lunes, 8 de marzo de 2010
"Antes me temían, ahora me respetan"
CARLOS ARRIBAS
Jubilados británicos que pasan el invierno entre gin tonics y palos de golf. Olor a purines en la puerta, olor que une los orígenes agrícolas de la zona, el campo de golf que rodea la urbanización surgida en medio de la nada. En la habitación de Lance Armstrong (Tejas, Estados Unidos; 1971), el viernes por la noche, ropa desordenada sobre una cheslón, una tele encendida al fondo. El ciclista, pocas horas después de haber "sufrido como un perro" en la subida a Collado Bermejo, momento fuerte de la Vuelta a Murcia, relajado. "Sí, sí, me cansé bastante, pero ahora me siento bien. Wiggins [Bradley, corredor británico] está fuerte. Le veo fino", comenta. ¿Más que el año pasado? "No le vi en marzo del año pasado, pero ahora ya está delgado. Ha perdido culo", explica.
Pregunta. Leyendo su twitter, en el que cuenta su vida, uno no puede evitar admirar su capacidad para dar con la expresión precisa, su chispa... Más parece un hombre de la agencia de Madmen que un ciclista.
Respuesta. Lo único que he hecho en mi vida ha sido ser ciclista, pero creo que hay una gran diferencia entre los demás y yo. Y es que yo llevo haciéndolo casi 20 años. Y he conocido muchísimos sitios. El ciclismo me ha llevado a todos los continentes. Y se aprende de todo, a valorar a otras gentes, otras culturas, otras lenguas, arte...
P. ¿Pero no piensa que la diferencia con los demás está en su mirada, no en lo que mira?
R. Sí, claro, es diferente a la de los demás. Sobre todo, por mi experiencia vital. Soy un superviviente del cáncer. Haber pasado por ese periodo lo cambia todo. Eso les pasaría a todos. Cualquier ciclista que lo sufra ahora, dentro de 10 años, será otro; cualquier persona de la calle... Es un cambio de perspectiva inevitable.
P. Cualquier cosa que usted toca la convierte en tendencia. Las pulseritas amarillas, que todo el mundo imita de todos los colores; su twitter tiene ya dos millones y medio de seguidores...
R. Lo más importante es ser auténtico. Soy el único que twitea mis twitters. A todos los demás se los hacen sus agentes, sus jefes de prensa, sus hermanas... Y es importante que cuando alguien lea algo sepa que es tuyo.
P. También parece admirable su capacidad para dedicar su energía a cosas diferentes: arte, ciencia, tecnología, obras sociales... Tan distintas como sus gustos musicales, de Miles Davis a punks californianos. Parece que necesita estar todo el día en acción. ¿Cómo lo puede hacer?
R. Creo que siempre ha habido una percepción equivocada porque antes la gente me veía como un ciclista, un deportista que se entrenaba 24 horas al día, plenamente concentrado, sin personalidad, sin intereses, sin amigos... Eso no era verdad. Me interesaba por muchas cosas. Y ahora hago las cosas que me gustan. En cuestiones de arte soy un autodidacta. No he tenido educación, pero, cuando veo una pieza de arte, ella me dice sí o no. Me he hecho unas cuantas casas en muchos sitios y en todas me he esforzado por colgar arte en las paredes. El arquitecto diseña la casa, pero las paredes son cosa del propietario y en ellas se refleja su personalidad. Empecé a coleccionar arte hace unos 10 años. Poco a poco, silenciosamente.
P. ¿Esa conciencia de su propia diferencia le lleva a sentirse superior al resto del pelotón?
R. No; ahora, no. Irónicamente, creo que ahora me siento más cercano a los compañeros. Tomemos el pelotón del Tour, 200 tipos. Ahora hablo más con ellos que antes. Antes sólo hablaba con ocho muchachos, mis muchachos. Ni una palabra a los demás. Y les decía a esos ocho que no hablaran con nadie durante las tres semanas del Tour. Después, que hablaran con quien quisieran. Así que mi conexión con el ciclismo es mejor ahora que antes. De una manera extraña, ahora me preocupa más el deporte.
P. ¿Se preocupaba antes más por usted mismo que por su deporte?
R. Yo no diría eso. No me preocupaba de los otros equipos, pero me preocupaba del mío. Y me preocupaba por Chechu Rubiera lo mismo que por mí. Y los rivales ni existían. Pero en aquellos años era un trabajo y ahora es más una pasión, una diversión. Hay una motivación diferente.
