lunes, 29 de diciembre de 2008

¡Gracias, Michael!


SERGI LÓPEZ El País.

Michael Phelps no me conoce personalmente. Durante los Juegos Olímpicos de Pekín, uno de los días que salíamos de la piscina coincidimos en el mismo autobús y tuve el atrevimiento de pedirle que me firmara dos gorros para mi hija, Harley, y para mi hijo, Cobi. Él, muy amable, accedió. Después, me sentí increíblemente orgulloso. Nunca pensé que conseguir el autógrafo de un nadador llegaría a impactarme tanto. Tampoco imaginé a un nadador como Phelps.
A quien me diga que la natación le parece una actividad insignificante le diré que a mí lo que me resulta absurdo es pensar en ir a la Luna. Yo no sé cómo viajar a la Luna. Yo sé nadar. Ése es mi talento. "Todos tenemos muchos talentos", les digo a mis nadadores; "nadie se ha dado cuenta de que los tenemos, pero están ahí". A veces se manifiestan cuando estamos solos. A veces hacemos un entrenamiento increíble y sentimos que se nos pone la piel de gallina porque hemos hecho algo que está al alcance de muy pocos.
Antes de que formara parte de la opinión pública, Phelps ya tenía un objetivo en su mente. Además de ser el mejor nadador de todos los tiempos, su meta era poner a la natación en un primer plano mundial. Gracias a él, la natación está en un lugar que nunca pudimos imaginar.
He sido nadador y ejerzo de entrenador desde hace muchos años. Debo reconocer que lo que Phelps consiguió en el agua se consideraba imposible. No creo que haya nadie que en un próximo futuro pueda volver a ganar ocho oros en unos Juegos.
Gracias al fenómeno de Phelps en los Juegos y a la gran atención que la televisión le dio en Estados Unidos, los clubes de natación de punta a punta del país vieron un gran aumento de nuevos nadadores. En nuestro club, en las dos primeras semanas de la temporada, registramos 95 nuevos nadadores cuando antes nos dábamos por muy satisfechos si en el mismo periodo incorporábamos a 30. Fue un gran reactivo para nuestra economía. Algo sorprendente, teniendo en cuenta que la crisis había empezado a mermar el número de inscritos. El caso de mi club no fue excepcional. Muchos otros tuvieron un número mayor de nuevas inscripciones. Eso sólo se debe a Phelps.
La identificación de la gente con este nadador es casi automática. Creo que la razón es evidente. Muchas veces nos preguntamos qué es lo verdaderamente importante en esta vida. ¿Por qué estamos aquí? Nos bombardean a diario con imágenes desoladoras de terremotos, sequías, huracanes, pobreza, guerras... Para mí, una de las cosas más importantes en esta vida es la natación. Mucha gente pensará: "¿Y éste está loco?". Dirán que no tiene sentido entrenarse horas y horas mirando la línea negra en el fondo de la piscina para poder bajar una décima de segundo con suerte. A mí la natación me ha ayudado a entender el significado de las cosas.
Phelps, con lo que ha logrado como nadador, ha ayudado a mucha gente a sentirse identificada con una pasión. El impacto ha sido importante, sobre todo en los jóvenes. Lo veo en mis hijos, que están involucrados con la natación desde el día que nacieron. Estoy seguro de que Phelps les está ayudando a sentir una pasión muy fuerte, que se relaciona con trabajar duro día a día para ser lo mejor que puedas ser. Phelps les ha enseñado con su obra algo que para un pedagogo, para un padre o para un entrenador es muy difícil de inculcar. Como Michael Jordan, su victoria más grande fue avivar la llama del fuego que todos llevamos dentro.
Estar en Pekín y ver a Phelps en acción cada día me hizo sentir muy bien. Muchas veces la gente me pregunta qué es lo que sentí cuando gané la medalla olímpica en Seúl. Veinte años después, las percepciones se distorsionan y no te acuerdas muy bien de la sensación real. Ver en directo las emociones de Phelps tras ganar el relevo de 4x100, en el podio, cuando le daban las medallas, me hizo apreciar y sentirme orgulloso de lo que yo había conseguido hacía 20 años. Ya casi no le daba importancia.
Me fui de Pekín 20 años más joven. Con la gran ilusión de poder contagiar a mis nadadores las mismas sensaciones que Phelps me hizo sentir otra vez al verle nadar durante nueve días. ¡Gracias, Michael!
Sergi López, en 1988, se convirtió en el primer nadador español en ganar una medalla olímpica, el bronce en los 200m braza en los Juegos de Seúl. Ahora, es el responsable técnico del Club Bolles, de Jacksonville (Florida), ganador del último Campeonato Nacional Júnior de Estados Unidos.