sábado, 1 de octubre de 2011

RICARDO ABAD, EL OTRO RECORDMAN DEL MARATÓN


NACHO LABARGA
Marca.com

Uno de los axiomas del deporte consiste en la capacidad de forzar al máximo los límites del cuerpo. Exprimir sus posibilidades. Ricardo Abad, atleta navarro de 30 años, es un claro ejemplo de sacrificio, dedicación y pasión por lo que uno hace. Cumple la esencia de todo buen deportista, aunque su reto se aleja de los cánones comunes al resto de integrantes de su gremio.
'Riky' pretende completar la escalofriante cifra de 500 maratones -uno diario hasta finalizar- pasando por cada una de las 50 provincias españolas. Un objetivo cifrado en poco más de 21.100 kilómetros. Es la distancia equivalente a ir de Madrid a Hong Kong y vuelta. Y todo ello por un fin benéfico: donar las ganancias a ANFAS (Asociación Navarra de personas con discapacidad intelectual).
La idea surgió por el aniversario de la asociación y por la motivación de un atleta insaciable. Y solidario. "Me costó darle forma al proyecto, pero gracias a Pronokal hemos podido realizar una idea fomentada con siete eventos en España y otro en Portugal", explica el navarro a MARCA. Con el de este sábado en Madrid, que consistirá en un recorrido que sale de Atocha y concluye con varias vueltas al Retiro, Abad superará el récord que hasta el momento mantenía el belga Stefaan Engels, que completó 365 maratones consecutivos en sus piernas, y entrará en el libro Guinness.
"Todos me llaman loco", asegura el atleta con la sonrisa en la cara. Normal. El primer personaje que realizó una maratón murió en el intento. Fue Filípides, soldado griego que, según la leyenda, corrió desde la ciudad de Maratón hasta Atenas para comunicar el triunfo sobre el ejército persa. El esfuerzo le costó la vida, pero en su homenaje se estableció la prueba de fondo por excelencia, el maratón. Abad quiere completar 500 seguidos. Pero la dificultad del reto no sólo radica en la dureza del recorrido, sino en el inconveniente de tener que compaginarlo con la vida laboral y familiar.
Abad trabaja ocho horas diarias en una fábrica en Tafalla. "No tengo un turno fijo por lo que en ocasiones tengo que correr dos maratones casi seguidos, uno por la tarde y otro a la mañana siguiente. Lo más duro es cuando trabajo de noche, salgo a las seis de la mañana y luego tengo que salir a la carretera tras un buen desayuno", cuenta Riky, que emplea una media de cuatro horas en cada maratón. La clave es saber administrar bien el tiempo: dormir otras ocho horas, descansar y alimentarse de forma saludable. También dedica una hora a actualizar su web (www.ricardoabad.com), donde indica exactamente el estado de su desafío gracias a un par de localizadores que lleva siempre encima. Y antes está la familia, su mujer y su hija de seis años: "Hay que robar horas de donde sea".

Reconoce que su lucha es "una auténtica barbaridad". Pero no le importa. Tampoco hace caso de los que dicen que tanto desgaste le puede provocar lesiones. "Acudo una vez al mes al médico y de momento no me ha pasado nada, aunque sé que puedo padecer artrosis en un futuro. Tengo dolores en caderas, rodillas y tobillos por eso quiero que el médico me confirme que puedo continuar". Los amigos le ayudan a paliar esas dolencias. En muchas de las salidas, Abad suele tener algún acompañante que hace más llevadera su rutina. Aunque no todos aguantan los 42 kilómetros. Las zapatillas tampoco le siguen el ritmo, por eso tiene que ponerse unas nuevas cada 21 días.
Ya ha batido el récord mundial, pero no parará hasta lograr los 500. "No hay excusas, sé que si un día no salgo no me lo perdonaría los siguientes". No hay quien le pare, ni la enfermedad. Aunque a punto estuvo de dejarle en casa la muerte de su padre el pasado mes de mayo. "Fue un momento muy duro, pero continúo para dedicárselo a él". Lleva más de 11 meses sin un día de vacaciones. Las jornadas que libra en el trabajo las aprovecha para viajar y correr en otras ciudades: "Me da mucha satisfacción conocer nuevos lugares y poder recorrer la península a trote". Lo lleva haciendo desde el 1 de octubre de 2010 y así estará hasta el 13 de febrero de 2012.
Ha pasado noches malas, mareos, alguna leve enfermedad, dolores físicos y el desconsuelo que le provocó el adiós de su padre. Todavía le quedan más de cuatro meses para lograr su anhelo. Sin descansar un sólo día ni olvidar otras tareas. En jornadas difíciles piensa en cosas bonitas: en su familia, los amigos y en la gente a la que ayudará con su gesta. Son sus trucos fáciles para los días duros. Cualquier excusa es buena para seguir, ninguna para tirar la toalla. Un atleta insólito, el héroe anónimo que tiene una dedicación particular para cada una de sus zancadas.

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