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En el momento de escribir estas líneas me acoge una sensación extraña. Llegó el momento, que desde hace seis años estaba consiguiendo dilatar, pero evitarlo es imposible. He decidido dejar de hacer el atletismo que he tenido la fortuna de practicar durante tantos años. Sé cuándo corrí mi primera carrera, fue con nueve años, lo que, por suerte, no sé, es cuándo correré la última. Desde que empecé no he parado de crecer y disfrutar con este deporte, de conocer buena gente, recorrer todos los caminos que he podido, inventar circuitos, gastar zapatillas, luchar, soñar, respetar, imaginar, aprender, etcétera.
He tenido cuatro entrenadores. Julián Adrada y Jesús Yuste me iniciaron en mi pueblo, San M. de Valdeiglesias y, junto con mis padres, me inculcaron valores que me han guiado por la senda del respeto, el trabajo y la disciplina. Julio Bravo me hizo crecer y creer en mi transición hacia el "atletismo de verdad" y Manuel Pascua Piqueras consiguió sacar de mí gran parte de lo que un día soñé. He conocido a buenos compañeros y amigos que sin ellos todo hubiera sido muy difícil, pero sin mis padres, mis hermanas, mi mujer y mi hija todo habría sido imposible. Imperdonable sería no agradecer su trabajo a los médicos y fisios de la fede.
He dejado mucho por hacer, mis talones lo han querido así, pero que nadie dude de mis ganas y mi amor por el atletismo.
Si a alguien fui capaz de hacer sentir un mínimo de emoción, sepa que mi satisfacción y agradecimiento están con él.
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