en el pie izquierdo. ¿Cuáles son sus conclusiones tras su
debut en Karlsruhe?
La sensación es que estoy mejor de lo que creía pero la
carrera en sí fue un desastre porque salí demasiado lento. Terminé con mala
cara pese a remontar y acabar segundo porque no se vio al Óscar del año pasado.
Tengo claro que va a ser difícil repetir lo de 2018 en pista cubierta pero me
faltó la valentía de salir a por todas buscando la calle libre y eso no me lo
puedo permitir.
El año pasado en pista rozó la perfección. ¿Le supone una
presión?
La presión la tuve en Karlsruhe por volver a correr ante
gente como Pavel Maslák y Luguelín Santos. Eran los nervios habituales de la
primera gran competición del año pero también era mi regreso al 400 indoor
después de lo de Birmingham, con todas las dudas y secuelas que me dejó lo
ocurrido en aquel Mundial.
¿Se ve tan fuerte como el año pasado?
Ni por asomo, porque los entrenamientos están diciendo cosas
diferentes. Además, la temporada la hemos enfocado pensando en el Mundial al
aire libre de Doha.
¿Llegó a pensar que no debería haberse exprimido tanto en la
pista cubierta?
No, para nada, porque en verano estaba haciendo los mejores
entrenamientos de mi vida. De todos modos, esta temporada me voy a tomar la
pista cubierta de otra forma porque el Mundial de Doha es muy tarde y va a
condicionar mi preparación y la del resto de atletas.
¿Cómo va a encarar su preparación y sus picos de forma en un
año tan atípico?
La verdad es que todavía no lo sé. No sé si haré una segunda
pretemporada más larga y si descansaré más de lo habitual tras el Europeo de
Glasgow. Seguro que me pillaré una semana para desconectar, viajar con los
amigos y estar con la familia pero no hay nada decidido más allá de eso.
¿Sigue viendo el vídeo de la final del Mundial de
Birmingham?
Pues sí. La última vez el pasado jueves con los compañeros
de entrenamiento. Pese a todo lo que pasó, con la descalificación, me sirve de
motivación. Si he corrido una vez en 44.92 sé que puedo volver a hacerlo. Se
trata de volver a entrenar y competir de la misma forma.
¿Significa eso que ya no se come la cabeza con esa carrera?
Pues sí. Ni tengo pesadillas ni sueño con ella. Además
cuando la veo se me sigue poniendo la piel de gallina.
¿Qué le vale en el Europeo de Glasgow?
Quiero meterme en la final, luchar y sentirme a gusto. Lo
que tengo claro es que no me puedo exigir lo mismo que el año pasado así que no
puedo decir que sólo me vale el oro. Lo que sí me veo es capacitado para bajar
de nuevo de 46 segundos y ganar a Maslák.
¿Cuando piensa en Berlín, qué sensación tiene?
Amarga porque llegué muy bien y luego no me salió como soñé
tanto en el plano individual (400) como colectivo (4x400). Sentí la presión de
lo ocurrido en Birmingham porque quería refrendar todo lo que había mostrado en
ese Mundial. Tenía la necesidad de sacarme la espina y eso me pasó factura.
Resumiendo, en Berlín me pudo la presión.
¿Estaba para correr más rápido?
Muchísimo más rápido. Mi pico de forma no fue en junio ni en
el Campeonato de España. Cuando bajé de 45 segundos en el Meeting de Madrid
estaba al 80 por ciento de mi capacidad.
O sea, que el vídeo de la final de Berlín prefiere no verlo.
No, nunca lo he hecho. No me gusta y no lo disfrutaría.
Prefiero ver carreras en las que logro récords de España porque me hacen sentir
ganador y me motivan.
¿Y la final del relevo 4x400 con los 'Spanish Beatles'?
Sí, esa carrera sí la he visto un par de veces y en ambas se
me ha quedado la misma cara de incredulidad porque parece imposible que
perdiéramos ese oro de esa forma. Son cosas que pasan y no hay que darle más
vueltas porque somos una piña y nos apoyamos. Además, Bruno nos pidió perdón
porque era el primero que sabía que se había equivocado.
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