miércoles, 3 de diciembre de 2008

"Aquello fue un grito por la dignidad y la libertad"


Alejandro Delmás As.com

Han pasado 40 años desde el 16-10-1968, cuando ardió la historia en el podio de 200 metros de los Juegos Olímpicos de México. Ese día, el puño enguantado del campeón Tommie Smith fue el Black Power: Poder Negro.

Empezando por el final, Tommie, aquí estamos, 40 años después de aquella noche mexicana, la noche del Black Power... y cómo han cambiado las cosas. No sólo se trata de que un hombre de su raza, Barack H. Obama, sea presidente electo de EE UU, el Presidente número 44. Se trata de cómo ha evolucionado el mundo...
Han cambiado muchas cosas, pero todo viene porque hace tiempo que la gente dejó de limitarse a testificar las cosas y empezó a pelear por los derechos civiles y humanos. Y yo sí creo que aquellos movimientos de 1968 fueron el origen de todo esto. Entonces éramos demasiado jóvenes para saberlo, pero todo aquello desató un principio de revolución, sobre todo en nuestro país, EE UU. Fue como un lamento o un grito por la libertad y la dignidad, y así ha llegado hasta hoy.

Ha llegado nada menos que hasta la elección de un presidente de origen afroamericano: Barack Obama.
No lo sabíamos entonces, insisto, pero nuestros actos y otros parecidos estuvieron en la base de una plataforma por la legalidad, la dignidad y la equidad social. No era tanto un activismo por el color de la piel como una demostración del carácter que había que tener. Carácter, sí. Hubo bastante gente que peleó y murió por todo eso. En ese sentido, Obama no ha llegado por casualidad. Ha sido una etapa más en ese proceso revolucionario que aún no veo acabado. Obama ha llegado porque hubo toda aquella gente que luchó e incluso perdió la vida. Sin todo ese activismo previo, no veo posible que se hubiera producido un momento como el actual.

(Y el chasis interminable de Tommie Smith se estira en la mañanita madrileña, recién desembarcado de Atlanta. Ese chasis impresionante, aún bruñido, biselado en negro, de una máquina de la velocidad: con zancadas de nueve pies, o sea 2,75 metros, Smith, 1,91 de altura, mordió el oro mexicano, aquella tarde del 'Black Power'. Y dejó la muesca de un récord brutal: 19.83 en 200 metros lisos. Entonces, eso sonaba como una salvajada, como algo de ciencia-ficción...)

Ha existido controversia sobre aquella carrera y sobre su ascenso al podio con los guantes negros, que se vio como un plan de Harry Edwards, el sociólogo de San Jose State que les unió ideológicamente.
Edwards había organizado la plataforma y el planteamiento social, pero fuera de las pistas. En una parte iba el combate contra mentalidades tan reaccionarias como la de Avery Brundage (célebre dirigente olímpico estadounidense, profundamente conservador), pero lo que pasó allí fue decidido y refinado por los atletas, no por Harry Edwards. Porque, en realidad, lo que Edwards quería era el boicot de los atletas negros a los Juegos. Nosotros íbamos a seguir en la plataforma social, pero decidimos ir a por nuestras medallas. Y después, ya en México, los atletas decidieron: Tommie Smith decidió por Tommie Smith. Y John Carlos, Lee Evans, Ralph Boston... tomaron sus decisiones. Nada fácil.

El día de la carrera, 16-10-1968, final de 200 metros, Ciudad de México...
Puede que haya sido la carrera mejor orquestada y diseñada en mi vida. Armónica. Todo lo que hice llevaba un sentido de quilibrio. Pocos saben que en las semifinales había tenido una contractura en la pierna izquierda, la pierna interior en la curva. Me propuse racionar la energía en esa pierna, durante la curva, utilizarla al máximo de equilibrio y soltura, para después explotar con todo en la recta. El gesto de júbilo cuando gano es por todo eso. Y después fue cuando Carlos y yo decidimos finalmente lo que se iba a hacer...

Y Carlos le contó los últimos detalles en el túnel de salida a la pista, para la ceremonia de las medallas: allí acordaron subir descalzos al podio...
Así fue. Carlos repartió los guantes. Para mí, el derecho; para él, el izquierdo. Y le dio a nuestro compañero Peter Norman, que fue subcampeón, la pegatina ('sticker') del Proyecto Olímpico por los Derechos Humanos, la que Norman lleva en la foto del podio, sobre el escudo del Comité Olímpico Australiano. Cada uno puede decir lo que quiera, pero aquél fue un momento horroroso (frigthful). No podían saberse las consecuencias. Era para tener miedo... y tenía miedo.

