miércoles, 12 de octubre de 2011
DE PLATA A VENDEDOR
Andrés Armero Marca.com
Un día cualquiera en El Corte Inglés de Valencia. En una de sus plantas, un rostro conocido evoca una época en la que algunos nostálgicos pensaron que el atletismo en nuestro país crecería sin conocer ningún tipo de límites, impulsado por el espíritu del 92. El vendedor no es otro que David Canal. Según el número 642 de la revista de la Real Federación Española de Atletismo, el mejor velocista español de la historia.
No en vano, cinco preseas europeas lucen en unas vitrinas que se alimentan más allá de nuestras fronteras. La última de plata, en el Europeo de pista cubierta de Madrid en 2005. Ese mismo año, el 20 de febrero, había logrado la friolera de 45.93 en el Campeonato de España Indoor, récord todavía vigente. En teoría era la catapulta definitiva. En la práctica: el principio del fin. Cinco meses más tarde, en el Mundial de Helsinki, todo comenzó a torcerse.
El motivo no fue un caso de doping, ni de mala actitud profesional. La razón fue una paternidad que desencadenó el olvido: "En 2005 tuve a la niña con mi esposa, la también atleta Elena Córcoles, y me vi forzado a dejar de entrenar al 100%". Canal atendía las labores domésticas y "no podía dormir bien". Al fajarse en el tartán, el cuerpo no le respondía como antes por la falta de descanso. Se esforzaba, doblaba sesiones, pero no había manera.
La mofa pública de Odriozola
Canal sufrió "una depresión" y necesitó de atención médica durante los meses previos al Mundial. Una vez allí, con el relevo 4x400, el mismo al que el barcelonés enseñó el camino de la gloria en Budapest y Viena, no estuvo a la altura. Odriozola hizo leña del árbol caído: "Hay un atleta que tiene pinta de lanzador de martillo, es David Canal". El velocista, afincado en Valencia, reconoce que "la ansiedad provocó que comiese más de la cuenta", pero no comprende el escarnio público a un atleta que estaba en la cumbre medio año atrás. El presidente habló de vergüenza ajena, el deportista acabó destrozado.
No había margen de confianza. "Me redujeron la beca a 6.000 euros y me dijeron que diese gracias de que no me la habían quitado entera", confiesa. "Le dije a Odriozola que no tendría más remedio que trabajar para alimentar a mi niña". Así, El Corte Inglés de Valencia, ciudad donde vive con su familia, ha sido el destino de David Canal durante los últimos seis años. "Tenía 26 años y no contaba con ningún tipo de curriculum, les estoy muy agradecido".
Se le fue el caballo a los 26
Canal se resistió a caer y siguió entrenando. Aunque sus guarismos estaban muy lejos de aquel talento llamado a bajar de los 45 segundos en 400 metros, el barcelonés lograba "la cuarta mejor marca en 2009". Sin embargo, la Federación decidió llevar a otro atleta al relevo 4x400. Un chico con peor registro, "pero según ellos con mayor porvenir". Cada vez que Canal daba síntomas de recuperación se encontraba con nuevos palos: "Siempre me ponían a correr por las peores calles, por la uno o por la ocho, daba igual el mitin o la carrera".
El atleta respira hondo cuando echa la vista atrás: "El atletismo me ha dado cosas muy buenas, pero me he llevado grandes decepciones". Entre ellas, el abandono de la Federación. "Podría contar mil historias del presidente Odriozola, bueno: presidente, seleccionador, tesorero, él es todo", continúa. "Si le gustas, tienes de todo, en caso contrario te deja sin nada". Y apuntilla: "Nunca le he visto pedir perdón, siempre habla mediante evasivas, como con la Galgo. Si eres el presidente y no conoces la trama te tienes que ir por no enterarte; y si lo sabes y lo ocultas te tienes que ir por mentir".
El que fuera referente de la velocidad en España no se esconde a la hora de hablar de los problemas del atletismo, como el dopaje: "Cuando la máquina pita es por algo. Yo siempre he comido de todo, no he tenido cuidado de beber por botellas abiertas y nunca ha pitado". Canal mira a los jóvenes de 16 y 17 años, que no tienen apoyo y que ven lo que les espera, y entiende que se planten. Él todavía está pagando "un año malo" en un deporte desposeído en ocasiones de memoria y corazón. Si cinco medallas europeas no fueron suficientes para ganarse un voto de confianza por un año en blanco, la mayoría de niños que quiere labrarse un futuro en el atletismo tendría que echarse a temblar. Tanto sacrificio, esfuerzo y talento dilapidados en tan sólo cinco meses por la falta de compresión hacia un mito de la velocidad nacional que perseguía la causa más noble del mundo. Canal quería ser un buen padre.
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