lunes, 4 de febrero de 2008

CHAMBERS REALIZA LA MÍNIMA, PERO NO ESTARÁ EN EL MUNDIAL INDOOR DE VALENCIA


Hay sanciones que van más allá del tiempo establecido. Que se lo pregunten a Dwain Chambers, un velocista inglés que tras cumplir los dos años de sanción que le impuso la Federación Internacional por dar positivo de THG consiguió la mínima para el Mundial de pista cubierta que el próximo mes de marzo se celebrará en Valencia y sin embargo ni podrá estar el próximo fin de semana en las pruebas de selección. La federación inglesa se lo impide aduciendo que no ha pasado controles durante los dos años que ha durado su sanción.
Chambers, velocista inglés nacido en Londres en 1978, fue considerado la esperanza de la velocidad europea. El mesías encargado de recuperar para el viejo continente un estandarte que oponer a estadounidenses y jamaicanos. Dwain no defraudó en sus tiempos mozos con un récord mundial júnior. Con solo 20 años se proclamó campeón de Europa al aire libre y bajó de los diez segundos (9,99) en los 100 metros, solo una barrera al alcance de los mejores. Poco después tuvo la osadía de igualar a Linford Chistie con una marca de 9.87, récord europeo del hectómetro.
Caso Balco
Pero todo el mito de Chambers se vino abajo cuando se descubrió que su nombre también estaba realizado con el caso Balco. En el 2004 fue sancionado por dos años después del Mundial al aire libre de París y desposeído de su título de campeón de Europa de los 100 metros lisos conseguido en Múnich en el año 2003. Tuvo además que devolver los 230.000 dólares del premio. El motivo, dar positivo por un esteroide anabolizante. Siguiendo el manual de costumbre, Chambers dijo que únicamente se tomaba el complejo vitamínico que le daba su entrenador, que por casualidad había cambiado en aquella época.
Durante estos dos largos años apartado de la competición Chambers intentó sin éxito enrolase en el fútbol americano con los Hamburg Sea Devils. Anunciado a bombo y plantillo por el entrenador jefe del equipo Jack Bicknell, que le consideraba el jugador más rápido de la historia. Sin embargo técnicamente era un desastre. «Debemos darle tiempo para aclimatarse», dijo tras el fichaje, pero ese tiempo no existió.
Por eso Chambers volvió a centrarse en su deporte y buscó un retiro en Jamaica para afinar su puesta a punto. Y su regreso no ha podido ser más prometedor. En una reunión celebrada en la tarde del sábado den Birmingham el velocista inglés firmó 6.57 segundos en los 60 metros lisos, tiempo que le abre de par en par las puertas para la cita mundialista de Valencia al superar la mínima exigida por la federación. Sin embargo su marca se encuentra con su pasado. El reglamento de la federación inglesa, desde que se ha puesto en marcha la tolerancia cero en el dopaje solo admite atletas que hayan pasado controles regulares de dopaje a lo largo de los últimos doce meses, un requisito que no cumple Dwain y que le puede costar su última oportunidad en el mundo del atletismo. «Si Dwain quiere volver, tiene que pasar el mismo proceso riguroso que los otros atletas. Un período de un año de controles aleatorios fuera de competición. Es el mínimo absoluto que yo encontraría aceptable para facilitar su vuelta a la competición internacional», comentó el director general de la UKA (federación inglesa de atletismo) Neils de Vos.
Abogados
Pero como el tiempo apremia, y a sus 29 años puede estar ante la última oportunidad de su carrera para volver a engancharse, los abogados de Chambers se han apresurado a montar una carrera casi paralela en los juzgados. Llevarán a la federación inglesa ante los tribunales de justicia para reclamar que su defendido pueda realizar las pruebas de selección de cara al Mundial de Valencia. Claro que tendrá que ser una especie de juicio rápido, ya que Sheffield acoge el próximo fin de semana las pruebas de selección.
Por el momento Chambers ha vuelto, y lo ha hecho con una buena marca, pero está bajo sospecha. Con los Juegos Olímpicos de Pekín a la vuelta de la esquina necesita un escaparate como Valencia en donde reivindicarse, pero en Inglaterra no se fían. La sombra del dopaje planea sobre su fornida silueta.