lunes, 7 de abril de 2008

"China será mucho más abierta después de los Juegos"


El 8 del 8 de 2008, a las ocho de la tarde y ante 80.000 espectadores, el octavo presidente del COI, Jacques Rogge, y su gran padrino, Juan Antonio Samaranch (Barcelona, 1920), de 88 años, presidirán la apertura de los Juegos de Pekín junto a las autoridades chinas. No es casual que el 8 sea uno de los números de la suerte en China y tampoco es una cuestión trivial para el ex presidente del COI, supersticioso como pocos. Samaranch, que tiene decidido ir a Pekín ocho días después de cumplir los 88 (el 17 de julio), fue el principal catalizador de Pekín, donde ha sido entronizado como Samaranchi. El ex diplomático español rechaza de plano todos los recelos existentes sobre la conveniencia de que la gran fiesta del deporte se celebre en un país que no fomenta precisamente la defensa de los derechos humanos. Sostiene que los países que critican a China deberían hacer un ejercicio de introspectiva y "lanzar sus protestas en la ONU", no utilizar el olimpismo "con fines políticos". Samaranch, lúcido y puntualmente informado, reconoce que en los últimos días ha asesorado a la cúpula del COI "tantas veces" como se lo han pedido.

Pregunta. ¿Se arrepiente de la elección de Pekín, que usted impulsó?

Respuesta. No, no. Ni mucho menos. Fue una decisión mayoritaria del COI. Se quiso premiar a la República Popular China por todo lo que había hecho por el deporte, sin olvidar que para los Juegos de 2000 perdieron frente a Sidney por dos votos.

P. ¿Por qué era usted tan partidario de Pekín?

R. No puedo olvidar que los primeros Juegos de verano que presidí, los de Los Ángeles en 1984, fueron los del boicoteo comunista en respuesta al del presidente estadounidense Jimmy Carter en los de 1980 en Moscú. En Los Ángeles pudimos romper el boicoteo con la participación de Rumania y, principalmente, de China. Me acuerdo perfectamente de la entrada del equipo chino en el estadio. Se llevó una de las mayores ovaciones que he oído a lo largo de mi vida.

P. ¿La elección de Pekín obedeció más a intereses políticos o económicos?

R. Se premió a un país que tiene la quinta parte de la población mundial y que estaba creciendo enormemente desde el punto de vista económico y deportivo. Se lo merecían por lo sucedido con la elección de 2000. Y han demostrado que acertamos porque su organización puede ser histórica. Las instalaciones, sobre todo el estadio y la piscina, pasarán a la historia. Hace unos siglos se construían catedrales. Hoy se construyen instalaciones deportivas de tal magnitud.

P. ¿Con Pekín hubo más presión que en otras elecciones?

R. No. China tiene muy buen cartel en el mundo olímpico.

P. La Carta Olímpica impide que, al analizar las candidaturas, haya una valoración política. ¿No cree que con China debería haberse tenido en cuenta?

R. Tenemos una norma que establece que para nosotros no hay diferencias raciales, religiosas ni políticas.

P. Resulta contradictorio, porque el COI hace política. ¿No lo admite?

R. Sería una tontería decir que la política y el deporte no están ligados. La política te la encuentras en todas partes. Pero el COI no es una organización política y los distintos regímenes no son cuestión nuestra. Es cuestión de cada país escoger lo que más le conviene.

P. ¿No le disgusta que, desde Moscú 80, éstos sean los primeros Juegos en un país no democrático?

R. Cada país tiene el régimen que escoge. Me parece que lo que ha pasado en China en los últimos 25 años es extraordinario. Ha tenido un desarrollo económico impresionante y los primeros beneficiarios han sido sus habitantes. Ha pasado de ser un país con calamidades a uno que va para arriba, con una economía fortísima. Y estoy seguro de que después de la economía llegarán otros cambios.

P. ¿Como un mayor respeto de los derechos humanos?

R. Bueno, esto de los derechos humanos es algo muy delicado. Estamos a favor, claro, pero muchos países que acusan a otros de no respetar los derechos humanos deberían mirarse a sí mismos.

P. ¿Es consciente de que los Juegos se van a celebrar en un país en el que sus ciudadanos no tendrán un acceso libre a la información sobre el evento?

R. No creo que sea así. He estado en China y se puede hablar de censura política, pero no hay censura deportiva de ninguna clase.

