ANDRÉS ARMERO
Marca.com
¿Podría haber dos medallas
olímpicas para España en vallas en 2020? La ilusión nace de un choque de manos
al estilo cubano entre Orlando Ortega y Omar Cisneros en el
Centro de Alto Rendimiento de Madrid, del que MARCA es testigo. "¡Omar!
¿Qué hace aquí?". Su respuesta abre la puerta de la gloria española en los
400 metros
vallas, una prueba en la que el atleta logró ser cuarto del mundo en Moscú
2013.
"Me fui de Cuba. Vivo
en Pinto desde hace un tiempo con un tío cubano y me estoy entrenando en Madrid
con Alexis Sánchez", el exvallista y compatriota al que Cisneros ha seguido
toda su vida, primero mejorando sus registros en el tartán y ahora como
discípulo. Fue en un mitin en Italia en 2015 cuando este portento físico tomó
una decisión que le bloqueaba a la hora de competir. "No sé cómo fui capaz
de correr en 47.93 en Moscú, estaba todo el tiempo dando vueltas a este
tema", explica un hombre que por fin se siente liberado en su vida
profesional. La personal siempre estará ligada al Caribe. "Allí siguen mis
padres, mi mujer y mi hija de cinco años", señala emocionado.
La imposibilidad de
cambiar de técnico en Cuba so pena de sanción y la necesidad de continuar
progresando llevaron a Cisneros a tomar otro rumbo, como había hecho con
anterioridad Orlando Ortega, el especialista en 110 metros vallas con el
que comparte mánager y abogado, que competirá por España en los Juegos de Río.
Omar podría estar con la Roja
un año más tarde, en el mejor de los casos.
Metas por alcanzar
"Me encantaría correr
por España", apunta alguien capaz de mejorar el récord patrio de 400
vallas -el 49.00 de José Alonso Valero-en más de un segundo. Sólo una lesión en
el tendón de Aquiles frenó su progresión estelar. "Pero si Dios quiere y
me apoyan, sería una felicidad para mí alcanzar las metas que me faltan, ser
medallista mundial y olímpico, con España".
"Me haría feliz ser
medallista mundial y olímpico aquí"
Las dolencias ya son
historia y Cisneros comienza a apretar el acelerador en Madrid, donde se ha
ganado en muy poco tiempo la admiración y el respeto de los atletas españoles.
Uno de ellos, el ochocentista Ignacio Laguna es su masajista. Otro, Mark
Ujakpor, compañero de disciplina de Omar, encabeza su lista de admiradores. Su
actitud es un ejemplo para todos. "Quiero llegar bien a las citas de la Diamond. Allí
aprendes a competir no sólo para ti, sino para el público", dice quien se
ha hecho un nombre en Zúrich y el resto de escaparates del atletismo
planetario.
En 73 kilos de puro
músculo, este hijo de cuatrocentista sueña a sus 26 años con que le dejen ser
feliz en el lugar en el que vino al mundo:el tartán. España ganaría a un atleta
con una capacidad de sufrimiento fuera de lo común. Él disfruta con el dolor,
como peaje hacia el éxito:"Logro las metas que me propongo".
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