lunes, 23 de marzo de 2009

De verdugo de Moses a esclavo de la cocaína


Ángel Cruz As.com

En el verano de 1987 el viejo estadio de Vallehermoso (hoy demolido) fue escenario de un hecho histórico: el estadounidense Danny Harris rompía 9 años, 9 meses y 9 días de imbatibilidad de Edwin Moses, invicto tras 122 carreras consecutivas. Antes había sido plata olímpica (con 18 años) en Los Ángeles, por detrás de Moses, y en ese mismo 1987 repitiría esa plata en el Mundial de Roma... por detrás de Moses. Estaba en la gloria y era el sucesor del gran Edwin... Pero del paraíso descendió al infierno en muy poco tiempo.
Se lesionó en 1988 y se quedó fuera de los Juegos de Seúl al ser quinto en los Trials. Era favorito para romper la hegemonía de Moses, pero no pudo competir. Un duro golpe. Frecuentó compañías dudosas y se enganchó a la cocaína. Los que le conocimos le veíamos con unos ojos vidriosos que escondían algo destructor. En 1992 dio positivo con ese veneno y la IAAF le castigó con cuatro años, de los que cumplió tres después de pedir clemencia.
En 1996 se clasificó para los Juegos de Atlanta, pero volvió a dar positivo y quedó fuera del equipo. Sanción a perpetuidad. Tres años después le diagnosticaron cáncer de colon. Era un hombre destruido, que pasó cuatro meses en la cárcel acusado de robar a una anciana de 75 años. Fue liberado. Era inocente.
Pero la fuerza de voluntad y la ayuda de su novia le ha devuelto a la vida. La universidad de Iowa, aquella en la que estudió, le ha contratado como entrenador ayudante, a las órdenes de Corey Ihmels. Además, se aplica en acabar sus estudios abandonados. Danny Harris es un hombre nuevo.

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