Sensación de inseguridad ante lo que pudiera pasar...
Claramente, nos estábamos jugando nuestras carreras deportivas, pero además había un sentimiento de que no todos entendían por qué lo hacíamos. Sobre todo, los políticos. Primero, porque ya se habían intentado cosas, bastantes veces, y no habían funcionado, así que no se veía mucho sentido en insistir. Y segundo, porque pensaban que ése no era nuestro papel, y menos en un momento como ése: The Olympics, los Juegos Olímpicos.

(Y hubo consecuencias inmediatas y explosivas: Douglas F. Roby, presidente del USOC, Comité Olímpico de EE UU, reclamó las credenciales de Tommie Smith y John Carlos y forzó la expulsión de ambos de la Villa Olímpica. en menos de 48 horas. Roby siguió órdenes, precisamente, del 'halcón' Avery Brundage, entonces presidente del Comité Olímpico Internacional. En 1936, Brundage, como presidente del USOC, había decidido no boicotear los Juegos de Berlín: los Juegos de Jesse Owens y de la exclusión de los velocistas judíos estadounidenses Glickman y Stoller. Tras octubre de 1968, en EE UU, Tommie Smith y John Carlos sufrieron un fuerte 'apartheid'. En 1977, la primera mujer de Carlos se suicidó. Muchos amigos desaparecieron...)

Les quedó el orgullo, supongo. Por cierto, ¿vendió usted la medalla de oro, Tommie?
Es cierto: nos quedaba el orgullo, sobre todo el orgullo de los desfavorecidos. Sólo habíamos intentado despertar las conciencias, sin violencia: no podíamos culparnos de nada. Yo sobreviví como entrenador en el Santa Monica College, California. Allí trabajaron durante mucho tiempo Tom Tellez y Carl Lewis. Me jubilé en 2005, con 61 años. Y la medalla de oro, en efecto, la aporté para una subasta de caridad, de niños desfavorecidos, pero la retiré cuando vi que, probablemente, no iba a terminar dónde y cómo yo quería. Ahora la tengo en casa, en Stone Mountain, cerca de Atlanta.

¿Le regaló usted a Usain Bolt sus últimas zapatillas de competición? ¿Tiene Bolt aquellas zapatillas voladoras del 16-10-1968?
No, ja, ja. En Pekín, al final de los Juegos, we traded, intercambiamos zapatillas, como hacen los atletas, viejos o jóvenes. Eso fue todo: él tiene las últimas que yo utilizaba para ir a entrenar, y yo tengo las suyas de Pekín. Los dos pares, de la misma marca. Pero las que yo le di no eran las de la final de México...

Ya que estamos, ¿qué ve en Usain? ¿Qué puede hacer, qué piensa de él?
Veo una habilidad extraordinaria en él. Si consigue hacer un buen trabajo para conservar la velocidad punta, Usain puede hacer lo que nadie en la historia del atletismo: tener al mismo tiempo los récords de 100, 200 y 400 metros. Puede rebajar en breve los dos primeros, y le veo por debajo de 43.00 en 400: como en 42.85. Eso, si aumenta su resistencia en la punta de velocidad. Puede hacerlo aún, hasta los 27 años. Ya no entreno a atletas, pero le diría que practicara 200 metros en recta. Yo tengo el récord del mundo en esa especialidad: 19.50. En recta... y en pista de ceniza. Le iría bien.

¿Cree que Usain despreció en Pekín al resto de los competidores, con aquellas celebraciones? Y, ¿qué hubiera hecho Tommie Smith en esta época, con los métodos y los entrenadores de hoy...?
Usain es un atleta joven, que se divertía y ofrecía esa diversión al mundo. Exuberancia total. Yo estaba muy bien entrenado por Bud Winter. Y sin ese dinero que hay ahora...

John Carlos sigue en la lucha
De los tres atletas que subieron al podio de 200 metros en Ciudad de México, el 16-10-1968, uno ya no está vivo: el australiano Peter Norman, subcampeón y medalla de plata, fallecido en 2006. Pero a Tommie Smith aún le acompaña en el mundo de los vivos su lugarteniente en aquellos Juegos Olímpicos: John Carlos, nacido en Harlem, Nueva York, hace 63 años. Carlos, medalla de bronce en la famosa carrera, fue el que repartió los guantes negros y las pegatinas de Derechos Humanos. Como Smith, Carlos acude a conferencias y actos, y viaja con frecuencia junto a las selecciones de atletismo de EE UU. Vive en California. AS le entrevistó en 2006 y 07.