jueves, 9 de octubre de 2008

Victorias para sospechar


Benjamin Ben Johnson nació en Jamaica. Cuando tenía 14 años su familia se trasladó a Canadá, país en el que desarrolló una extraordinaria carrera deportiva, con récords del mundo y olímpico incluidos... pero que terminó abruptamente al descubrirse que el gran corredor, el único que había conseguido derrotar al mimado estadounidense Carl Lewis, había consumido sustancias prohibidas.

Escándalo, decepción, desazón... pero solo uno más en la larga cadena de dopajes que ha dado el deporte, una cadena que aún no se logra cortar, a pesar de los múltiples esfuerzos de las autoridades deportivas.

El caso vuelve al primer plano –nunca se ha ido del todo– a raíz de la notable actuación de los atletas jamaiquinos en los Juegos Olímpicos de Beijing, en los que los corredores isleños lograron 11 medallas, de las cuales 6 fueron de oro, con varios récords rotos. La estrella, sin duda, fue el corredor Usain Bolt, de 21 años, quien ganó las pruebas de 100 y 200 metros, pulverizando las marcas anteriores. Y no solo eso: lo hizo desacelerando notoriamente en los tramos finales y mirando para atrás a sus rivales.

Para muchos, eso es imposible. Y las acusaciones no tardaron en aparecer, encabezadas por el mismísimo Carl Lewis, quien, en una entrevista concedida la revista Sport Illustrated, señaló que (Jamaica) “es un país que tiene que transparentar sus prácticas, si no tiene un sistema antidopaje, ¿cómo podemos creer en sus resultados?”. “Alguien que corrió (los 100 m) en 10.03 un año y en 9.69 el siguiente, si no te lo cuestionas en un deporte que tiene la reputación que tiene ahora, eres un tonto”, agregó.

Los atletas isleños se defienden. Bolt ha dicho que sus resultados y los de sus compañeros son producto de un duro trabajo. “Los únicos que se dopan son los estadounidenses”, señaló el atleta, quien agregó que en Beijing lo analizaron tantas veces que perdió la cuenta. “Yo fui examinado cuatro veces, incluso antes de empezar a correr”, manifestó.

El presidente del Comité Olímpico de Jamaica, Michael Fennell, ha dicho que para su país el tema es muy serio y que han estado trabajando directamente con la IAAF, la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo para analizar resultados y verificar que todo se haga correctamente. Antes de los Juegos, unos 90 exámenes se practicaron a diferentes atletas de la isla.

“Lo que casi nos divierte es ver cómo algunas personas en el mundo no creen que otros puedan ser tan buenos. Lo hemos sido por muchos años, la calidad de nuestros entrenadores y el talento que tenemos ahora quedó demostrado, y eso justifica nuestro lugar como país líder en atletismo en todo el mundo”, aseguró.

“No me gustaría que nadie sugiriera que esto no es más que pura materia prima con talento, entrenamiento y entrenadores adecuados, y la cosecha de la recompensa de todo ese arduo trabajo”, agregó.

Nada hay en la actualidad que pueda relacionar a los corredores de Jamaica con actos de dopaje. Sin embargo, en un ambiente deportivo cada vez más contaminado, y con elementos tan sofisticados para burlar los controles, la duda siempre persiste, está sembrada en la mente de todos.


Pasa hasta en las mejores familias...


Hay algunos casos curiosos de dopaje en el mundo del deporte. Por ejemplo, en los Juegos Paralímpicos de Beijing 2008, en los que compitieron atletas con discapacidades físicas motoras como amputaciones, ceguera y parálisis cerebral, el levantador de pesas paquistaní Naveed Ahmed Butt fue expulsado por haber dado positivo por esteroides, además de ser suspendido por dos años. Panamá también ha tenido experiencias negativas en este sentido: en una nota fechada en febrero de 2003, La Prensa informaba del caso de cuatro peloteros panameños que dieron positivo en los análisis efectuados durante su participación en la Copa Intercontinental de Béisbol, en 2002, en Cuba.

Los jugadores Roberto Kelly, Jorge Cortez, Roberto Gutiérrez y Earl Agnoly fueron acusados de consumir asenlix, un producto que inhibe el apetito. Claro, han sido casos esporádicos, porque Albino Díaz, entrenador de uno de los mejores nadadores locales, Edgar Crespo, es enfático al señalar la pulcritud que ha tenido históricamente la natación y el deporte panameño en general.

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