"Lo que ocurre en la natación es una desgracia en mi opinión: cuando los factores exógenes, en este caso el material, influye tanto en un deporte hay que empezar a preocuparse. En el último año se han batido más de 100 récords mundiales. Es una cantidad exorbitante producida por el empleo de bañadores de poliuretano y neopreno, con índices de flotabilidad muy altos, que han procurado avances colosales para los nadadores. El problema es que no se sabe cuánto vale el hombre y cuánto la tecnología, o dónde hay que poner los límites, porque cada mes aparecen nuevos bañadores y los nadadores los buscan desesperadamente para conseguir una ventaja sobre el rival y sobre sus marcas anteriores. El efecto es evidente: el francés Alain Bernard batió el récord del mundo de 100 metros el pasado fin de semana con un bañador no homologado. Un día después participó en la final con un modelo de bañador de la temporada 2008. Terminó segundo, a más de seís décimas de segundo de su récord. La FINA, Federación Internacional de Natación, tiene que tomar medidas estrictas, definir claramente las reglas y no enturbiar el deporte con alguien ha definido como dopaje tecnológico. En realidad, muchos de los principales entrenadores del mundo han comenzado a quejarse por el tumulto en el que se mueve la natación en estos momentos. Para mí es un deporte a punto de desplomarse, como le sucedió al ciclismo con el dopaje."
No hay comentarios:
Publicar un comentario