miércoles, 5 de octubre de 2011

EL CARIBE DE LOS PRODIGIOS



Carlos R. Galindo SPORT.es

El Caribe no es sólo un rincón idílico del planeta, playas interminables de arena blanca bordeadas por palmeras, coco en estado puro, bachata, reggaeton, cumbia, salsa, merengue...
Caribe afrodisíaco. Mojitos, ron, piña colada, coco loco. Miradas dulces de sus gentes y, sobre todo, esa sonrisa que los identifica. La sonrisa de los pobres. Ancha, sincera y alegre. El Caribe también es una postal maravillosa dibujada por corredores tan rápidos como la luz.
Velocistas que desafían los tratados matemáticos y de los que la ciencia habla y no para. Apunta teorías que justifiquen ya no su irrupción, que es un hecho incontestable, como su prodigiosidad. Es el Caribe de los Usain Bolt, Asafa Powell, Yohan Blake, Felix Sánchez, Kim Collins, Veronica Campbell-Brown, Shelly Ann Fraser.... Fue el de Donald Quarrie, uno de los mejores velocistas del mundo en la década de los 70 que ganó cuatro medallas olímpicas, entre ellas, el oro de los 200 metros en Montreal¿76.
Cuentan y no paran. Nadie entiende como islas tan pequeñas pueden doblegar a Estados Unidos, Gran Bretaña, Rusia y Alemania.
La extensión de Jamaica, por ejemplo, es un tercio de la de Catalunya y su población no llega a la mitad. Sin embargo, el país del reggae es cuna de ilustres velocistas, no sólo en las distancias puras (100, 200 metros...) sino también en los dos relevos, que implican una altísima dosis de preparación y técnica.
Ciertos antropólogos se abonan a una teoría bastante simplista: que los actuales esprinters son descendientes de los esclavos que transportaron a América los navíos españoles y portugueses. Es decir, supervivientes.
Negros que se fajaron en las peores condiciones en las que puede vivir el ser humano y que adquirieron, con el paso de los años, una potencia extrema. Veloces como el viento. Descalzos, con sandalias de tiras, en chancletas o con zapatillas; en cualquier situación corren que se las pelan.
Hijos de los ghuetos más rápidos que las balas que esquivan para no morir en medio de la violencia que se genera en sus oscuros callejones que desprenden olor a maría.
Veronica Campbell-Brown recuerda que lo que la mantenía despierta a la hora de ir al colegio era el miedo a los latigazos del director. “¿Qué te daba cuando te portabas bien?”, le preguntan. Y ella responde: “Me daban dulces”. “¿Y si llegabas tarde?”.
“Una paliza”, responde. Acto seguido, añade: “tenía que correr rápido para hacer la compra y no hacer esperar a mis hermanos y también tenía que ser la más rápida para encontrar un hueco en la mesa. Me pasaba el día compitiendo. Estaba predestinada”.
Otra teoría apunte que el 70% de la población posee un gen llamado ACTN3 que activa los músculos de respuesta rápida, ideal en las pruebas de velocidad. La teoría definitiva, en fin, señala que el deporte escolar en el Caríbe se reduce a echar carreras en los patios a falta de otros medios.

1 comentario:

Sara dijo...

Los mejores corredores son centro americanos siempre, tienen un secreto para hacerlos rendir siempre mas que deberían compartirlo con el mundo siempre leí que los corredores profesionales terminan sus entrenamientos relajándose en lugares como termas de victoria o cosas por el estilo.