sábado, 9 de abril de 2011

"LA PÁJARA PUEDE EVITARSE"


HOY.es

"Para desayunar como tres sándwiches con huevo frito, queso, lechuga, tomate, cebolla frita y mahonesa. Más dos tazas de café, una tortilla de cinco huevos, una taza de sémola y maíz triturados, tres rebanadas de pan con azúcar y tres trozos de bizcocho de chocolate". Michael Phelps, considerado el mejor nadador del mundo, aseguraba durante los pasados Juegos Olímpicos de Pekín que empezaba el día metiéndose entre pecho y espalda esa tremebunda bomba calórica, una parte de las 12.000 calorías que, aseguraba, tomaba cada día de competición. «Todo mentira», rechaza Jon Garraus, nutricionista del equipo de ciclismo Movistar. «Phelps no gastaría esas 12.000 calorías ni aunque se pasara nadando las 24 horas del día. Es una farsa, un golpe visual. Phelps es un portento nacido para nadar, como Valverde para andar en bici. Y ambos minimizan al máximo su consumo energético. ¿Cuánto gastan? Unas 4.800 calorías al día. Aunque un maratoniano, por ejemplo, es capaz de correr los 42 kilómetros consumiendo apenas entre 2.800 y 3.000 calorías, un gasto irrisorio», revela el especialista.
Lo primero que descubre uno con Jon Garraus (ciclista amateur, con estudios de Nutrición en la Universidad de Navarra y de Farmacia y Ciencia y Tecnología de los Alimentos por la UPV), es que nada es lo que parece. Que un ciclista (su especialidad) consume en una etapa dura o de alta montaña solo entre 4.500 y 4.800 calorías (a las que habría que sumar las 1.300-1.400 calorías que gasta cualquier adulto por el mero hecho de estar vivo). Lo segundo es que la alimentación, por sí misma, no sirve para sumar victorias. Pero que es un elemento básico para no perder. «¿Cuántas carreras se han perdido por una mala alimentación? No siempre gana quien tiene mejor motor», asegura el nutricionista.
De su mano aprendemos que los hidratos de carbono (nuestro auténtico combustible) no puede almacenarse «en una cuantía ilimitada». Es inútil atiborrarse sin sentido de pasta. Y que esas reservas energéticas se acumulan en forma de glucógeno. También que el hígado y los músculos son los almacenes de esa energía «limitada y de alta calidad».
Adiós a la galleta guarra
«Con la alimentación mejoramos los resultados», resalta Jon Garraus. ¿Pero de qué modo? «Empezamos por optimizar el peso corporal. ¿Cómo? Primero logramos un buen balance hídrico: el 60% de nuestro peso es agua. El tejido adiposo, la grasa corporal de un ciclista debe rondar entre el 6% y el 7%», apunta.
Para ello, Garraus establece un plan alimenticio para cada corredor que tiene en cuenta sus entrenamientos (hasta el mínimo detalle de su recorrido e intensidad para calcular así a la centésima el gasto energético que mide en vatios) y establece una pauta alimenticia a la carta, individualizada. «Tenemos 25 corredores, pues preparo 25 pautas nutricionales cada día», señala.
Claro que los ciclistas ven al nutricionista como un tipo que llega con la recortada en la mano y el no en la boca. «No soy así. Se trata de dar a tu organismo lo que precisa en cada momento. La máquina funcionará mejor, la salud mejorará y el corredor tendrá continuidad y rendirá más», remarca. Así que un deportista profesional, resume Jon Garraus, debe atender a una correcta alimentación, entrenar, dedicarse al descanso activo, prácticar hábitos higiénicos (sueño, cuidados tras los entrenamientos con fisios, osteópatas y quiroprácticos) y estimular su mente.
El inconveniente a la teoría es que los ciclistas, como todos, buscan el placer inmediato, la galletita de chocolate, el bollo rico... «Sí, esa galleta guarra cubierta de chocolate que inhibe la sensación de hambre voraz... pero que hace que el ciclista no ingiera lo que de verdad debe consumir. El problema no es una galleta, es que suelen ser 25 galletas. El capricho presente hipoteca lo que nos conviene», resalta.
De su trabajo al frente del Movistar se espera además que haga desaparecer las temidas pájaras, esos desfallecimientos demoledores que sentencian la carrera de cualquier ciclista. Jon Garraus es claro. «Cualquier pájara se puede evitar en los 30 minutos previos a que ocurra. Cada corredor debe conocer a fondo su cuerpo para poner los medios. Y es tan sencillo como comer». Y que alguien como Garraus te diga qué y cuándo.

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