P. Usted fue tan decisivo en la victoria de Pekín que hasta recibió personalmente una carta de agradecimiento del entonces presidente chino, Jiang Zemin. ¿En algún momento hubo un compromiso por su parte de mejorar la situación política, de un mayor aperturismo?

R. Como presidente del COI, yo no podía meterme, ni mucho menos, a aconsejar el régimen político que debe tener un país, como también lo ha dicho mi sucesor, Jacques Rogge. Pero nosotros hemos hecho algo extraordinario: que en los Juegos pueda participar un equipo de la República Popular China y otro de Taiwán. Tenga usted en cuenta que en la ONU, la UNESCO o la Cruz Roja, para aceptar a la República Popular China, tuvieron que expulsar a Taiwán. Y lo que consiguió el COI fue gracias a la generosidad de China.

P. ¿Cree que con Pekín podría producirse lo que en Tokio 64 o Seúl 88, cuando el olimpismo sirvió de puente a la normalización política de ambos países?

R. Creo que, después de los Juegos, China será mucho más abierta. Yo no estaba en Tokio, pero lo que pasó en Corea del Sur fue extraordinario. No tenía relaciones diplomáticas con más de medio mundo y, al lograr una participación casi total, sobre todo la de China y la Unión Soviética, el éxito fue rotundo. Para Corea, los Juegos supusieron un cambio sociológico, económico y político. Después de los Juegos, por primera vez en su historia, tuvieron un presidente que no fue un militar.

P. Cuatro días después de ganar Pekín, el 13 de julio de 2001, fue elegido su sucesor, el belga Jacques Rogge, su candidato, por cierto. Y unas de sus primeras palabras fueron: "El deporte no tiene la responsabilidad de cambiar situaciones políticas".

R. Tenía toda la razón. Muchos de los que protestan ahora tendrían que hacerlo ante Naciones Unidas, no ante el Comité Olímpico.

P. Pero hay pocas ventanas más universales que unos Juegos.

R. Sí, sí, pero no hay que aprovecharse de los Juegos para fines políticos.

P. ¿Qué le parecen las voces que proclaman o insinúan un boicoteo, al menos diplomático, como ha hecho el presidente francés, Nicolas Sarkozy, o incluso el Gobierno belga por mucho que Rogge sea compatriota?

R. Me parecen fuera de lugar. Y, además, tiene una importancia muy relativa. En la ceremonia de apertura, lo importante no son las autoridades, sino los deportistas.

P. ¿Cree que Francia no ha olvidado su decidido apoyo a Pekín frente a París en las votaciones para los Juegos de 2008?

R. No lo creo.

P. ¿Teme que se multipliquen las voces en contra y se pongan en riesgo los Juegos?

R. Habrá protestas, seguro, en ciudades como París, Londres y alguna otra. Pero estoy convencido de que los chinos lo harán muy bien.

P. Política al margen, no parece que China se haya tomado muy en serio el problema de la contaminación.

R. Pues yo creo que se lo ha tomado muy en serio. He estado allí y he sufrido la polución, básicamente por la existencia de cuatro millones de coches. Están pagando su vertiginoso crecimiento económico. Pero durante los Juegos van a suprimir la circulación de más de la mitad de los vehículos y van a dar vacaciones en las fábricas. Tienen sistemas para producir lluvia artificial, como ya se hizo en 1980 en Moscú.

P. Hay grandes atletas, como Gebrselassie, que no están muy satisfechos con las medidas y han renunciado a participar.

R. Es un chico que tiene asma y ha dicho que no se atreve con el maratón, pero se ha comprometido a correr el 10.000.

P. ¿Qué le ha parecido la gestión de su sucesor?

R. Su elección fue un enorme acierto. Es un hombre del deporte, tres veces olímpico, y ha hecho lo que yo considero imprescindible para ser un buen presidente del COI: dejar su profesión y tener una dedicación exclusiva a la presidencia. Es, sin duda, un gran presidente.

P. ¿Cuál cree que es su gran reto inmediato?

R. Está muy empeñado en la lucha contra el dopaje, un tema que conoce perfectamente, y ha dado pasos muy importantes. El COI goza de gran salud. Tiene salud económica y eso le permite ser independiente, no depender de ningún organismo internacional y, mucho menos, de ningún gobierno. No sabe lo que es visitar un país como presidente del COI y no tener que pedir dinero. Es estimulante.

