jueves, 19 de agosto de 2010

Enhamed, quien quiere, puede


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“A los ocho años gané la ceguera”. Es la frase que suele soltar Enhamed Enhamed al preguntarle desde cuando es invidente. Es ciego, y deportista profesional, lo que, como ha demostrado, él y otros muchos, no es incompatible. Nacido en Las Palmas en 1987, Enhamed es el Michael Phelps de la natación paralímpica. Es considerado el mejor de la historia, posee incontables récords mundiales y europeos en diferentes modalidades y colecciona medallas de oro. Logró dos en el Mundial 2006, cuatro en el Mundial 2007, cuatro en los Juegos de Pekín de 2008 y ya suma tres en el Mundial que se disputa estos días en Amsterdam. Nada desde los 50 hasta los 400 metros, y triunfa en modalidad libre y mariposa, aunque también ha logrado medallas en espalda y estilos.
Pero este chico de 22 años no sólo destaca por sus logros, sino también por su condición humana. Nunca pierde la sonrisa, es optimista por naturaleza. Enhamed es un ejemplo social de superación, un espejo en el que deben mirarse todos los chicos con sus dificultades, y también los que no. Su filosofía de vida queda resumida en un artículo reciente y de obligada lectura que escribió en Marca.com titulado: “El camino es superar lo que fuimos ayer”, en el que habla de su ansia por mejorar constantemente. En 2009, un año después de colgarse cuatro medallas de oro en los Juegos Paralímpicos de Pekín, concedió una entrevista digital a ‘La Provincia’. Cuestionado por si tiene miedo a algo, contestó: “Tengo miedo a quedarme quieto y tengo miedo a que un día alguien me diga no puedes hacerlo y yo lo acepte. Sólo hay una persona a la que le tenga miedo y es a mí mismo en los momentos en los que no tengo ganas de esforzarme”.
Todos los valores que hacen tan influyente al deporte están reflejados en Enhamed. Ofrece conferencias en las que transmite todo lo que ha adquirido en sus años de entrenamiento. “Puedes hacerlo, sólo tendrás que encontrar el cómo”, es una de las frases de su primer entrenador, Ramón del Villar, que se le quedó grabada. Su biografía es una carrera de obstáculos. Hijo de padres saharauis y quinto de seis hermanos, a los ocho años perdió la vista o, mejor dicho, ganó la ceguera. Pronto, la natación se convirtió en su forma de vida, por lo que marchó al Centro de Alto Rendimiento de Madrid, aunque siempre ha buscado tiempo para sus estudios y su vida laboral. Estudia Administración y Dirección de Empresas y trabaja en una empresa dedicada a la investigación en neurociencia cognitiva. Pese a todo le da tiempo de entrenar unas seis o siete horas diarias, asfixiante rutina que mantendrá, como mínimo, hasta los Juegos Paralímpicos de Londres 2012. Su hambre y sus ganas de mejorar no tienen límite. Quien quiere, puede.

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