C. ARRIBAS El Pais.com
En uno de los pinchazos telefónicos de la Operación Galgo se escucha a Reyes Estévez hablando con su entrenador, Manuel Pascua, en vísperas de los Europeos de Barcelona 2010: "Manolo, quiero hacer habitación con Blanco; que no me pongan con los pesados del 1.500".
Una ironía del destino ha querido que apenas cinco meses después sean los "pesados" del 1.500 (Casado, campeón de Europa; Olmedo, tercero -Reyes acabó cuarto-) los que no quieran ni ver al atleta catalán, sospechoso de dopaje, tras la detención de su mentor, Pascua.
Otra ironía quiso que posteriormente Blanco diera positivo por EPO -"no entiendo por qué Reyes no", dijo, perplejo, a la policía, "si hizo lo mismo que yo"- y haya sido sancionado dos años.
La tercera ironía se conoció ayer. Estévez, quien, visto el vacío social que sufre en la residencia Blume, en Madrid, deseaba volver a Barcelona, encontró finalmente un entrenador que, por obediencia debida, acepte prepararlo en su nuevo desafío, los 3.000 metros obstáculos. Se trata de Luis Miguel Landa, precisamente el de Blanco hasta su positivo.
El veterano técnico se hará cargo también de otros atletas del grupo de Pascua: Antonio Jiménez Pentinel, Mohamed Elbendir y Alemayehu Bezabeh si no es sancionado, ya que fue detenido por la Guardia Civil en El Escorial en compañía de Pascua cuando, así confesó, iba a proceder a una autotransfusión sanguínea.
Convocado a declarar como testigo por la juez que instruye la Operación Galgo, el atleta de origen etíope se ratificó en sus primeras declaraciones a la Guardia Civil y volvió a admitir que en noviembre se había extraído una bolsa de sangre que pensaba reinfundirse en diciembre.
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