lunes, 4 de marzo de 2019

ANA PELETEIRO: "ENTRENO SOLO PARA SER LA MEJOR"


CARLOS ARRIBAS
El País.com

Hablar con Iván Pedroso es hablar solo de Ana Peleteiro, y hablar con ella, con la campeona de Europa y recordwoman española (14,73m), deriva, siempre, inevitablemente, en hablar de su entrenador cubano. Lo llaman filosofía caribeña, el estado mental y sentimental con el que se enfrentan a la vida y a sus problemas para salir victoriosos siempre. Está llena de dichos como “todo lo que viene conviene” o “si tienes un problema, ignóralo, no pienses en él o te devora”. Y ambos los ha aplicado la gallega para minimizar los efectos de su última lesión. “Si yo soy tozuda, él lo es más”, resume la mejor saltadora española de la historia. “No tengo más remedio que hacerle caso en sus consejos porque siempre tiene razón, y me da rabia”. Hablar con ambos, por separado, implica, impepinablemente, cruzar sus frases, resaltar su relación profesional y casi vital en Guadalajara. “Lo importante es saber serenarla, pero no sedarla, dejar que su rabia siga viva, pero que no la desborde”, dice Pedroso, que no siendo el mejor en nada fue capaz de ser el mejor saltador de longitud de su época, derrotando a los gigantes. “Es la vieja sabiduría cubana”, dice. “Si eres pequeñito y no eres el más fuerte, tienes que ser el más rápido”. Y Peleteiro lo traduce describiendo cómo su chico, el campeón olímpico Nelson Evora, se define a sí mismo. “Él siempre me dice que no es el más alto ni el más fuerte ni es el más rápido, pero ha sabido ser el mejor”, dice. “Y así pienso yo de mí. Entreno para ser la mejor, no para otra cosa”.  “Ana era de dar segundos saltos muy cortos, y le señalé una marca de la pista: si pasas del otro lado con el segundo, seguro que llegas a 14,70m, que es lo que vales ahora. Y pasó del otro lado…”, dice Pedroso (nueve veces campeón mundial de salto de longitud, campeón olímpico en Sidney 2000, un mejor salto de 8,71m, el noveno de la historia). “Y eso le dije: Tienes que saltar lo que vales para ganar. Tienes que irte a 70. Con 14,50 no haces nada”. “Pasé del otro lado, pasé. Habitualmente, mi segundo salto era chiquitito, era ridículo, y aquí, por primera vez en mi vida me he tenido sensaciones de saltadora de verdad, como las mayores”, dice Peleteiro, que estrenó zapatillas especiales, unas Adidas mezcla de triple y longitud con la puntera más levantada para pisar mejor y proteger el tobillo que se dañó hace menos de un mes y que la tuvo preocupada, y que, extrañamente para sus hábitos dormilones, a las seis menos cuarto de la mañana ya estaba despierta preparada para una final que comenzaba a sus 10. “Y me veía poca cosa comparada con las demás, pero me he dado cuenta de que nadie es mejor que yo ni yo mejor que nadie”. Y aunque no pudo desayunar apenas, porque a esas horas el cuerpo aún no lo tenía preparado, llegó a la pista en condiciones óptimas. “La vi tan bien, tan rápida, que es su fuerte, la rapidez, que la frené el calentamiento, no necesitaba más”, dice Pedroso, que describe su concurso. “El primer nulo fue normal, fue el salto de romper el hielo, pero los primeros intentos de sus rivales fueron de mucho nivel, y eso le vino muy bien a Ana. Era la mejor competición posible para ella, porque le obligaba a competir a tope desde el principio. Necesita eso para sacar lo que lleva dentro. Y luego ha estado impresionante. El segundo salto nulo ha sido más largo incluso que el 14,73m, era la prueba de que estaba muy bien”. “Y el segundo nulo tan largo me dio confianza, no me puso nerviosa en absoluto. Supe concentrar las emociones, pero me salió el nervio gallego que llevo dentro. Y tenía mucha rabia dentro, restos de todos los monstruos que tenía antes en la cabeza. Y por eso, para sacar la rabia, di ese espectáculo después del gran salto, que parecía un machote, dándome golpes en el pecho, qué vergüenza. Pero, como dice mi padre, así amedrentas a todas las demás”.

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