P. ¿Cree que en el pelotón se le respeta o más bien se le teme? Eso es lo que pasaba con Tiger Woods en el golf...
R. Son deportes diferentes. El golf es un deporte individual. El ciclismo, no. El ciclismo es un deporte de equipo y, cuando uno no tiene equipo, tiene que buscarlo en el pelotón. Y un día puede que lo encuentre, pero... ¿al siguiente? Es imposible que yo sepa lo que sienten los demás. Sé que en los viejos tiempos me temían y quizá ahora me respetan. Hay jóvenes ciclistas que se me acercan y me piden, muy educados, si pueden hacerse una foto conmigo. Me hacen sentir viejo.
P. Usted es viejo.
R. Soy viejo, 38 años, pero no tan viejo como Cuesta [Íñigo, de 40 años].
P. A usted le temían. Incluso había corredores que le odiaban por su soberbia, sus maneras de dictador, su mirada desaprobadora... Ahora parece domesticado...
R. Esa mirada... Y todavía la tengo. En la vida hay gente apasionada, comprometida, intensa..., y gente pasiva. Yo soy como los primeros. Incluso las líneas en el entrecejo, las que marcan mi mirada, son ya permanentes. En los viejos tiempos podía mirar así a algún periodista loco como un ataque, pero también miro así a mis hijos en casa cuando no me obedecen. La misma mirada intensa. Y se la doy tanto a unos que no me gustan como a mis hijos, a los que quiero más que a mí mismo. Es la misma personalidad, la misma intensidad.
P. ¿Tiene algo que ver su pose con la manera como la prensa de Estados Unidos trata a sus héroes deportivos? ¿Es diferente a la europea?
R. Definitivamente, ahora no, pero quizá un poco en el pasado. Mi gran objetivo ahora es ser invisible, no ser visto nunca. Es un compromiso conmigo mismo. Cuando dejé el ciclismo, hice la vida de un joven, con amigos, mujeres, fiestas... Es diferente cómo se cubre el deporte en los medios y cómo la vida social, el estilo Hollywood. No me gustó cómo lo hacían. Alcancé un punto en el que me dije: "Nadie necesita verme". Sólo me dejo ver en las competiciones deportivas o en los actos que organiza Livestrong, la fundación contra el cáncer. Los medios son diferentes ahora.
P. ¿Es una prensa más crítica?
R. Más competitiva, pero desde su propio punto de vista, y más volátil, cambiable. Ahora los ciclos de atención de los lectores o espectadores son mucho más cortos. Hace 50 años sólo había tres canales de televisión en Estados Unidos y una radio, un periódico... Después llegó la televisión por cable, 50 canales. Y empezó la competencia. Y luego Internet, blogs, twitters, videocámaras en todas partes, micrófonos... Finalmente, todo el mundo se siente periodista, es un periodista. Y los deportistas cometemos errores. Antes mencionó a Tiger. Decimos cosas que no debemos e inevitablemente siempre se organiza un carnaval. La moraleja es que ya no hay dónde esconderse. Hay que buscar más hondo y más hondo. Querría imitar a algunos pocos que lo consiguen. A Federer... ¿Alguien le ve fuera de los torneos? A Tiger se le acabaron los escondites. Pero a Johnny Depp nadie le ve nunca. Es como un fantasma. No entiendo a la gente que quiere salir en todas las fotos.
P. ¿Se considera un héroe deportivo? ¿Es posible ahora ser ciclista y ser considerado un héroe?
R. Es diferente en Europa y en Estados Unidos. Aquí dicen de los ciclistas burradas: que si están locos, cualquier cosa... En mi país es distinto. Es un deporte más minoritario. No más del uno o el dos por ciento de la gente lo sigue. A mí la gente me asocia en el mundo con el cáncer. Es bueno.
P. Usted ha criticado la forma en que en España se mitifica a los héroes deportivos. ¿Se siente, quizá, celoso por la manera como se trata a Alberto Contador?
R. No. No soy español. No puedo esperar que me traten igual. La cobertura del Tour en España fue muy pro-Alberto y en Estados Unidos muy pro-Armstrong. Es lógico.
P. ¿Es muy importante para usted ganar por octava vez el Tour?
R. No es esencial. No lo necesito especialmente. Sólo, como una recompensa a un trabajo duro. Pero, honradamente, no hay diferencia entre ganar siete u ocho. El próximo Tour será una gran historia: la rivalidad con Alberto, lo que sucedió el año pasado... Eso será bueno para el Tour, pero no cambiará mi vida ganarlo o no, ni la vida de mis hijos.
