miércoles, 20 de abril de 2011
FALLECE GRETE WAITZ, REINA DEL MARATÓN DE NUEVA YORK
AMAYA IRÍBAR El País.com
Hubo un tiempo, y no tan lejano, en que las mujeres no podían correr maratones. Los 42,195 kilómetros se consideraban una prueba de hombres, demasiado exigente y dura para atletas que eran vistas como frágiles chiquillas. No estamos hablando de un siglo atrás, sino de los años sesenta. Por esa época empezó a correr la noruega Grete Waitz, que murió la madrugada del martes en Oslo, a los 57 años, tras una larga batalla contra un cáncer cerebral.
Waitz empezó como mediofondista, pero se sentía más cómoda en distancias más largas que esos 1.500m con los que debutó en los Juegos de Múnich en 1972 y en los que logró un bronce europeo. Así que, según se abría la mente de la Federación Internacional de Atletismo, la noruega le metía kilómetros a sus piernas. Rebajó el récord del mundo de 3.000m en 1975 y se pasó al maratón.
Por aquellos años la carrera más larga empezaba a abrirse a las mujeres. Waitz debutó el 22 de octubre de 1978 en el de Nueva York, por invitación personal de su director, y en esas calles empezó a escribir una nueva historia. En esa primera carrera Waitz, que ya había dejado su puesto de maestra para centrarse en el deporte, no solo ganó casi sin oposición sino que rebajó el récord mundial en más de dos minutos (2 horas 32 minutos 30 segundos). Ya no paró. Se impuso en uno de los maratones más prestigiosos del mundo otras ocho veces hasta 1988 y en ese trazado volvió a batir el récord mundial dos veces más. Su cuerpecillo y su pelo rubio, siempre recogido en una coleta, la cabeza alta, los brazos algo despegados, se convirtieron en una seña de identidad de la carrera de la Gran Manzana y Waitz en una celebridad.
Con su marido John, al que debía el apellido, como entrenador y un régimen de entrenamiento tan duro como el de sus colegas varones, se convirtió en la primera campeona mundial de la distancia, en 1983; en la gran dominadora del Mundial de campo a través (lo ganó cinco veces) y en la primera mujer en bajar de dos horas y media. El único pequeño traspié de su carrera, si es que se puede llamar así, fue su derrota en el primer maratón olímpico para mujeres, el de Los Ángeles en 1984. Solo pudo ser plata.
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