sábado, 22 de enero de 2011
LA SOLEDAD DE BEZABEH
Ángel Cruz.
Me impresionó mucho observar esta mañana (jueves, 20) la soledad absoluta de Alemayehu Bezabeh en los pasillos de los Juzgados de la Plaza de Castilla, en Madrid. El día antes ya me habían advertido personas de lo que venimos en llamar su entorno que iba a acudir solo a declarar, porque al haber sido citado como testigo, no necesitaba abogado. No sé si necesitaba abogado, pero sí necesitaba alguien que lo acompañase, dado su escaso dominio del español y su nulo conocimiento de cómo funciona un juzgado.
Bezabeh había sido citado a las once de la mañana, pero llegó allí a las ocho y media. Subió a la séptima planta del edificio y se sentó en un banco, a esperar. Allí le encontré a las nueve de la mañana, cuando llegué al juzgado al mismo tiempo que mi compañera Begoña Fleitas, de Marca. Nos acercamos a él y nos confirmó que iba a mantenerse en lo que había declarado ante la Guardia Civil el 9 de diciembre, el día en que fue interceptado por la Benemérita cuando se dirigía a que le reinyectaran su propia sangre en El Escorial.
Ya sabéis: presuntamente, Manuel Pascua Piqueras habría sido el inductor de esos juegos sanguíneos y la sangre se la habría extraído Alberto León, ahora fallecido, que era quien se la iba a reinyectar. Un procedimiento absolutamente prohibido por la normativa antidopaje internacional. Según Alemayehu, a él le dijeron que era para evitar los problemas de mareos que tiene cuando hace mucho calor. En fin...
Cuando comenzaron a llegar más periodistas, Bezabeh se cambió de banco, de alejó de todos nosotros, y con unos papeles en las manos, siguió esperando. En la más completa soledad, con la cabeza baja. A mí me entristeció su situación. No sé si es una víctima o si era plenamente consciente de lo que iba a hacer. Pero daba de todo verle allí, esperando, sin nadie que le acompañase.
Finalmente entró a declarar y lo hizo durante media hora larga. Junto a él entraron los abogados José María de Pablo, que defiende a Manuel Pascua, y Julián Pérez Templado, que hace lo propio con Eufemiano Fuentes. Podían estar presentes en la declaración de Bezabeh, porque su testimonio podía afectar a sus clientes.
Al salir, Alemayehu se mostró esquivo y nervioso. Ya nos había dicho a Begoña y a mí que no iba a decir nada tras su declaración. Lo cumplió. Apenas contestó con algún monosílabo, confirmando que se había ratificado en todo. También los abogados presentes confirmaron este hecho. Declaró en español, sin ningún traductor presente. Y sin abogado. Sí lo tuvo el ciclista Joaquín Novoa, que también acudía como testigo. Pero Bezabeh no. Intentó esquivar a los fotógrafos y a las cámaras de televisión que le esperaban en la calle (los informadores gráficos no pueden entrar en los Juzgados con su material de trabajo) pero sin éxito. Muy nervioso, acabó cogiendo un taxi a toda velocidad.
Por cierto, los dos abogados citados explicaron que habían elevado un escrito a la juez Mercedes Pérez Barrios solicitando la invalidez de las escuchas telefónicas porque, según ellos, la gravedad del caso no requiere de estos procedimientos. También están a la espera de que se anulen las declaraciones de Marta Domínguez, que fue interrogada por la juez como testigo e imputada, al mismo tiempo, lo que no es procedente, según ellos. "No esperéis el juicio para este año; será el próximo, como muy pronto", nos dijeron.
Volviendo a Bezabeh. Sólo sonrió un momento, un breve momento, cuando le pregunté qué tal estaba su mujer, que ha salido de cuentas en su embarazo. "Está bien", me dijo. Y cuando le pregunté si espera niño o niña se le iluminó la cara: "Niña, niña...". Repitó: no sé si Alemayehu es una víctima o si era plenamente consciente de lo que hacía, pero ayer me dio pena verlo en absoluta soledad.
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