CARLOS ARRIBAS
El País.com
Hablar con
Iván Pedroso es hablar solo de Ana Peleteiro, y hablar con ella, con la
campeona de Europa y recordwoman española (14,73m), deriva, siempre, inevitablemente,
en hablar de su entrenador cubano. Lo llaman filosofía caribeña, el estado
mental y sentimental con el que se enfrentan a la vida y a sus problemas para
salir victoriosos siempre. Está llena de dichos como “todo lo que viene
conviene” o “si tienes un problema, ignóralo, no pienses en él o te devora”. Y
ambos los ha aplicado la gallega para minimizar los efectos de su última
lesión. “Si yo soy tozuda, él lo es más”, resume la mejor saltadora española de
la historia. “No tengo más remedio que hacerle caso en sus consejos porque
siempre tiene razón, y me da rabia”. Hablar con ambos, por separado, implica,
impepinablemente, cruzar sus frases, resaltar su relación profesional y casi
vital en Guadalajara. “Lo importante es saber serenarla, pero no sedarla, dejar
que su rabia siga viva, pero que no la desborde”, dice Pedroso, que no siendo
el mejor en nada fue capaz de ser el mejor saltador de longitud de su época,
derrotando a los gigantes. “Es la vieja sabiduría cubana”, dice. “Si eres
pequeñito y no eres el más fuerte, tienes que ser el más rápido”. Y Peleteiro
lo traduce describiendo cómo su chico, el campeón olímpico Nelson Evora, se
define a sí mismo. “Él siempre me dice que no es el más alto ni el más fuerte
ni es el más rápido, pero ha sabido ser el mejor”, dice. “Y así pienso yo de
mí. Entreno para ser la mejor, no para otra cosa”. “Ana era de dar segundos saltos muy cortos, y
le señalé una marca de la pista: si pasas del otro lado con el segundo, seguro
que llegas a 14,70m, que es lo que vales ahora. Y pasó del otro lado…”, dice
Pedroso (nueve veces campeón mundial de salto de longitud, campeón olímpico en
Sidney 2000, un mejor salto de 8,71m, el noveno de la historia). “Y eso le
dije: Tienes que saltar lo que vales para ganar. Tienes que irte a 70. Con
14,50 no haces nada”. “Pasé del otro lado, pasé. Habitualmente, mi segundo
salto era chiquitito, era ridículo, y aquí, por primera vez en mi vida me he
tenido sensaciones de saltadora de verdad, como las mayores”, dice Peleteiro,
que estrenó zapatillas especiales, unas Adidas mezcla de triple y longitud con
la puntera más levantada para pisar mejor y proteger el tobillo que se dañó
hace menos de un mes y que la tuvo preocupada, y que, extrañamente para sus
hábitos dormilones, a las seis menos cuarto de la mañana ya estaba despierta
preparada para una final que comenzaba a sus 10. “Y me veía poca cosa comparada
con las demás, pero me he dado cuenta de que nadie es mejor que yo ni yo mejor
que nadie”. Y aunque no pudo desayunar apenas, porque a esas horas el cuerpo
aún no lo tenía preparado, llegó a la pista en condiciones óptimas. “La vi tan
bien, tan rápida, que es su fuerte, la rapidez, que la frené el calentamiento,
no necesitaba más”, dice Pedroso, que describe su concurso. “El primer nulo fue
normal, fue el salto de romper el hielo, pero los primeros intentos de sus
rivales fueron de mucho nivel, y eso le vino muy bien a Ana. Era la mejor
competición posible para ella, porque le obligaba a competir a tope desde el
principio. Necesita eso para sacar lo que lleva dentro. Y luego ha estado
impresionante. El segundo salto nulo ha sido más largo incluso que el 14,73m,
era la prueba de que estaba muy bien”. “Y el segundo nulo tan largo me dio
confianza, no me puso nerviosa en absoluto. Supe concentrar las emociones, pero
me salió el nervio gallego que llevo dentro. Y tenía mucha rabia dentro, restos
de todos los monstruos que tenía antes en la cabeza. Y por eso, para sacar la
rabia, di ese espectáculo después del gran salto, que parecía un machote,
dándome golpes en el pecho, qué vergüenza. Pero, como dice mi padre, así
amedrentas a todas las demás”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario