CARLOS ARRIBAS
El País.com
Cuando Wang Junxia dejó el récord del mundo de los 10.000m
en unos aún increíbles 29m 31,78s, Almaz Ayana no había cumplido aún dos años.
Ocurrió en septiembre de 1993 en Pekín, y la marca de Junxia dio lugar a
millones de habladurías, de rumores y de leyendas en torno a la figura de su
tiránico entrenador, que fustigaba a sus atletas mientras fumaba sin parar y
las alimentaba con sangre de tortuga. Con la marca, y quizás con las leyendas,
acabó el viernes de una manera atronadora Ayana, nacida en noviembre de 1991 en
una provincia de Etiopía vecina a Sudán y al valle del Nilo, lejana de la
metrópolis, Addis Abeba. Lo hizo rebajándola en 14s (la dejó en 29m 17,45s) en
la primera final olímpica del atletismo en el estadio de Engenhao, que se
entrena a lo grande.Lo hizo en una carrera táctica, sin liebres, lo que aumenta
su carácter extraordinario.
Fue una carrera tan alucinante que la keniana Vivian
Cheruiyot, la segunda clasificada, a la que Ayana había dejado corriendo lejana
a mitad de carrera y terminó a 15s, lejísimos, batió el récord de su país con
la tercera mejor marca de la historia. La tercera, la campeona en Londres,
Tirunesh Dibaba, un prodigio intocable hasta que se casó y fue madre, terminó
en 29m 42,56s, la mejor marca de su vida a los 30 años. Y, sin embargo, Ayana
le sacó casi media pista. Después de tirar de la Carrera durante los primeros
5.000m, la keniana Alice Nawowuna terminó cuarta, pero sus 29m 53,51s habrían
sido hasta la fresca mañana de viernes en Río, la segunda mejor marca de todos
los tiempos. Si no se hubiera anunciado antes el género de las participantes,
podría haberse pensado perfectamente que se trataba de una carrera masculina.
En solo un año, Etiopía ha acabado con el rastro de Ma
Junren, y su armada de atletas sospechosas, en los libros de récords de
distancias olímpicas. El verano pasado, Genzebe Dibaba, la hermana pequeña de
Tirunesh, ya acabó con el de 1.500m.
El récord de Río, alcanzado en la carrera de 10.000m que
hará olvidar todos los 10.000m anteriores, certificó no solo la capacidad de
Ayana en su sola segunda carrera en la distancia, sino también la teoría de que
el negative split (una segunda mitad más rápida que la primera) puede con todo.
Después de un primer 5.000 a
tren, a ritmo de la espigada Nawowuna, de piernas interminables y finas en
14m46s, Ayana cambió el ritmo y la carrera explotó. Cada una de las
contendientes corrió lo que pudo en soledad, adelantando trenes de rivales
rezagadas que regaban la pista azul. Ninguna pudo alcanzar a Ayana, que corrió
los segundos 5.000m en 14m 31s, la que habría sido la 17ª mejor marca de la
historia en la distancia.
Como Kenenisa Bekele asumió la herencia de Haile
Gebrselassie derrotándolo con respecto y timidez en los Juegos de Atenas, así
se ha producido también el relevo en la cima de la larga distancia femenina
también entre atletas etíopes. Ayana ya venció a Dibaba en su estreno en los
10.000m, a finales de junio en Holanda, y en Río aspira a reeditar el doblete
5.000m-10.000m que su antecesora consiguió en Pekín 2008.
La carnicería del 800
Río de Janeiro no es Londres, donde cuando llovía en los
Juegos llovía de verdad y el público bailaba en las tribunas llenas a reventar
desde bien temprano en las mañanas. En el estadio olímpico sin llama de
Engenhao llueve tan fino que el agua parece filtrarse por las tribunas y empapa
silenciosamente, como sin querer, los asientos donde poquito público asiste a
la gran carnicería del atletismo, su prueba más salvaje. Son las primeras
series de 800m: 56 atletas compiten, entre ellos tres españoles; solo 24 pasan,
ninguno español. Eliminados todos como víctimas de una maldición.
Kevin López, la figura de la prueba en casa, llegó lesionado
y bajo de forma. Terminó cojeando. Una fascitis plantar le ha fastidiado un año
olímpico que en Londres, hace cuatro, se había prometido que sería grande.
Llegó a Río soñando con un milagro, y sabiendo que no dejaba a nadie sin plaza.
A los debutantes Álvaro de Arriba y Daniel Andújar les sobró timidez. Les faltó
valentía en la fase caliente de la carrera, del 500 al 600, lo que lamentaron
en la última recta, que encararon muy retrasados. Ambos la hicieron magnífica
para terminar solo cuartos.
La mañana del 800m fue la del retorno de David Rudisha, el
campeón de Londres en una carrera única en la que dejó el récord del mundo en
1m 40,91s. Después de unos años duros, de lesiones y bajas formas y de peleas
con su entrenador, el atleta keniano se afirmó en la pista de Río con el mejor
tiempo (1m45,10s) en unas series que se corrieron a gran velocidad. Destacaron
también la fortaleza del norteamericano Boris Berian y del canadiense Brandon McBride,
y la velocidad del yibutí Ayanleh Suleiman, que se entrena en Sabadell con Jama
Aden. Musaeb Balla, otro de los atletas del sulfuroso técnico somalí detenido
en una redada antidopaje de los Mossos d’Esquadra, estaba anunciado en las
listas de salida, pero no corrió. A Balla le encontraron EPO en la habitación,
y la IAAF ya
había anunciado que no le dejaría participar.
1 Zhen WANG CHN 1:19:14
2 Zelin CAI CHN 1:19:26
3 Dane BIRD-SMITH AUS 1:19:37
4 Caio BONFIM BRA 1:19:42
5 Christopher LINKE GER 1:20:00
6 Tom BOSWORTH GBR 1:20:13
7 Daisuke MATSUNAGA JPN
1:20:22
8 Matteo GIUPPONI ITA 1:20:27
MUJERES
1 Almaz AYANA ETH 29:17.45 WR
2 Vivian CHERUIYOT KEN 29:32.53
3 Tirunesh DIBABA ETH 29:42.56
4 Alice Aprot NAWOWUNA
KEN 29:53.51
5 Betsy SAINA KEN 30:07.78
6 Molly HUDDLE USA 30:13.17
7 Yasemin CAN TUR 30:26.41
8 Gelete BURKA ETH 30:26.66
Peso
1 Michelle CARTER USA 20.63
2 Valerie ADAMS NZL 20.42
3 Anita MÁRTON HUN 19.87
4 Lijiao GONG CHN 19.39
5 Raven SAUNDERS USA 19.35
6 Christina SCHWANITZ GER
19.03
7 Cleopatra BOREL TTO 18.37
8 Aliona DUBITSKAYA BLR
18.23
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