P. Pero una persona tan competitiva como usted necesita ganar siempre.
R. Sí. Pero incluso así... Lo primero de todo es que será muy difícil. Tengo 38 años. Alberto, 27 y mejora cada año. Yo lo veo, la gente lo ve, Alberto lo ve... La respuesta no está a mi favor...
P. Pero usted ha sido capaz de ganar contra cualquier expectativa. En todo: en la vida, en el Tour...
R. Sí. Nadie tiene el trofeo desde la salida. Se va a la carrera y se ve quién es el mejor.
P. Volviendo a las miradas, la imagen que resumió el pasado Tour fue la del podio de París, la forma en que usted miraba a Contador cuando recibía la copa. ¿Qué sentía en ese momento?
R. Pero no había emociones fuertes. Mi recuerdo de aquel tercer puesto, de todos los podios, es de alivio, de sentirme agradecido porque todo se acabó y de tener ganas de volver a casa. Son tres semanas de tanto agobio, tanta presión... Alberto fue el mejor del Tour y, para mí, fue lógico y honorable que él estuviera en lo más alto. Yo no estaba celoso, enfadado, amargado... Nada de eso. Él fue el mejor.
P. ¿Cree que su presencia en el podio dos escalones más abajo hizo más grande la victoria de Contador?
R. Quizá, desde su punto de vista o desde el de los medios, sí que le gustó que yo estuviera allí, debajo. Desde mi punto de vista, fue bueno para mí estar ahí. Cantidad de gente, incluidos algunos amigos míos como Eddy Merckx, no pensaban que sería capaz de terminar siquiera entre los 10 primeros. Y hay una gran diferencia entre terminar cuarto y terminar tercero. Por primera vez me di cuenta. Me alegró muchísimo no ser cuarto.
P. En 2009 usted dijo que en 2010 sería más fuerte. ¿Está más fuerte que entonces?
R. Sí. Diferente, al menos. Me siento más ciclista. Quizá tuviera más fuerza bruta el año pasado, pero en éste tengo más fuerza ciclista, que no es lo mismo. Soy mejor ciclista ahora. Hasta me puedo sentir cómodo en el pelotón. El año pasado, al principio, iba nervioso, con miedo, a cola... Por eso me caí en Palencia.
P. Entonces, ¿será más frustrante no ganar el Tour?
R. Sólo me sentiría frustrado si cometiera un error. Si estoy al máximo de mi nivel de 38 años, no cometo errores, no sufro caídas, no me enfermo o pincho en un mal momento, no tengo mala suerte y gana el mejor, no me podré lamentar.
P. Contador le gana subiendo y en las contrarreloj, así que su único terreno favorable pueden ser las emboscadas en llano, el pavés, los abanicos, un equipo más fuerte...
R. El ciclismo está hecho de ello. Y muchas veces hemos tomado muy buenas decisiones en ese sentido. Recuerde mi primer Tour, el pasaje de Gois y Zülle: si él no se hubiera caído y perdido siete minutos, habría sido un Tour completamente diferente. Y era el primer Tour, lo que significa que los otros Tours habrían sido diferentes. Tácticamente, hay que ser muy inteligente.
P. El que en el Tour pasado Contador y usted compartieran equipo, el más fuerte de la carrera, facilitó mucho la victoria de Contador. En la contrarreloj por equipos se deshicieron de todos los demás y luego sólo quedaba la cuestión interna. ¿Cómo entiende que Contador se quejara después del equipo?
R. Es mejor no comentarlo. Como dije antes, éste es un deporte de equipo. Y siempre he creído que hay que valorar a los compañeros. Tú eres el jefe, tienes el maillot amarillo, estás en lo más alto del podio, tienes millones de dólares... Y ellos no tienen nada. Lo más honorable es, pues, respetarlos. Si no, no tendrás nada. Siempre lo he hecho con mis chicos: darles más dinero, respetarlos... Tenemos que ser una familia. Y no es una crítica a Alberto. Es como creo que deben hacerse las cosas.
P. ¿No es posible que sucediera algo, que no sabemos, que hiciera reaccionar así a Contador?
R. Alberto es una persona nerviosa, lo que no es malo. Yo también lo soy. Siempre pensamos que tenemos que hacer más, trabajar más, ser mejores. Todos los grandes campeones son así, todos tienen un pelín de inseguridad en la vida y tienen que compensarlo. Dije nervioso, pero que no se entienda como algo negativo. Y el resto no creo que sea Alberto, sino la gente que le rodea. Si pregunta a cualquiera que haya estado en contacto con ese grupo... Es la primera vez que se lo digo: hay que ser cuidadoso con el entorno. Pero, de todas formas, me lo pasé bien durante el Tour.