“El deporte español se merece un ministerio”

Pregunta. ¿Cuál es su diagnóstico del deporte español?
Respuesta. En los últimos años, el deporte español ha dado un paso de gigante y ahora, en unos meses, tendrá el examen de cada cuatro años. Espero y deseo que los resultados sean muy parecidos a los obtenidos en Barcelona 92. Pero, si hacemos un repaso de lo que se ha hecho, como una serie de leyes muy importantes, la reunión en Madrid de la Agencia Mundial Antidopaje, la candidatura de Madrid… Hoy día, España es el país del mundo que organiza el mayor número de competiciones deportivas de primer orden. Y está presente con éxito en muchísimas competiciones. La candidatura de Madrid 2012 no salió por la equivocación de un miembro del COI y se vuelve a intentar para 2016 por la ilusión que tiene el alcalde de Madrid, el alma de esta apuesta. Tiene factores en contra —como que se repita el continente europeo tras Londres 2012 y la presencia de un rival suramericano (Río de Janeiro), pero también a favor: los candidatos de ahora no tienen la misma entidad, ni mucho menos, que aquéllos con los que tuvo que luchar para 2012. Madrid es una gran candidata. Ya tiene unas instalaciones magníficas y tendrá otras que serán de las mejores del mundo, como el centro de natación y, muy especialmente, el centro de tenis. Es un acierto que se presente de nuevo porque dejó muy buen recuerdo y ese recuerdo aún está latente.
P. ¿Qué opina de la estructura política del deporte español?
R. El deporte español tiene tanta importancia… Lo vemos diariamente en todos los medios informativos y se ha hecho un gran esfuerzo. Para mí, Jaime Lissavetzky ha sido un secretario de Estado extraordinario. El deporte se merece por parte del mundo político que se valore lo que representa en nuestra sociedad y se le dé el rango que se merece. Cuando digo esto, me refiero a que el deporte español estaría muy contento de ver la palabra deporte incluida en la titularidad de algún ministerio. Se lo merece y, cuando hablo de pedir algo tan justo, creo que lo hago como un portavoz de todos los deportistas españoles.
P. ¿Y por qué no un Ministerio de Deportes?
R. Hombre, porque no quiero pedir tanto. Pero sería lo ideal.
P. ¿En qué ayudaría?
R. En que el deporte estaría de verdad en la mesa del Consejo de Ministros y, además, sería como concederle el premio que se ha merecido.P. Pero ya sabe que los políticos sólo aparecen…
R. Ya, cuando se entregan las copas, cuando hay éxitos, lo sé. Pero a ver si leen esta entrevista.
P. ¿Tiene la sensación de que en este país aún no ha habido un gobierno que sea consciente de lo que contribuye a engrandecer la imagen de España la proyección universal de algunos deportistas como Alonso, Gasol y Nadal?
R. Lo que están haciendo estos tres que cita es fantástico. Llevan el nombre de España por todo el mundo y con una categoría extraordinaria. Las victorias deportivas tienen enorme valor no sólo porque los españoles estén satisfechos, sino porque ayudan a la proyección del deporte. En este asunto siempre recuerdo a mi admirado Manolo Santana, el que plantó el árbol del tenis. Para difundir el deporte, nada como los éxitos. Siempre que viajaba por el mundo explicaba mi teoría de las dos pirámides: si tienes una gran base, tendrás un campeón, y, de forma invertida, si tienes un gran campeón, tendrás una base.
P. ¿No cree que hay un déficit de directivos españoles?
R. Internacionalmente, hay un déficit importantísimo, en nula consonancia con la categoría de los deportistas españoles. Cuando estuve al frente del COI, hice lo que pude, pero ahora se ha perdido presencia. Los hay que tienen posibilidades de escalar posiciones en algunas federaciones internacionales y hay que hacerlo. Es imprescindible. Conmigo llegaron a estar cinco españoles en el COI. Ahora sólo está mi hijo.
P. Quizá no contribuya a la causa peleas como las del COE y el CSD o el CSD y el fútbol.
R. El conflicto del fútbol lo he vivido con inquietud. Jaime Lissavetzky ha demostrado que es un buen diplomático.
P. ¿Qué le parece que el fútbol quiera estar al margen de la ley?R. Es una pregunta difícil, pero las leyes son las leyes y hay que respetarlas. Aunque hay que tener en cuenta las particularidades de la organización deportiva internacion