P. ¿Su entorno son las personas que dice que sólo saben decir "sí, señor", a todo lo que dice?
R. De nuevo le prevengo. Voy a hacer una declaración en abstracto, no una dirigida concretamente a Alberto y su gente. El papel y la responsabilidad de esa gente es decir "sí" muchas veces, pero, cuando llegar el momento de decir "no", tienen que saber decirlo y esa persona tiene que escuchar al "no". Un montón de gente me dice a mí que "sí" a todo...
P. ¿Johan [Bruyneel, su director] le ha dicho alguna vez "no"?
R. Johan dice "sí" todo el tiempo, todo el tiempo, pero algunas veces dice: "Lance, no". Y yo digo "OK" y me siento mejor después. Cuando alguien en quien has confiado para construir tu carrera dice "no" después de muchos "síes", la única respuesta es "no".
P. ¿Cree, entonces, que Contador debe madurar?
R. Alberto no es estúpido. Es una persona inteligente. Seguirá creciendo y adquiriendo experiencia en todo.
P. ¿Piensa hablar antes del Tour con él?
R. No es necesario.
P. ¿Hay alguna novedad respecto a la investigación de la policía francesa sobre los residuos sanitarios de su equipo en el pasado Tour?
R. Nunca he recibido personalmente noticias de los franceses. Sólo sé lo que leo en los medios, en Internet. Si sólo leyera el periódico local y el New York Times, que es el de referencia, nunca me habría enterado de esta historia porque nunca ha salido allí. No tengo información, no.
P. ¿Cree que, según nos acerquemos al Tour, surgirán más informaciones de ese tipo, dudosas?
R. No tienen ningún interés en sacar historias de éstas un 5 de marzo. No es una gran historia. Pero el 5 de julio es una gran historia, grandes titulares..., así que habrá que esperar. Estamos en el medio de una lucha política entre la agencia francesa antidopaje y la Unión Ciclista Internacional y seguro que a los ciclistas nos utilizan.
P. ¿Estas cosas le hacen pensar que el futuro del ciclismo es anglosajón? En España, por ejemplo, donde hay los mejores corredores del mundo, no hay patrocinadores que quieran construir un gran equipo.
R. Creo que se mezclan dos asuntos. Estamos recuperándonos de toda la miseria de las historias de dopaje y estamos sufriendo una grave crisis económica. Mire España: cinco millones de parados en este país. Creo que una empresa tendría muy difícil justificar un gasto de 10 millones de euros en un equipo ciclista.
P. Pero en Estados Unidos o Reino Unido están saliendo grandes equipos. ¿La mirada que tienen sobre el ciclismo es muy diferente a la de la vieja Europa, a la de los países tradicionales?
R. En esos países hay sobre todo más ciclistas aficionados, gente a la que le gusta salir en bicicleta. Aunque, y no peco de vanidoso, son los hechos, mi historia en el Tour y en la vida, lo que ha multiplicado la afición en mi país. La gente se ha visto expuesta al ciclismo. Lo mismo pasó con el golf y Tiger Woods o con la natación y Michael Phelps. En Estados Unidos la gente sale en bicicleta para hacer ejercicio, no para emular a los ciclistas de la Vuelta a Murcia o la París-Roubaix. Salen en bicicleta por salud. En España, Francia, Italia..., los cicloturistas entienden el deporte. El verdadero drama del ciclismo es la falta de unidad entre organizadores, ciclistas, patrocinadores, periodistas... No se trata de estar siempre de acuerdo en todo, pero mejor la mayor parte del tiempo. Esto es lo que pasa en España. Estoy en la Vuelta a Murcia y no hay equipos españoles por una diferencia de un par de miles de euros. Hay gente, como Alberto, que puede ayudar a que el ciclismo resucite. Y el ciclismo a veces olvida que, sin esas personalidades, no iría a ninguna parte.
P. ¿Seguirá usted en 2011?
R. Lo decidiré tras el Tour. Lo más duro es mi familia. Los echo mucho de menos. No es lo mismo los niños que ya han crecido que el que tuve el año pasado. Miro a los niños de modo diferente. Max me ha dado una perspectiva distinta sobre los niños y la paternidad.
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